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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: cubanet201  (Mensaje original) Enviado: 28/10/2024 13:01

Cuando tener más votos no significa ganar
El candidato más votado no tiene por qué ser el elegido
 
Cinco presidentes en la historia de Estados Unidos lo han sido
sin obtener el respaldo mayoritario de los ciudadanos estadounidense, el voto popular.
      Qué son los 'swing states': estos son los siete estados bisagra que pueden decidir las elecciones de Estados Unidos
 
NACHO M.JIMÉNEZ
 
La encuestas de las elecciones en Estados Unidos prevén uno de los comicios más reñidos en la historia reciente: a Kamala Harris y Donald Trump apenas les separan dos puntos porcentuales en la media de los sondeos electorales cuando quedan apenas dos semanas para que abran las urnas: una diferencia que entra dentro del margen de error de las encuestas y que sugiere que el más mínimo detalle decantará la balanza para demócratas o republicanos.
 
El particular sistema electoral estadounidense, tan propio como particular, hace que no sea tan importante el 'cuánto' sino el 'dónde' de los votos. Y es que es posible que el candidato con menos votos resulte elegido presidente, algo que no es nuevo en la historia norteamericana: ya ha ocurrido otras veces, con algunos precedentes muy recientes.
 
El candidato más votado no tiene por qué ser el elegido

El sistema electoral de Estados Unidos, el llamado 'winner-takes-all', hace que pueda ser un voto el que decante las elecciones, otorgando todo el apoyo de ese estado a uno u otro bando. De hecho, el ganador no tiene por qué ser el que más votos tenga, sino el que más delegados electorales de los estados consiga (el número de delegados de cada estado se asigna en función del número de habitantes)
 
Supongamos que el 'candidato A' gana por un único voto tres estados que reparten 30 delegados electorales, mientras que el 'candidato B' gana por millones de votos cuatro estados que suman 29 delegados electorales. Pues bien, aunque el 'candidato B' tenga el apoyo de cuatro estados y de varios millones de votantes más, 'el candidato A' sería el ganador de las elecciones, ya que suma más delegados electorales.
 
La encuestas de las elecciones en Estados Unidos prevén uno de los comicios más reñidos en la historia reciente: a Kamala Harris y Donald Trump apenas les separan dos puntos porcentuales en la media de los sondeos electorales cuando quedan apenas dos semanas para que abran las urnas: una diferencia que entra dentro del margen de error de las encuestas y que sugiere que el más mínimo detalle decantará la balanza para demócratas o republicanos.
 
El particular sistema electoral estadounidense, tan propio como particular, hace que no sea tan importante el 'cuánto' sino el 'dónde' de los votos. Y es que es posible que el candidato con menos votos resulte elegido presidente, algo que no es nuevo en la historia norteamericana: ya ha ocurrido otras veces, con algunos precedentes muy recientes.
 
 
El candidato más votado no tiene por qué ser el elegido

El sistema electoral de Estados Unidos, el llamado 'winner-takes-all', hace que pueda ser un voto el que decante las elecciones, otorgando todo el apoyo de ese estado a uno u otro bando. De hecho, el ganador no tiene por qué ser el que más votos tenga, sino el que más delegados electorales de los estados consiga (el número de delegados de cada estado se asigna en función del número de habitantes)
 
Supongamos que el 'candidato A' gana por un único voto tres estados que reparten 30 delegados electorales, mientras que el 'candidato B' gana por millones de votos cuatro estados que suman 29 delegados electorales. Pues bien, aunque el 'candidato B' tenga el apoyo de cuatro estados y de varios millones de votantes más, 'el candidato A' sería el ganador de las elecciones, ya que suma más delegados electorales.
 
 
John Quincy Adams, primero en ganar con menos votos

El primer precedente data de 1824: en una Unión formada solo por 24 estados, John Quincy Adams se convirtió en el sexto presidente de Estados Unidos a pesar de que había obtenido casi 40.000 votos menos que Andrew Jackson. En aquella época había más partidos en la terna por el poder y ninguno de ellos logró la mayoría del Colegio Electoral, por lo que la decisión se trasladó a la Cámara de Representantes.
 
