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De: cubanet201 (Mensaje original) |
Enviado: 09/09/2023 13:10 |
Recuerdos de una pesadilla que marcó a la humanidad
Recordando a las víctimas y héroes LGBT del 11 de septiembre
©CUBA ETERNA GABITOS
El 11 de septiembre de 2001 pasó de ser un bello y despejado día a uno de los más lúgubres en la historia de Estados Unidos. Casi 20 extremistas secuestraron cuatro aviones comerciales en la costa este y los chocaron contra las Torres gemelas en Nueva York, el Pentágono en Washington y uno más que cayó en un campo abierto en Pensilvania. Casi 3.000 personas murieron y la historia se dividió en dos para la nación.
Martes, 11 de septiembre de 2001. Nueva York vivía una mañana soleada en los últimos días de verano con un cielo azul particularmente cristalino.
“Era un día muy bonito, eran elecciones en la ciudad de Nueva York, era un día claro, sin nubes, un día tranquilo”, recuerda para France 24 William Rodríguez, un hombre que trabajaba en ese momento como conserje en la torre norte del World Trade Center.
Un nuevo tipo de guerra estaba a punto de comenzar.
A las 8:46 a.m., el vuelo 11 de American Airlines, con 76 pasajeros, 11 miembros de la tripulación y cinco terroristas a bordo, chocó entre los pisos 93 y 96 de la torre norte, según detalla el 9-11 Memorial and Museum. Una enorme bola de humo y fuego salía de la edificación de 107 pisos, entonces símbolo del poder económico estadounidense. La aeronave había despegado de Boston con destino a Los Ángeles, pero fue secuestrada por extremistas de la célula Al-Qaeda durante los primeros minutos del vuelo.
A 14 kilómetros de allí, en el Bronx, el bombero George Díaz se encontraba en la estación justo en cambio de turno después de trabajar 24 horas seguidas. Él y sus compañeros bajaron el tono de voz para escuchar la televisión que en ese momento transmitía el siniestro en la primera torre. Entonces vieron el segundo impacto. “Cuando lo vimos en vivo, ahora sabíamos que esto era a propósito”, sostiene en diálogo con este medio el hoy teniente George Díaz, de 64 años y quien continúa trabajando como bombero.
Se trataba del vuelo 175 de United Airlines, que a las 9:03 a.m. golpeó la torre sur. Viajaba con 51 pasajeros, nueve miembros de la tripulación y cinco terroristas. La aeronave también había partido de Boston y se dirigía a Los Ángeles, pero fue secuestrada entre las 8:42 y 8:46 a.m. y redireccionada a Manhattan, de acuerdo con el Departamento de Justicia.
Díaz recuerda que todos los miembros de su estación de bomberos se apresuraron a llegar hasta el lugar mientras llamaban al resto de sus compañeros que se encontraban en su día de descanso. Sabían que la magnitud de lo que ocurría era mayor a cualquier catástrofe que hubieran enfrentado antes.
“El rescate lo tuvimos que empezar con el humo, con toda la tierra que había, no se podía identificar nada, era bien difícil mientras tratábamos de buscar (…) Había mucha gente golpeada, se necesitaban ambulancias, nosotros no teníamos ni máscaras ni aire para respirar, estábamos haciendo todo con las manos”, rememora el rescatista.
Para entonces, William Rodríguez vivía en carne propia el pánico y la desesperación en la primera torre impactada. Ese día llegó tarde a su trabajo, por lo que en el momento en el que chocó el primer avión se encontraba en el sótano del edificio y no en los últimos pisos donde solía estar a esa hora. Una coincidencia que salvó innumerables vidas.
“Todos los marcos de las puertas se trabaron porque cambió de posición el marco y por eso mucha gente se quedó atrapada. Lo mismo en las oficinas, por eso era tan importante esa llave maestra que yo tenía; porque con esa llave maestra podíamos forzar las puertas”, dice en referencia a una de las cinco llaves del edificio que podía abrir cualquier puerta, por lo que alcanzó a sacar a varias personas de los primeros pisos. Su acción le ha valido reconocimientos como el Premio al Héroe Nacional del Senado de Puerto Rico.
