HISTORIA
Los humanos también compartimos ciertas características con los perros,
como las cualidades neoténicas, que incluyen rasgos juveniles persistentes en la adultez.
Rodrigo Ayala
Durante miles de años, los humanos han modelado la evolución del perro. Pero, ¿qué papel han jugado los perros en nuestra propia evolución? Este vínculo tiene raíces profundas. Todo se remonta a hace más de 20.000 años, cuando un grupo de lobos en Asia Central comenzó a acercarse a los seres humanos. Quizás se sentían atraídos por sus actividades y los restos de comida. Algunos de estos lobos se adaptaron a vivir cerca de los humanos, creando una relación simbiótica.
A lo largo del tiempo, los humanos domesticaron a estos animales. Seleccionaron a los más dóciles y útiles para trabajos específicos, como la caza o la protección. Desde ese momento, la relación entre ambas especies ha dado forma a la historia de manera sorprendente. Hablemos sobre la relación entre los perros y la evolución humana.
La domesticación del perro ha generado una notable diversidad de razas, que van desde pequeños perros «toy» hasta imponentes mastines. A lo largo de los siglos, los humanos hemos influido profundamente en los perros. No solo a nivel físico, sino también en sus comportamientos. El proceso de domesticación no solo ha reducido su temor hacia los humanos, sino que también ha incrementado comportamientos como la sociabilidad. Esto es algo fundamental para vivir en armonía con una especie tan diferente. Investigaciones actuales sugieren que este proceso podría haber ocurrido a través de una autodomesticación, especialmente en perros y gatos, aunque también se plantea que pudo haber influido en otras especies.
Una evolución compartida
Sin embargo, esta influencia no es unidireccional. Los humanos también compartimos ciertas características con los perros, como las cualidades neoténicas, que incluyen rasgos juveniles persistentes en la adultez, como caras más redondeadas y ojos grandes. Además, tanto perros como humanos muestran comportamientos prosociales, como la cooperación y la interacción con otros grupos, lo que sugiere una forma de domesticación mutua o «codomesticación».
Aunque los registros de los primeros cambios en nuestra evolución son limitados, investigaciones recientes apuntan a que los perros podrían haber influido en la estructura social humana. En el Paleolítico, los perros eran valiosos aliados para los humanos en la caza, pero estudios contemporáneos sugieren que la relación entre perros y mujeres en muchas culturas podría haber sido incluso más significativa. De hecho, los perros jugaron un papel clave en la expansión humana, acompañando a los pueblos migratorios, como se evidencia en los trineos tirados por perros encontrados en Siberia, que datan de hace más de 9.500 años.
Vínculos emocionales
Una de las pruebas más conmovedoras de la conexión entre humanos y perros se encuentra en el sitio arqueológico de Bonn-Oberkassel, en Alemania, donde se descubrió un cachorro enterrado junto a dos humanos hace 14.000 años. Este gesto parece ser el primer indicio de un vínculo emocional entre especies, sugiriendo que los perros ya eran considerados miembros de la familia.
Con el advenimiento de la Revolución Neolítica, los perros siguieron desempeñando un papel crucial. Los primeros asentamientos agrícolas, como Aşıklı Höyük en Anatolia, evidencian que los perros colaboraban en la caza y el pastoreo. Este periodo de cambio en las formas de vida humanas, marcado por la sedentarización, estuvo estrechamente ligado a la presencia de perros, que facilitaron la gestión de los rebaños y contribuyeron a la expansión de la agricultura.
Más allá de los cambios físicos y sociales, se han propuesto teorías que sugieren que la relación con los perros favoreció nuestra propia evolución cognitiva y cultural. Algunos investigadores creen que la interacción con los perros pudo haber impulsado el desarrollo del lenguaje complejo, necesario para la comunicación entre humanos y con otras especies. También comparten con los perros presiones selectivas relacionadas con la dieta, como la adaptación a una alimentación más rica en carbohidratos desde el Paleolítico, evidenciada por la presencia de ciertos genes en ambas especies.
Los papeles han cambiado, pero la relación sigue siendo fuerte
A lo largo de la historia, la relación con los perros ha ido cambiando, desde su papel en la caza en la antigua Grecia y Roma hasta convertirse en símbolos de estatus en la Edad Media, donde la nobleza criaba perros de caza. Con el tiempo, la presión selectiva aumentó y se comenzaron a formar razas específicas, una tendencia que culminó en el siglo XIX con la estandarización de las razas modernas. En las áreas rurales, los perros ayudaban a cuidar el ganado y cazaban animales salvajes. A menudo se criaban para fines específicos, como el pastoreo o la protección.
Hoy, más de 900 millones de perros habitan el planeta, pertenecientes a más de 360 razas reconocidas por la Fédération Cynologique Internationale (FCI). A medida que nuestra sociedad evoluciona, es interesante reflexionar sobre cómo nuestra relación con los perros seguirá influyendo en su futuro y, a su vez, cómo ellos seguirán modelando nuestra propia evolución.
En el siglo XX y XXI, la relación entre perros y humanos se ha profundizado aún más. Los perros se han convertido en miembros de la familia en muchos hogares y, en muchos casos, se les considera como compañeros emocionales y psicológicos. Además, los perros desempeñan roles importantes en el trabajo, como perros guías para personas con discapacidad visual. También pueden ser perros de terapia, y perros de rescate en situaciones de desastre.
FUENTE: REVISTA MUY INTERESANTE