La intervención de Obama no fue transmitida por la televisión nacional, sólo por la de Shanghai, algo poco habitual en el protocolo chino.
El portal de internet de la agencia oficial China Nueva se limitó a un informe escrito, al parecer no censurado, lo que no fue el caso de todos los otros portales chinos.
"Pensamos que las libertades de expresión y de culto y el acceso a la información son derechos universales'', dijo Obama. "Deben ser accesibles a todos, incluyendo las minorías étnicas y religiosas, ya sea en Estados Unidos, en China, o en cualquier parte'', agregó.
De todas maneras, Obama tuvo cuidado de no contrariar a sus anfitriones y no mencionó ni Tíbet ni Xinjiang, escenario de revueltas sangrientas en el 2008 y también en julio pasado. Antes de la visita, algunos observadores habían manifestado el temor a que Obama dejase de lado la defensa de los derechos humanos en favor de los "grandes temas'' como el cambio climático o la lucha contra la crisis económica, cuestiones en las que las dos potencias son cada vez más interdependientes. El Presidente también alegó en favor de un internet sin censura. China ejerce una vigilancia extrema de la red y censura sistemas como Facebook o Twitter.
"Siempre he sido un ferviente partidario de internet. Soy también un enconado partidario de que no exista censura'', afirmó.
Obama reiteró una vez más que "China y Estados Unidos no tienen por qué ser adversarios'', explicando que buenas relaciones bilaterales podrían traer la "prosperidad y la paz en el mundo''.
En un discurso en Tokio, el mandatario estadounidense ya había insistido en que quería mostrar a Pekín que Washington no es un rival, sino el socio de una China que se afirma cada vez más como una potencia.
La visita del jefe del Estado norteamericano se realiza en medio de drásticas medidas de seguridad. El barrio central de Pekín donde pasará dos noches fue herméticamente cerrado. Desde su llegada, el tránsito había sido paralizado.
Sin embargo, numerosos pekineses no perdían la esperanza de ver al Presidente, que en China goza de gran popularidad, sobre todo entre los jóvenes.
El viaje a China de Obama es considerado como el punto culminante de su gira asiática de una semana que lo llevó a Tokio, Singapur (para la cumbre de la APEC), Shanghai y Pekín, y terminará en Seúl.