El impacto colapsó el sistema de los ascensores a donde muchos corrieron en un intento por escapar, pero quedaron atrapados.
“Esta gente que estaba atrapada en los elevadores no se podía ayudar. Estaban sufriendo porque muchas de ellas probablemente se estaban quemando. Los gritos eran aterradores. Al explotar el avión y los miles de litros de combustible, la bola de fuego bajó por el ducto central de los ascensores y se esparció por todas partes (...) Dejó secuelas, durante muchos años no pude meterme a un ascensor porque oía los gritos”, señala Rodríguez, que luego se convirtió en un conocido conferencista y activista tras fundar el Grupo Víctimas Hispanas del 11 de septiembre.
Mientras las Torres Gemelas ardían en llamas, decenas de personas se lanzaban por las ventanas. Las grabaciones de llamadas a la línea de emergencias 911, hechas públicas por las autoridades, dan muestra del horror en su interior cuando muchos suplicaban por ayuda. La atención se centraba en Nueva York, pero los extremistas tenían más blancos en la mira.
El corazón del poder militar estadounidense es atacado
El reloj marcaba las 9:37 a.m. cuando el vuelo 77 de American Airlines chocó la sede del Pentágono, en Washington. El corazón del poder militar de la primera potencia mundial se vio estremecido por la aeronave que fue secuestrada por cinco yihadistas y que transportaba a 53 pasajeros y seis tripulantes.
Además de los ocupantes del avión, 125 personas en la sede del Departamento de Defensa fallecieron, según datos del monumento del Pentágono sobre el 11-S.
Solo seis minutos después, a las 10:03 a.m., el vuelo 93 de United Airlines cayó contra un campo abierto en Pensilvania. Había sido arrebatado por cuatro radicales de Al-Qaeda, con 33 viajeros y 7 tripulantes, detalla una ilustración del Departamento de Justicia.
Cuatro aviones comerciales se habían convertido en las armas de destrucción y muerte usadas por los radicales, algo que cambió para siempre la forma de viajar e impuso controles más estrictos en el transporte aéreo mundial.
Cae un símbolo del poder económico de EE. UU.
A las 9:59 a.m. el mundo observó la caída de un gigante. Es el momento en que cae la torre sur del World Trade Center.
A las 10:28 a.m., La torre norte del WTC se derrumbó. El tiempo entre el primer ataque y el colapso de ambas edificaciones fue de 102 minutos.
“Había muchos gritos por el radio de los bomberos (diciendo) que estaban enterrados, pidiendo ayuda. Nosotros los podíamos escuchar, pero era difícil conseguirlos porque era: ‘Estoy aquí, estoy debajo de este edificio, estoy en el piso siete’, pero ya no había piso siete, todo había caído ya. Los que estaban enterrados no sabían”, explica Díaz con una voz ronca, una secuela en su salud tras las maratónicas operaciones de limpieza que vivió por los siguientes meses.
“Es vivir el infierno en carne propia (…) mucha gente herida, recuerdo haber visto zapatos por todas partes cuando subía, la gente dejaba todo tirado. El humo olía a cloro y a cartón mojado, los rociadores contra incendios estaban todos activados y daban contra el piso y eso levantaba esa polvo también. Lo que viví fue el infierno”, narra Rodríguez sobre lo que se vivía al interior de la estructura minutos antes de que las torres se desplomaran.
La colisión provocó una explosión masiva que arrojó escombros en llamas sobre los edificios y calles circundantes. Fue la mayor agresión contra Estados Unidos y en su propio suelo: 2.977 personas murieron en los cuatro ataques, incluidos 343 bomberos de los primeros que llegaron a ayudar, especifica el 9/11 Memorial and Museum.
Miles de rescatistas se unieron a las labores. Rubiela Arias es una de las personas detrás de las cifras. “Me paré exactamente donde estaban las torres derrumbadas y era como el fin del mundo y pensé en el dolor que sentían las familias de las personas que murieron ahí, los papás, los hermanos, los hijos”, señala la mujer que en estos 20 años ha enfrentado serios problemas de salud en sus pulmones, hígado y piel, entre otros, que de acuerdo con sus médicos están relacionados con las operaciones del 11-S en las que inhaló plomo y asbesto.