Allí, se produjo un pacto 'a la española': Adams pactó con Clay, otro candidato minoritario, para ser elegido presidente, pese a tener menos votos y delegados electorales. En recompensa, Clay fue nombrado secretario de Estado.
 
Un pacto 'secreto' hizo a Hayes presidente con menos votos que Tilden

Tampoco en 1876 alcanzó la mayoría de delegados ningún candidato, por lo que esta vez el Congreso delegó en la Corte Suprema, en un comité de representantes, jueces y senadores, otorgar la victoria. El demócrata Samuel Tilden tenía 184 votos electorales y 250.000 votos más que el republicano Rutherford B. Hayes, que tenía 164 votos electorales. Sin embargo, Hayes reclamó la victoria en tres estados, y la Corte Suprema terminó por darle la razón y hacerle presidente por un voto electoral de diferencia.
 
Esta decisión se tomó tras un pacto 'secreto' en el que Tilden apoyaba la presidencia de Hayes si este retiraba los ejércitos de la Unión de varios estados del sur, bastiones demócratas, donde permanecían tras la guerra de Secesión. Hayes prometió además avanzar en la reconstrucción del país y gobernar durante un solo mandato, promesa que cumplió.
 
Harrison ganó a Cleveland por 90.000 votos

En una campaña marcadas por las acusaciones de ambos partidos de compra de votos y de excluir a los afroamericanos del sur de las votaciones respectivamente, el demócrata Cleveland y el republicano Harrison se midieron en las elecciones de 1888.
 
Aunque el entonces presidente Cleveland ganó el voto popular con 90.500 votos más que Harrison (0,8% de diferencia), Benjamin Harrison obtuvo más delegados electorales y fue elegido presidente por 233 votos a 168 en el Colegio Electoral. Cleveland terminaría regresando a la Casa Blanca cuatro años después, siendo el único presidente en la historia de EEUU en gobernar durante dos periodos no consecutivos, algo que en 2024 Trump trata de conseguir.
 
Bush hijo, presidente con menos votos y por decisión judicial

Habría que esperar 112 años para que volviese a darse un episodio similar, cuando en las elecciones del 2000 George W. Bush fue nombrado presidente en unos comicios decididos por apenas 537 votos. Durante la noche electoral, el demócrata Al Gore obtuvo medio millón de votos más que Bush, pero en el Colegio Electoral todo estaba muy igualado.
 
Sin embargo, y aunque los medios anunciaron que Al Gore había ganado en Florida, el recuento oficial demostró que Bush había conseguido apenas 537 votos más en el estado caribeño, lo que le daba la mayoría de delegados y la presidencia.
 
La decisión fue controvertida y apelada ante la Corte Suprema, que tuvo que decidir si realizaba un complejo segundo recuento condado por condado. Ante la posibilidad de un bloqueo institucional inédito por lo ajustado de los plazos, la Corte Suprema votó, por 5 votos a 4, reconocer a Bush como presidente.
 
Trump fue presidente con 3 millones de votos menos que Hillary Clinton

El último precedente, de hace apenas 8 años, es también el de mayor magnitud si atendemos a las cifras: aunque Hillary Clinton obtuvo casi tres millones más de votos que Donald Trump, el magnate neoyorquino rompió todos los pronósticos y fue elegido presidente al tener la mayoría de los delegados del Colegio Electoral: 304 frente a 227.
 
Aunque Clinton ganó holgadamente en estados muy poblados como California y Nueva York, la campaña de Trump se centró en obtener la victoria, aunque fuese por ventajas muy cortas, en estados tradicionalmente demócratas como Michigan, Pensilvania y Wisconsin, el llamado 'Muro Azul'. Trump venció por un mínimo 0,2%, un 0,7% y un 0,8% de los votos respectivamente en esos estados, ganando los 46 delegados de esos estados que Clinton esperaba para ella. Una jugada de ingeniería electoral que llevó al magnate de su lujoso rascacielos de Nueva York a la Casa Blanca, donde ahora trata de volver.



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