El 31 de diciembre de 1904, cientos de miles de parranderos se reunieron en la zona Midtown de Manhattan, cerca del Edificio New York Times.
Luego, cuando el reloj dio la medianoche, hubo una explosión de dinamita y la torre pareció incendiarse.
Pero las llamas estaban bajo control y eran muy intencionales. De hecho, fueron idea del editor propietario del Times, Adolph S. Ochs, quien quería presumir el nuevo edificio de la empresa.
“Nunca se dibujó una imagen más hermosa en el fuego sobre la cortina de la medianoche”, informó el Times al día siguiente. “Desde las cuatro esquinas del rascacielos se proyectaban llamas centelleantes. Desde la base hasta la cúpula, la estructura gigante estaba encendida”.
La visión era “una antorcha para recibir al recién nacido, una pira funeraria para el viejo, que atravesó los mismos cielos”, decía la nota.
Para 1905, las manzanas alrededor del nuevo edificio —Times Square, bautizadas así por el periódico— ya se habían convertido en un destino para la víspera de Año Nuevo. Esta descripción de aquella primera celebración en el Times podría haber sido escrita en cualquier año desde entonces: “Tan temprano como a las 9 de la noche, la plaza estaba repleta y mientras se acercaba la hora en que otro año debía inscribirse en el libro de los siglos la multitud era tan grande que avanzar en cualquier dirección era casi imposible”.
En los últimos 117 años, los festejos se han convertido en un evento mundial. En la tarde, la policía cierra la zona al tráfico para controlar a la multitud y alrededor de 1200 millones de espectadores sintonizan el espectáculo por televisión.
Durante años, la Times Square Alliance, una de los organizadores de la Víspera de Año Nuevo en Times Square, ha seleccionado a los homenajeados para la celebración de fin de año. En 2019, luego de un año mortífero para reporteros, fotógrafos y otros trabajadores de la prensa —al menos 60 fueron asesinados en todo el mundo, según el Comité para la Protección de Periodistas— los organizadores del evento anunciaron que la fiesta de ese año sería un reconocimiento al periodismo y la libertad de prensa, y que el comité sería la caridad oficialmente premiada.
“En un lugar que es sinónimo de noticias y hogar de varias empresas de noticias nacionales, y que a su vez lleva el nombre de un periódico (que inició la celebración del Año Nuevo aquí en 1904), ningún tema podría ser más adecuado ahora que entramos en 2019”, dijo Tim Tompkins, presidente de la alianza a través de un comunicado.
Pero, en sus inicios, la celebración no tenía tan nobles intenciones. En los últimos años del siglo XIX, el Times estaba en dificultades. Ochs, que compró el diario en 1896, pasó los primeros años de su mandato sacándolo del borde de la quiebra. Poco a poco, la situación mejoró. Para 1902, Ochs había decidido trasladar la sede del periódico al centro, al número 41 de Park Row, al norte de la intersección entre Broadway y la Séptima Avenida, que por entonces se llamaba Longacre Square. El Times debía mudarse a su nuevo hogar el día de Año Nuevo de 1905 y Ochs quería bautizar el nuevo edificio con un espectáculo.
(El Times también publicó una sección especial de 40 y tantas páginas en el primer número de 1905 en la que describía el edificio minuciosamente hasta incluir planos arquitectónicos del subsótano de la torre).
Para los fuegos artificiales de la víspera de Año Nuevo, el Times contrató a Henry J. Pain, un químico que se había encargado de la pirotecnia en la toma de mando del presidente William McKinley.
No era la primera vez que el edificio servía como faro. Antes de que el personal del periódico se mudara al nuevo edificio, Ochs ya había empezado a experimentar con los usos de la torre. En noviembre de 1904, el Times anunció al ganador de las elecciones presidenciales con reflectores en la azotea del edificio de 125 metros de altura: una luz constante dirigida al oeste significaba que Theodore Rossevelt había ganado, según una guía de códigos publicada antes de las elecciones.
El 31 de diciembre de 1904, el diario publicó un aviso de primera plana invitando a los lectores a la esquina de la calle 43 con Broadway esa noche para celebrar “la mudanza de The New York Times a su nuevo edificio”.
Y vaya que celebraron. “Todos los dispositivos conocidos para hacer ruido se pusieron en servicio”, informó el Times. “Había cornetas de todas las formas y tamaños: cornetas que gemían con una nota casi humana y cornetas que emitían un volumen de sonido ensordecedor. Uno de los tipos de cornetas favoritas tenía la apariencia de una botella de champán y emitía una serie de notas que hacían sonar la escala de arriba a abajo. Había cornetas largas y cornetas delgadas, cornetas delgadas y fuertes”.
Al año siguiente, la celebración de Times Tower volvió a incluir explosivos. Pero para la víspera de Año Nuevo de 1907, el periódico remplazó los fuegos artificiales con una bola electrificada de 317 kilogramos que se bajaría desde la parte superior del edificio Times, iniciando una tradición de un siglo.
A partir de entonces, se deja caer alguna versión de la bola casi todos los años.