“No puedo oír las sirenas de los bomberos ni de los policías porque me da ataque de ansiedad”, indica Arias. Afirma que recibió una indemnización por parte de las autoridades, así como atención médica. Sin embargo, dice que ese día cambió su vida por completo. “Perdí mi salud”, agrega.
Y es que producto de la tragedia muchos han seguido sufriendo secuelas. Incluso, en estas dos décadas el número de víctimas mortales ha seguido creciendo a consecuencia de los residuos tóxicos que inhalaron durante el desastre.
Años después, las familias de las víctimas reclaman transparencia en las investigaciones
Dos décadas puede parecer mucho tiempo, pero para quienes perdieron a sus seres queridos los ataques del 11-S no son un caso olvidado y hoy siguen reclamando transparencia y Justicia.
“Es una forma de honrar a mi esposo Tom y a todos (…) Crié hijos en el mundo posterior al 11-S y creo que es importante protegernos de otro ataque catastrófico y la única forma en que sé cómo hacer eso es buscando toda la verdad, no puedes protegerte sin saber la verdad”, enfatiza en entrevista con France 24 Terry Strada, presidenta de la organización Familias y Sobrevivientes del 11 de septiembre Unidos por la Justicia contra el Terrorismo, cuya presión busca revelar de dónde obtuvo el financiamiento Osama bin Laden, autor intelectual de los atentados.
La publicación de algunos apartados de documentos de inteligencia ha sugerido presuntos vínculos de Arabia Saudita como Estado patrocinador, por lo que su formación, que representa a alrededor de 1.800 personas entre familias de las víctimas, rescatistas y algunos sobrevivientes, mantiene una demanda contra Riad en una corte federal, en Manhattan.
Tras años de presión a las distintas administraciones tanto demócratas como republicanas y después de que a principios de agosto la organización que lidera Strada enviara una carta al presidente Joe Biden en la que le pedían no asistir a las conmemoraciones de este año si antes no daba luz verde para desclasificar toda la información requerida, finalmente las familias podrían obtener una respuesta. El pasado 3 de septiembre el presidente Biden firmó una orden ejecutiva que autoriza el procedimiento.
“Parece que el 90% de la evidencia, cuando es revelada, siempre vuelve a relacionar a Arabia Saudita, buscamos más evidencia con respecto al rol del reino (saudita). No se trata solo de los secuestradores mientras estuvieron en el país”, apunta Strada tras referirse a la ayuda económica que dos de los secuestradores suicidas, Nawaf al-Hazmi y Khalid al-Mihdhar, habrían recibido de un ciudadano saudita, Omar al-Bayoumi, según apartados de las investigaciones de las agencias de inteligencia de EE. UU.
Las dudas contra Riad ganaron terreno y no solo porque 15 de los 19 secuestradores eran sauditas, al igual que Osama bin Laden.
Apartados de investigaciones, incluidos reportes de la Comisión del 11 de septiembre que encargó el expresidente George Bush, muestran que entre los contactos de Al-Bayoumi se encontraba Fahad al-Thumairy, en ese momento un diplomático acreditado en el consulado saudita en Los Ángeles que, según los investigadores, encabezaba una facción extremista en su mezquita.
Pese a los vínculos esbozados, las pesquisas no han mostrado que el aliado clave de EE.UU. en Medio Oriente e importante proveedor de petróleo estuviera directamente relacionado. Riad ha rechazado los señalamientos.
Con la reciente orden de desclasificación de Biden, posiblemente habrá más oxígeno para las investigaciones y eventuales respuestas para las familias de las víctimas con las que esperan cerrar heridas.
“Yo no creo que nadie deba salirse con la suya por asesinato, vivimos en un país donde ponemos en la cárcel a gente por asesinato. Esta es una demanda contra un reino al que no podemos hacerle eso, pero tenemos una demanda civil en su contra, así que continuaremos pidiendo acción”, sostiene la activista de New Jersey y madre de tres hijos. Su esposo, Tom Terry, un corredor de bonos que trabajaba en la torre norte del WTC, murió cuatro días después de que naciera su hijo menor, Justin.
