La ingobernabilidad y el caos devastador que hoy imperan en Haití, con bandas criminales asolando el país, confirman que es un Estado fallido. Nadie lo pone en duda. Sin embargo, Cuba, su cercano vecino por el oeste, también lo es, pero la comunidad internacional no lo reconoce así.
Claro, no son comparables la espeluznante situación en Haití con la crisis multisistémica en Cuba, pero tampoco se puede comparar, digamos, la guerra actual entre Rusia y Ucrania con la Segunda Guerra Mundial, y ambas son igualmente guerras, aunque de muy distinta magnitud y consecuencias.
O sea, la obviedad de Haití como Estado fallido no es comparable con la internacionalmente menos perceptible condición de Cuba como Estado fallido. Pero, ojo, para el pueblo cubano que lo sufre cotidianamente sí que lo es. Diría que todo Estado cuya población vive bajo la dramática consigna: "Sálvese quien pueda", es ya fallido. Y es esa la que rige hoy en Cuba.
Por otra parte, no es lo mismo constatar la pobreza extrema, hambre crónica y atraso socioeconómico en un país que siempre ha sido muy pobre, como Burundi, por ejemplo, que sorprenderse con la situación de miseria y atraso a la que ha llegado Cuba, que antes del castrismo era uno de los tres países con mayor nivel de vida en América Latina y se acercaba al Primer Mundo. Haití, en cambio, era ya el más pobre de todo Occidente.
¿Qué cataclismo convirtió a Cuba en casi otro Haití?
La respuesta a esta pregunta es: el Estado fallido copiado del que falló antes en otros 33 países en el siglo XX.
Si hay una clara evidencia del carácter fallido del castrismo es que la meta suprema que tienen los cubanos es emigrar, como sea y para donde sea, irse de un país que antes era un imán para atraer inmigrantes de todo el planeta. Solo en los últimos cinco años han emigrado más de 600.000 cubanos. La Isla se está vaciando. La población económicamente activa se está yendo.
No importa que la definición convencional de Estado fallido siga siendo nebulosa. Si buscamos en un diccionario la palabra "fallido" leemos: "lo que no funciona bien, o no funciona nada que no alcanza sus objetivos, o falla en ellos". Y es sinónimo de frustrado, infructuoso, fracasado, ineficaz.
Y hablando de Haití, hacia allí viaja constantemente una avalancha de "mulas" cubanas a comprar todo lo que el Estado socialista castrista es incapaz de producir. Regresan a Cuba cargados de artículos de consumo tan necesarios como alimentos, medicamentos, ropa, calzado, productos de aseo e higiene, etc. Y según datos oficiales otros 3.000 cubanos viven en Haití, han formado familias y dicen que allí les va mejor que en Cuba.
El propio hacedor del Estado castrista confesó que es fallido
Lo curioso es que fue el propio Fidel Castro quien admitió el carácter fallido del Estado por él erigido, cuando en 2010 confesó a un periodista estadounidense que "nuestro modelo" (léase Estado comunista) no funcionaba. De eso hace 14 años. Hoy la crisis nacional es muchísimo más grave y asfixiante.
Los expertos en general consideran que un Estado fallido es aquel en el que hay ingobernabilidad, caos, conflictos armados, y por eso no es capaz de garantizar los servicios básicos a la población. Es ese un concepto no muy feliz que digamos. En Cuba no hay guerra civil, pero sí crisis de gobernanza.
El Estado castrista es incapaz de aliviar siquiera la crisis, ni de garantizar los servicios básicos indispensables en toda sociedad moderna. Se desentiende olímpicamente de sus deberes, los ciudadanos pasan hambre y se han hundido en la miseria. A la mafia militar que usurpa el poder solo le interesa enriquecerse y lavar dinero sucio de mil maneras.
Se explota a los cubanos, se les roba, se les silencia, se les aterroriza y encarcela, se les empobrece a nivel subsahariano, y se les hace pasar hambre, se les desnutre fatalmente. Sí, el Gobierno controla todo el territorio del país, ¿pero qué hace por el pueblo? Aterrorizarlo y hambrearlo.
