Otro dato confirma que Yoani dejó de ser una simple bloguera para convertirse en todo un fenómeno: en septiembre, Generación Y registró 14 millones de entradas, y eso sólo en español, ya que esta bitácora está traducida a 16 lenguas. A mediados de noviembre, las referencias a Sánchez en el buscador Google se acercaban al millón, y su biografía en Wikipedia era casi del mismo tamaño que la de Fidel Castro.
Paradójicamente, el fenómeno Yoani ha ocurrido de espaldas a la mayoría de los cubanos. Además de que el acceso a Internet en la isla es muy reducido, desde marzo de 2008 las autoridades utilizan un filtro informático ralentizador que bloquea la entrada a Generación Y. Sin embargo, algunos de sus escritos circulan en memorias flash o a través de cadenas de correos electrónicos, sobre todo en La Habana. Yoani no puede acceder directamente a su plataforma ni ver su blog, por eso dice que es una "bloguera ciega". Esto la ha hecho recurrir a la ayuda de amigos y colaboradores en el extranjero, a quienes envía sus correos por e-mail o incluso les dicta los textos por teléfono.
Varios son los factores que han contribuido a su éxito. Según Yoani, "había un fermento necesitado de una chispa y una generación que había callado durante mucho tiempo", lo que, sumado a la aparición de las nuevas tecnologías, la convirtió a ella en las "dos piedras que se frotan". "Yo camino sobre un terreno nuevo que permite que la voz se amplifique a unas dimensiones increíbles", dice, consciente de que hoy con un teléfono celular y una camarita se puede "hacer temblar al poder". "Todo lo que sucede en Internet es así, arrasador. Pero eso no significa que antes no se hicieran cosas valiosas, sino que no se disponía de esa herramienta".
Con independencia de ideologías y posiciones políticas, para muchos Yoani representa la reivindicación de dos ideas vitales, de ahí la formidable pegada de su propuesta. El académico exiliado Haroldo Dilla lo resume a la perfección: Yoani rescata "el derecho de ella, de sus amigos y amigas blogueros y de los varios millones de cubanos (exiliados incluidos) a vivir en su país, opinar libremente y obrar en consecuencia". Y en segundo lugar está "el deber que tienen los que detentan las posiciones de poder de abrir los espacios públicos a todas esas opiniones".
Muchos piensan que Yoani ha conectado con una realidad posrevolucionaria que cada vez gana más terreno… Si la vida en Cuba es cada vez más blogger, ella ha sabido ocupar un espacio que ni el Gobierno ni la disidencia tradicional parecen capaces de llenar… "Hoy no se puede vivir de espaldas a la información y a Internet. Y contra más el Gobierno se empecine y demore en reconocer el fenómeno, antes entraremos por la puerta de atrás", advierte Yoani.
¿Ciberdisidente? No. En todo caso, "ciberactivista", dice. Yoani rechaza ser opositora y tener programa político, ni siquiera un "color político". Hace dos años lo dijo claramente: la gente de su generación "no se define ni de izquierdas ni de derechas; éstos son conceptos cada vez más obsoletos". Estas palabras provocaron la reacción de Fidel Castro en junio de 2008. En un prólogo a un libro sobre Bolivia, el líder comunista lamentó que hubiera "jóvenes cubanos que piensen así" y criticó a aquellos que amplificaban su discurso y la premiaban.
Ella se lo tomó como "una condecoración". Pero también como el primer cruce de espadas. Poco a poco Yoani fue abandonando el ámbito privado de su blog. Y de las reflexiones en voz alta pasó a las acciones de calle. Un día desplegó una pancarta en un concierto para pedir la libertad del rockero Gorki Ávila. Otro tomó el micrófono durante una acción plástica en la décima Bienal de La Habana, donde realizó una encendida defensa de la libertad de expresión. "No sigamos esperando que nos autoricen entrar en Internet, a tener un blog o a escribir una opinión. Ya es hora de saltarnos el muro del control", dijo en aquella ocasión.
Simultáneamente, mientras su discurso tomaba cuerpo, Yoani empezó a acumular permisos denegados para salir del país a recoger sus premios. Sus detractores dijeron que cada galardón internacional y cada facilidad que recibía eran interesados y la fabricaban como opositora a la medida, en creciente sintonía con las posiciones de Washington y Miami.
A principios de año lanzó Voces Cubanas, una plataforma para que los blogueros de la isla tuvieran forma de expresar sus opiniones. Más recientemente se coló disfrazada con una peluca en un debate sobre Internet, organizado por la revista Temas, en el que se impidió la entrada de blogueros y disidentes. El último capítulo tuvo lugar el 6 de noviembre de 2009. Ese día, Yoani denunció que, junto a otros amigos, fue "secuestrada" durante 20 minutos y golpeada por presuntos agentes de la policía secreta para impedirle asistir a una manifestación en un céntrico barrio de La Habana.
Nos cuenta la agresión golpe a golpe, apoyada en una muleta, en el mismo apartamento donde la entrevistamos hace justo dos años. Hay una diferencia. En aquella ocasión, la sala estaba vacía. Hoy, unas 25 personas toman apuntes, pues desde finales de octubre aquí funciona una academia blogger. Se imparten clases de ética y derecho, cultura cubana, fotografía, técnicas periodísticas y herramientas para blogueros como Word Press, Blogspot o Twitter (por supuesto, la maestra de esta última asignatura ya saben quién es). Llama la atención que no se habla de política, aunque sin duda Yoani acaba de dar una vuelta de tuerca al pulso que sostiene con el Gobierno.
En la isla hoy existen unos 50 blogs. La idea, dice, es que dentro de unos años haya miles. "De jardinería, de cocina, de lo que sea… lo importante es que la gente pueda expresarse con libertad". Éste es su punto. Según Haroldo Dilla y otros analistas, Yoani, a sus 34 años, "es la figura emblemática de un nuevo tipo de oposición política que da aire a los agotados disidentes". Ella asegura que no pretende ocupar ningún espacio, aunque sí piensa que los blogs están llamados a ser un motor de cambio en Cuba, no en el sentido político, pero sí "ciudadano". En su opinión, el verdadero factor de cambio en su país "es que la realidad es cada vez más opositora".