Conocer lo que las familias consideran que podría ser la verdad “me ayuda a hacer algo positivo entre la oscuridad y lo horrible que fue el 11-S”, describe Strada.
Sin verdad, la pesadilla sigue para decenas de supervivientes y víctimas directas e indirectas de una jornada que difícilmente la humanidad podrá olvidar. |
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Recordando a las víctimas y héroes LGBT del 11 de septiembre
Es importante reconocer a aquellos en la comunidad que han ocupado trágicamente su lugar en el mundo y la historia LGBT.
Hace dieciocho años, Estados Unidos cambió para siempre cuando los terroristas se apoderaron de cuatro aviones comerciales y los llevaron a propósito a los edificios del World Trade Center y al Pentágono. El cuarto avión se dirigía a Washington DC, pero chocó contra un campo en Pensilvania después de que los pasajeros pudieron adelantar a los secuestradores. 2.996 personas fueron asesinadas ese día, muchas personas LGBT entre ellas.
Aunque el mundo perdió a muchas personas ese día, es importante reconocer a los miembros de la comunidad LGBT a medida que toman su lugar en la historia.
Angelfire es un sitio dedicado a "Los amantes que se despiertan cada mañana sin su patriota y héroe gay junto a ellos".
Hoy, San Diego Gay and Lesbian News y todos los medios de comunicación de Hale se unen a la nación para llorar a los miles de hombres y mujeres que se convirtieron en víctimas inocentes del odio y honran a los sobrevivientes LGBT y heterosexuales que aún luchan por la libertad, la justicia y defienden el significado del frase "Nunca más".
Esta lista se completó poco después de los ataques y se ha actualizado desde entonces.
Entre los abiertamente homosexuales conocidos muertos en el World Trade Center se encuentra el capellán católico del Departamento de Bomberos de Nueva York, el Padre Mychal Judge . El juez, de 68 años, fue asesinado mientras ministraba a un bombero caído en la Zona Cero. El casco de Judge fue presentado al Papa, y Judge fue elegido Gran Mariscal del Desfile del Día de San Patricio de Chicago en 2002. También hay una iniciativa para elevar al Padre. Mychal a la santidad. En junio de 2002, el presidente firmó la Ley de Jueces de Mychal, otorgando dinero federal a ciertos sobrevivientes de víctimas del 11 de septiembre, incluidas las parejas del mismo sexo.
Mark Bingham , de 31 años, pasajero gay en el vuelo 93 de United Airlines que se estrelló en Pennsylvania, ayudó a frustrar a los secuestradores del avión. El 16 de septiembre se designa oficialmente el Día de Mark Bingham en San Francisco.
El avión de Carol Flyzik, de 40 años, el vuelo 11 de American Airlines, nunca llegó a California. Fue el primero de dos en chocar contra el World Trade Center. A Flyzik, que era enfermera registrada y miembro de la Campaña de Derechos Humanos, le sobrevive su socia Nancy Walsh.
David Charlebois , el copiloto del vuelo 77 de American Airlines, que se estrelló en el Pentágono, era abiertamente gay, informó Washington Blade . Charlebois era miembro de la Asociación Nacional de Pilotos Gay. Charlebois es sobrevivido por Tom Hay.
Graham Berkeley , de 37 años, originario de Inglaterra que vivía en Boston, abordó el vuelo 175 de United Airlines el 11 de septiembre camino a una conferencia en Los Ángeles. Murió cuando el avión se convirtió en el segundo avión secuestrado en estrellarse contra el World Trade Center.
Pamela J. Boyce , de 43 años, es solo una de varias docenas de trabajadores del World Trade Center que han sido confirmados oficialmente como muertos. Boyce, residente de Dyker Heights, Brooklyn, trabajó en el piso 92 del One World Trade Center como vicepresidente asistente de contabilidad para la oficina de Carr Futures en Nueva York. Le sobrevive su compañera Catherine Anello.
Una pareja homosexual en su camino a casa desde Los Ángeles desde Boston murió cuando el vuelo 175 de United Airlines fue secuestrado el martes y se estrelló contra la segunda torre del World Trade Center de Nueva York. Ronald Gamboa , de 33 años, y su compañero de 13 años, Dan Brandhorst.