Hambre, pobreza, violencia, falta de medicinas, de electricidad, de agua
Hoy el 88% de los cubanos vive en la extrema pobreza, según los parámetros del Banco Mundial. Como promedio solo pueden hacer una sola comida al día, y a veces ninguna. Ya les falta hasta el pan.
El Estado invierte 15 veces más dinero en construir hoteles que en la agricultura y la ganadería, pese a permanecer vacías tres de cada cuatro habitaciones de los hoteles existentes. El salario mínimo es quizás el más bajo del mundo: seis dólares mensuales, y la canasta básica alimentaria cuesta 57 dólares, a la tasa de cambio callejera de 350 pesos por dólar, pues el Estado no tiene dólares para vender.
El sistema de salud pública es monopolio del Estado y muchas personas mueren o se agravan de sus enfermedades por la asombrosa falta de medicamentos y de asistencia médica adecuada. No obstante, el régimen explota en el extranjero como esclavos a decenas de miles de médicos a quienes les roba el 85% de sus salarios en divisas, que en no poca medida va al bolsillo de la mafia gubernamental.
La extrema gravedad de la crisis cubana se expresa ya en forma patética. Últimamente la prensa independiente reporta noticias elocuentes. Tres personas en San José de las Lajas, Mayabeque mataban perros para vender su carne. También en La Güinera han vendido carne de perro molida en latas de picadillo "El Cocinero", y también carne de aura tiñosa. En Palma Soriano un hombre cazó una y se la comió. Un mes después, mató un perro "para comérselo en Nochebuena".
En Santiago de Cuba, en el Hospital Clínico Quirúrgico robaban vísceras de cadáveres, las cocinaban y las vendían como "picadillo". En Artemisa un individuo se comió un caracol gigante africano, altamente tóxico. En toda la Isla son cazados y cocinados gatos. Algunos confiesan que han sobrevivido gracias a la carne de ese noble y bello animal.
Solo en un país con mucha hambre se diluye la diferencia entre carne de vaca y de perro, gato, aura tiñosa, caracol africano, o de clarias que viven en las alcantarillas.
El pasado 15 de abril, la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba (COCC) pidió a los fieles rezar por "las madres que luchan por alimentar a sus hijos que no se cansan de buscar medicinas para sus enfermos, a los familiares de los presos que sueñan con verlos regresar, algún día, sanos al hogar".
El Estado ha destruido el sistema electro-energético. Hay apagones diarios interminables que hacen más angustiosa la vida ciudadana, y afecta en grande a la economía. Y la falta de combustible semiparaliza el transporte.
El Estado castrista solo suministra agua regularmente al 48% de la población cubana, el resto la recibe en ciclos de entre tres y 30 días, o nunca, según Cubadebate. ¿No es el abastecimiento de agua potable una de las principales obligaciones de un Estado?
También se ha disparado la violencia y la inseguridad ciudadana en Cuba, a niveles jamás vistos. Asesinan personas para robarle el teléfono, la motocicleta, el automóvil, o lo que sea. Armados con cuchillos asaltan ómnibus, trenes, y roban de todo. Los feminicidios rompen récords casi a diario.
Es cierto que la violencia e inseguridad ha habido siempre en países del Tercer Mundo. Pero no en Cuba. Esa lacra tan masiva y alarmante hoy es un producto neto del castrismo. Como decía el poeta romano Virgilio, "el hambre es mal consejero".
Sí, ese Estado que sigue elogiando la izquierda radical es el causante de la pobreza extrema, la angustiosa escasez de todo, el hambre, los apagones interminables, la falta de medicamentos y el malvivir que azota a los cubanos, sobre todo desde que dejó de ser subsidiado por Moscú y Caracas.
Conclusión: no importa lo que digan, Cuba sí es un Estado fallido, en menor grado que Haití, pero igualmente fracasado, para usar uno de los sinónimos que vienen en el diccionario.