"Por accidente, por esas cosas de la vida, terminé en el tango y cuando lo probé, no lo dejé más. A partir de ahí comencé a conectarme con el mundo del tango" en Nueva York, comentó Segura, al tiempo que recordó que al regresar a su país tomó clases de tango y de actuación.

Y es que hace ocho años Segura estaba dedicado al mundo de la informática en Argentina y ni siquiera sabía bailar ese género musical.
Al perder su empleo en un banco, viajó a Nueva York donde una amiga tenía una "milonga" (lugar donde se reúnen a bailar) y allí se enamoró del tango, lo que hasta ese momento no le había ocurrido en su país.

En 2007 decidió radicarse en Nueva York y junto al bailarín holandés Antón Gazenbeck fundó la Escuela Tradicional de Tango, a través de la cual están dedicados a difundir el tango en su pura esencia.

"Como argentino, vi durante muchos años que el tango se venía deformando a raíz de mezclarlo con ballet, danza contemporánea y jazz, hasta el punto en que cuando uno ve hoy el tango, ya ni lo parece", aseguró.
Agregó que su socio tiene una colección de 2 mil vídeos sobre el tango tradicional en los cuales basan sus clases.

"Él es un apasionado de la historia. Me habló de su colección de vídeos y, al verlos, me di cuenta del valor de lo que estaba haciendo y decidí apoyarlo con todo tipo de eventos que muestran al mundo cómo era antes el tango", explicó.
Segura y Gazenbeck formaron una pareja de baile y comenzaron a hacer demostraciones del tango tradicional y así surgió la propuesta de organizaciones latinas de la comunidad homosexual, lésbica, transgénero y transexual (LGBT) para que dieran clases de tango dirigidas a ese grupo.

El curso, que también está abierto al público heterosexual, comenzó hace cuatro semanas y, según Segura, ha tenido una gran respuesta, ya que es el único en Nueva York dirigido a esa comunidad.

"Ellos se sienten más cómodos en su propio mundo, en su propio grupo LGBT. Por eso decidimos hacer una clase donde abiertamente puedan expresar quiénes son sin tener miedo a que alguien los pueda prejuzgar", comentó.
"Hacemos tango tradicional para gente no tan tradicional", añadió Segura, que también indicó que "como escuela de tango, vamos a dar a la comunidad LGBT de Nueva York herramientas para que bailen sin parar cuando escuchen un tango en una pista de baile".

Explicó que la clase es de "rol abierto", lo que significa que lo mismo pueden bailar dos hombres, dos mujeres o un hombre y una mujer.

Indicó que, a diferencia de las otras clases de tango, en ésta los estudiantes aprenden a bailar la parte que le toca al hombre y a la mujer porque en esta danza cada uno tiene un papel diferente.

De acuerdo con el argentino, el tango goza de gran popularidad en Nueva York y aseguró que si se tiene disciplina, no es difícil de aprender.
"Lo que más importa en el tango es la conexión de la pareja porque sin ella no hay comunicación y sin comunicación no se puede bailar. Creo que ese es el problema de Nueva York, que la gente vive muy rápido, así que tener la oportunidad de abrazarse con alguien y producir un baile es súper lindo", afirmó.
Julián, que emigró hace 14 años a Nueva York y es uno de los alumnos del curso para la comunidad LGBT, dijo que se siente "más seguro" que en una clase para heterosexuales.

"Tengo que aprender porque es una vergüenza ser argentino y no bailar tango", señaló Julián, quien reconoció que tomar estas clases de baile le da la oportunidad de conocer "chicos lindos".
"Me gusta bailar con mujeres, pero con hombres me interesa más, porque de eso se trata esta dinámica", argumentó.