James Joe Ferguson , de 39 años, director de divulgación de educación en geografía de la National Geographic Society, estaba en el vuelo 77 de American Airlines cuando se estrelló contra el Pentágono. Ferguson viajaba en una excursión educativa patrocinada por National Geographic a
El vuelo 11 de la aerolínea abiertamente gay Jeffrey Collman de American Airlines (desde Boston) se estrelló contra la torre norte del World Trade Center de Nueva York. A Collman le sobreviven Keith Bradkowski, su compañero de 11 años. Jerry Rosco
Larry Courtney y Eugene Clark fueron socios durante 11 años. Clark, de 47 años, trabajó para Aon Consulting en el piso 102 de la torre sur del World Trade Center. Clark le envió a Courtney un mensaje de voz: "Estoy bien. El avión golpeó la otra torre. Y estamos evacuando". Clark sigue desaparecido.
El amante de Will Randolph de 26 años, Wesley Mercer , de 70 años, se encuentra entre los tres miembros del personal de seguridad de Morgan Stanley que aún están desaparecidos en los escombros del World Trade Center. Mercer, quien era vicepresidente de seguridad corporativa, estaba tomando café en la planta baja del WTC cuando el primer avión se estrelló. Se apresuró al piso 44 para supervisar la evacuación de los empleados. Los 3.700 empleados escaparon de daños. Luego Mercer, un veterano condecorado del ejército de las guerras de Corea y Vietnam, regresó al piso 44 para asegurarse de que nadie se quedara atrás. A diferencia de otros socios sobrevivientes, el Sr. Randolph no es elegible para la gama completa de beneficios, desde pensiones hasta pagos del Seguro Social hasta fondos conmemorativos especiales disponibles para las víctimas del 11 de septiembre.
Luke A. Dudek , de 50 años, era el controlador de alimentos y bebidas en Windows on the World. A Dudek le sobreviven su compañero de 20 años, George Cuéllar. Cuéllar dijo que su pareja amaba tanto el negocio de las flores de Cuéllar que después de años de alquilar un espacio, este año compraron su propia propiedad para el negocio. Dijo que Dudek pasó una semana de vacaciones en septiembre completando renovaciones. El primer día de regreso de Dudek al trabajo en Nueva York fue el 11 de septiembre. Murió en los ataques al World Trade Center.
John Winter y su amante William Anthony Karnes , de 37 años, vivían a la vista de la oficina de Karnes en Marsh & McLennon en el piso 97 del World Trade Center Tower One. Caminando juntos a la oficina, la pareja había programado el "viaje" en solo 11 minutos. En la mañana del 11 de septiembre, Karnes, que pasó por "Tony", se fue a su oficina alrededor de las 8:30. A las 8:45, Winter escuchó lo que sonó como un trueno calamitoso. Cuando miró por la ventana de su departamento, ya podía ver su futuro.
Karnes fue asesinada en la tragedia de esa mañana. Al tratar con las secuelas, Winter dice que fue "afortunado [en tener] una buena relación con la familia de Tony en Knoxville".
El residente de Nueva York, Tom Miller, perdió a su compañero Seamus O'Neal en el ataque al World Trade Center. "No tenía el lujo de llorar sin tener que defenderme y demostrar quién soy y quiénes éramos", dijo Miller. "Si en el futuro alguien puede evitar esa tortura, eso sería excelente", dijo.
Elba Cedeno perdió a su compañera de seis años, Catherine Smith , de 44 años, que trabajaba en el piso 97 de una de las torres del World Trade Center. Ambos tenían testamentos, lo que facilitaría el proceso de Cedeno tomando la propiedad exclusiva de su hogar. Pero Cedeno dijo que está enojada porque no calificará para recibir ninguno de los beneficios del Seguro Social de Smith. "Este era mi alma gemela. Planeamos vivir el resto de nuestras vidas juntos y retirarnos juntos", dijo Cedeno.
