Juana Bacallao, la última de las divas de la noche habanera, falleció en La Habana después de varios días hospitalizada por una infección generalizada. El 26 de mayo hubiera cumplido 99 años.
Era fuego en escena, un látigo con la palabra, tenía la cintura más fina y las caderas más escandalosas, y sabía decir chistes como los dioses, pero los de espíritu burlón. Varias generaciones de cubanos la disfrutaron en los cabarets de La Habana, y así se lo han agradecido en las redes.
“Juana Bacallao, otro valor más de nuestra Cuba eterna, cada día nos sentimos más huérfanos!”, escribió el pintor Jesús Echavarría en Instagram.
Cuando Celia Cruz y Olga Guillot tomaron el camino del exilio, cuando murieron Elena Burke y Moraima Secada, Leonora Rega y Gina León, que tantas veces se presentó en el Salón Rojo del hotel Capri, como la misma Juana, ella era lo más parecido a las reinas de esas noches locas, de baile, plumas, pelucas, vestidos de lentejuelas y monopantalón de lamé dorado.
Nadie era tan afocante como la Bacallao. Eltalento de Juanaera diferente. Lo suyo no era la voz –ni siquiera memorizaba las canciones–, sino la habilidad de mover al público, de llenar un escenario mínimo y convertirlo en un club de candilejas y lámparas de lágrimas a media luz, de volar montada en las alfombras que se marchitaban y transformarlas en pasarela de estrella.
La gente le hablaba desde las mesas y ella le respondía con la mayor gracia. Una de sus habilidades era defenderse de los piropos en la calle. Recorría con frecuencia el trayecto desde el Club 21, entre el Capri y el Nacional, y a todos los saludos respondía con simpatía.
“Nos aligeró la vida a muchos que tuvimos la suerte de verla en su show de El Caribe del Habana ‘Libre’ ”, escribió en Instagram Esteban Alvarez Buylla.
Juana Bacallao era La Habana más luminosa
Juana, que era mucha Juana, era lo poco que les quedaba a los amantes de la juerga y la madrugada en la ciudad que por mucho tiempo nunca dormía. Y es premonitorio, sintomático, que se marche ahora cuando La Habana agoniza, cuando la recorre el fantasma de los apagones.
“Tu cabeza está tiernamente loca/envuelta en una peluca platinada,/Tus senos son las noches negras de un país helado”, escribió Zoé Valdés en un poema que le dedicó a Juana, y que compartió en sus redes sociales el 23 de febrero.
La escritora, desde Francia, recordó un día de su juventud, en que iba en bicicleta por la calle Neptuno junto con su amiga Enaida Unzueta, y se cruzó con Juana, quien les gritó: “¡Pepillas locaaaaaaas!”.
El escritor Antonio José Ponte compartió una de las ocurrencias más famosas de Bacallao. Raffaella Carrà le preguntó en un programa televisivo cuál era su signo zodiacal. “Calamar” le respondió Juana.
Su nombre en el registro civil era Neris Amelia Martínez Salazar y así surgió su nombre artístico.
“Obdulio Morales escribió la guaracha “Juana Bacallao” para una producción de Rodney en Tropicana. La estrenó Rosita Fornés. Luego la cantaron Olga Chaviano, Celina Reynoso y otras vedettes”, cuenta el escritor Armando López.
“En los años 50, Amelia –que así se llamaba– hacía reír en cabarets de barrio caricaturizando el tema de Obdulio. ¡Tanto hizo reír! Que la llamaron Juana Bacallao. ¡No le fue fácil! No era linda. Cantaba guarachas [a su manera]. La revolución la sorprendió en el Intermezzo, un club gay al fondo del Hotel Sevilla”.
López, que la describe como “leyenda, porque no era cantante ni vedette”, cuenta que la oportunidad le llegó en 1963, cuando Humberto Anido –el productor del Cabaret Capri– la contrató junto a Dandy Crawford, como pareja humorística del show Me voy pa’ Brasil (la estrella era Gina León). Y su consagración llegó con Caperucita se divierte, donde fue Caperucita y Dandy, el lobo”.
Las muchas vidas y muertes de Juana Bacallao
Juana llevaba días despidiéndose y el anuncio de su muerte se hizo antes de tiempo en varios sitios. “Hasta para morirse era diva” señaló un portal sobre temas de Cuba, indicando que fue la prensa de la isla la que se adelantó al publicar su muerte, lo que después corrigió.
Estaba ingresada en el Hospital Militar Carlos J. Finlay de La Habana y se mantenía en terapia intermedia, dijo su representante Armando Guerra Sarduy, que desmintió la muerte y luego otros medios cubanos se hicieron eco, compartiendo detalles de su carrera.
Juana nació el 26 de mayo de 1925 en el barrio habanero de Cayo Hueso. A los 6 años quedó huérfana y fue enviada a una escuela católica. Trabajaba como doméstica cuando la descubrió Obdulio Morales, y con su guaracha debutó en el Teatro Martí. Como la mayoría de los músicos cubanos, no tenía estudios formales pero aprendió a tocar el piano y las tumbadoras.
Neris Amelia Martínez Salazar recorrió el mundo con su arte, inspiró canciones como Juana la cubana, de Las Chicas del Can, y una calle lleva su nombre en República Dominicana.
En Cuba cantó en los escenarios del Salón Rojo del Hotel Capri, el Parisien del Hotel Nacional, Tropicana y Sans Souci y actuó junto a los más grandes: Nat King Cole, Bola de Nieve, Chano Pozo, Beny Moré, Rita Montaner y Celeste Mendoza.
Anécdotas inolvidables de Juana Bacallao
De su encuentro con Celia Cruz en Nueva York, surgió una de sus mejores anécdotas. Después de la presentación de Juana, Celia fue a llevarle un ramo de flores, un gesto hermoso después de mucho tiempo sin verla.
“Celia, dame las flores y piérdete, que aquí, una de las dos, o tú o yo, es de la Seguridad”, le susurró Juana, indicando una vez más el conocimiento de los artistas cubanos de que hasta fuera de Cuba son vigilados por la policía política.
Después de verla bailar, le dijo a Alicia Alonso: “Alicia, ya vine a tu show, vamos a ver cuándo tú vas al mío”.
Cuando la campaña del gobierno cubano para la liberación de la activista Angela Davis, Juana dijo, en su estilo incomparable: “¡Nixon, suéltala, déjala vacilar!”.
Una vez que se encontró con Fidel Castro, y el gobernante le preguntó que le hacía falta, le dijo así, muy en lengua de calle: “Comandante, tengo el gao en candela”. En fin, traducido, quería decir que su casa estaba en un estado lamentable.
“Comediante única, irrepetible, irreemplazable”, la llamó Alexis Valdésen un homenaje que le hizo en sus redes el año pasado con motivo de su 98 cumpleaños.
“Trabajé muchos años con ella en Cuba, en el cabaret Capri, y después de gira por las provincias, sobre todo, en Pinar del Río. Era tan divertido verla en el escenario, como hablar con ella, como viajar con ella, o sentarse a cenar o tomar un café con ella. Una comediante total. Todo el tiempo. Pocas veces me he reído y me volveré a reír como con Juana Bacallao”, rememoró Valdés.