La ayuda de emergencia mantuvo a Margaret Cruz a flote después de la pérdida de su pareja de 18 años, Patricia McAneney. La Sra. Cruz documentó su sociedad financieramente interdependiente y prevaleció con la Junta de Víctimas del Crimen, la Cruz Roja y el fondo caritativo del Estado de Nueva York. Un total de $ 80,000 fueron para la Sra. Cruz. McAneney, de 50 años, era la jefe de bomberos de su piso del 1 World Trade Center, donde trabajaba para la compañía de seguros Guy Carpenter.
Waleska Martinez , de 37 años, experta en computadoras en la oficina de la Oficina del Censo en Nueva York, estaba a bordo del vuelo 93 que se estrelló en las afueras de Shanksville, Pensilvania. En su libro, Among the Heroes , Jere Longman "cita discretamente [Angela López, su] pareja del mismo sexo". López dijo: "Ella fue mi compañera de toda la vida, mi mejor amiga y alma gemela".
Renee Barrett , herida en el ataque terrorista del 11 de septiembre al World Trade Center, murió el 18 de octubre de sus heridas. Barrett era miembro de la Iglesia de la Comunidad Metropolitana [gay] de Nueva York. Dejó a su compañero de vida Enez Cooper y a su hijo de 18 años, Eddie, que vivía con ellos.
Francis S. Coppola , un detective de la ciudad de Nueva York cuyo compañero, un bombero llamado Eddie, murió en los ataques, resumió los sentimientos bipolares que muchas personas GLBT han tenido sobre el 11 de septiembre. "Nunca he estado tan orgulloso de ser estadounidense o un neoyorquino, pero al mismo tiempo me ha entristecido. El país más grande del mundo, y sin embargo somos tratados como ciudadanos de segunda clase ... El gran amor de mi vida murió haciendo lo que mejor hizo y lo que hizo. le encantaba hacer: ayudar a los demás. Nunca he sido activista ni he querido serlo; sin embargo, es hora de que nos pongamos de pie y seamos contados y exijamos igualdad, nada más ni nada menos.
Desde el 11 de septiembre, amigos de Michael Lepore , de 39 años, analista de proyectos en Marsh & McLennon, han estado podando sus rosales, despejando la hiedra de las paredes de piedra y plantando bulbos para la próxima primavera. Es el acto perfecto de amabilidad, dijo el socio de 18 años del Sr. Lepore, David O'Leary.
John Keohane, de 41 años, estaba trabajando cerca del World Trade Center cuando los aviones chocaron. Fue asesinado por la caída de escombros.
Keohane trabajó en One Liberty Plaza cerca del World Trade Center y murió cuando las torres se derrumbaron. Después de que los aviones golpearan las torres del Trade Center, Keohane conoció a Mike Lyons, su compañero de 17 años, en la calle, y llamó a su madre desde su teléfono celular. "Estaban en la calle como todos los demás", dijo la hermana de Keohane, Darlene Keohane, a The San Francisco Chronicle . "Mientras hablaba, pensó que un tercer avión se estrelló contra el edificio". Lo que Keohane pensó que era un tercer accidente fue realmente el colapso de la Torre Sur del World Trade Center. Mientras Lyons sobrevivió, Keohane fue asesinado por la caída de escombros.
Trágicamente, Lyons murió por suicidio el 1 de marzo de 2002, en su 41 cumpleaños.
Sheila Hein , de 51 años, trabajaba para la oficina de administración y presupuesto del Ejército de EE. UU. En el Pentágono cuando el vuelo 77 de American Airlines se estrelló contra él. Peggy Neff es la socia de 18 años de Hein. Los administradores del Fondo de Compensación de Lesiones Criminales de Virginia se negaron a aceptar que la pareja fuera cualquier cosa menos "amigos". Sin embargo, en enero de 2003, "el Fondo de Compensación del 9-11 del gobierno federal aprobó lo que se dice que es el primer pago a [Neff], una persona en una relación homosexual cuya pareja fue asesinada en los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001.
"Roxy Eddie" Ognibene , un miembro querido de la Liga de Softbol de la Gran Manzana de los Renegados de Nueva York, se perdió trágicamente en el ataque del World Trade Center del 11 de septiembre. Trabajó como operador de bonos para Keefe, Bruyette & Woods en el piso 89 del WTC 2.
©CUBA ETERNA GABITOS
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