Envejeciendo como gay latino
Para este grupo de amigos el ser gay ahora es mucho mejor que en la época en que ellos crecieron; de izquierda a derecha Alfie Poirier, 51, Bob Conrad, 70 y Walter Burger, de 55 años están listos para celebrar el orgullo LGTB.
Por Carmen Alarcon- Nueva York
— El tiempo vuela. La vejez llega con rapidez y cuando arriba esa época las familias cuidan de sí mismas, pero para las personas de la tercera edad gay latinas, esa etapa de sus vidas puede ser una experiencia muy solitaria.
I. R. es un hombre alto, guapo y de buen vestir. Se mueve con elegancia, y se sienta con las piernas cruzadas, mientras habla con sus amigos. Su voz es fuerte.
Se retiró hace 10 años. Vino de Cuba cuando tenía 21, y nunca miro hacia atrás.
“Mis padres nunca supieron que yo era gay, en Cuba te pueden matar por eso”, explica I. R. Como hijo único, hoy, en sus 67 años, él no tiene ningún familiar vivo y está soltero. Vive solo y no le gusta pensar en el futuro y teme envejecer solo.
Suele venir a menudo a Senior Action Gay Environment SAGE/Queens, un centro en Jackson Heights, tres veces a la semana. Las siglas del centro en inglés, SAGE, significan: “Servicios y Abogacía para Envejecientes de la Comunidad Homosexual, Lesbiana, Bisexual y Transgénero”.
“Es un ambiente agradable, que me aleja de mi soledad”, asegura.
Es martes por la tarde, lo que significa, que es día para jugar a las cartas. Hay 13 hombres y cuatro mujeres hablando, todos sentados alrededor de la sala. Los hombres latinos están sentados frente a la mesa de alimentos, y todos hablan español. Otros cuatro están sentados alrededor de la mesa de cartas jugando Rummy y cantando junto al pianista en coro “A mi manera”.
Al lado de la ventana, hay un grupo de tres mujeres que hablan, sonríen y ríen como niñas pequeñas. Comen, aplauden y se preguntan entre si van a ir al próximo paseo en bote por el Río Hudson, que está planeado para el siguiente sábado.
Viven en Jackson Heights y al centro se llega a pie o en autobús.
Como manda la ley de la Ciudad de Nueva York, existe un Centro de Ancianos cada 10 bloques, para facilitar que su población mayor de 60 años —que fue de 1.252,206 en el censo de 2000— cuente con servicios de la tercera edad.
Y lo que hace diferente a esta organización SAGE/Queens, junto a SAGE y Griot Circle, (la organización afroamericana para ancianos gays), es que atienden únicamente y prestan servicios a gays, lesbianas, bisexuales y transgéneros.
Se calcula que en Estados Unidos hay 2.8 millones de personas LGBT de la tercera edad, que equivalen a entre el 3% y el 8% de la población. No hay un número exacto, pues no existe ninguna pregunta en el censo sobre la preferencia sexual.
“Las personas de la tercera edad que vienen al centro son antes y después de Stonewall”, dice Karen T. Taylor, directora de SAGE/Queens. “Aquellos que crecimos aquí sabemos que hay un grupo de defensa para la población gay, pero muchos crecieron en el armario. Muchos se encuentran aún en el armario”, recalca.
Esconder su sexualidad puede ser un arma de supervivencia. En Cuba , después de que Fidel Castro asumiera el poder en 1959, en los años 60 se crearon los UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción), que eran campos de concentración, a los que se enviaron a homosexuales, Testigos de Jehová y disidentes.
“Los cubanos que vinieron aquí esconden su homosexualidad al mundo exterior, porque tuvieron que crecer haciéndolo”,
dice Taylor .
En SAGE/Queens, hay un grupo llamado “Mesa Redonda” que es sólo para los latinos. Se trata de un grupo de conversación para bromear, sentarse, y contar sus historias.
Al comienzo, no querían separarse y ser observados como diferentes, dice Taylor , pero una vez que comenzaron las sesiones, más latinos empezaron a ir a la “Mesa Redonda” con regularidad.
La “Mesa Redonda” tiene un mediador que guía la conversación, ya que, “como sabemos, los latinos hablan uno encima del otro”, dice Taylor, “es una cosa cultural, no significa que no se respeten unos a otros”, pero en las mesas redondas de los sajones, funciona de forma diferente.
Los servicios que atienden a hispanos gays de la tercera edad son casi inexistentes. SAGE/Queens es el único lugar que tiene un grupo sólo para los latinos. Esto se debe a que Daniel Mejía, un gay de 29 años, comenzó a trabajar allí en febrero de este año.
“El hecho de que hable con ellos en español los hace sentir cómodos. Crecieron en un tiempo cuando no se hablaba de ser gay”, dice Mejía.
Hoy en día hay 15 personas de la tercera edad latina, que están activas en el centro. Es una minoría dentro de una minoría.
El número de personas de la tercera edad hispanos en la ciudad de Nueva York es de 206,103, cifra que ha aumentado en más de 43,000 en 10 años, desde 1990 a 2000. Los latinos de la tercera edad son atendidos por dos grandes organizaciones en la ciudad de Nueva York: Instituto de los Puertorriqueños/Hispanos de Edad Avanzada y RAICES (El Consejo de Ancianos de Habla Hispana), que cuenta con dos centros para personas de la tercera edad en Queens y cuatro en Brooklyn, que atienden a alrededor de 6,000 personas de la tercera edad.
RAICES no atiende a la población gay de la tercera edad, pero eso va a cambiar.
“Hay algunos viejitos que se han abierto a unos cuantos de nuestro personal”, dijo José R. Ortiz, Director Ejecutivo de RAICES. Ortiz asegura que un programa piloto, que atienda a personas homosexuales de la tercera edad, comenzará a funcionar a finales de junio del próximo año.
Las necesidades de la comunidad latina gay son diferentes de las de otros gays. Las personas gays de la tercera edad han tenido que luchar contra los estigmas estrictos de la cultura latina que creó cicatrices y temores en personas de la tercera edad, a los que ahora tienen que enfrentarse.
El mes pasado, Antonio Barrios, director de Desarrollo de RAICES y Karen T. Taylor, de SAGE/Queens, entrenaron al personal de RAICES para que fueran sensibles a la población de la tercera edad gay cuando desempeñan su trabajo.
“La mayoría se encuentran aún en el armario y tienen miedo de salir. Esa ha sido su vida”, asevera Barrios. Ha recibido a personas de la tercera edad en su oficina que querían hablar con él. Es abiertamente gay y ellos lo saben.
En las tres organizaciones que atienden a la población LGBT de la tercera edad (SAGE, SAGE/Queens y Griot Círculo) 10,000 personas gays de la tercera edad de la ciudad reciben servicios. Aunque todos ellos tienen miembros latinos, se desconoce el número de latinos gay.
“Los valores tradicionales son un problema para la población gay latina”, asegura Lissette Sosa-Dickson, directora de Clínica de Raíces Casa Bienestar (Clínica de Salud Mental). La presión de ser macho para los hombres, y de ser madres y amas de casa, para las mujeres, son estigmas que no permiten a muchos latinos gay salir del armario.
Con la población gay, Sosa-Dickson dice que es difícil. No hay muchos servicios para ellos y hay una falta de educación de la cultura latina sobre eso.
“Es bastante difícil cuando eres joven, y tienes que trabajar para que la sociedad te acepte. Imagínate cuando se está viejo. Ellos son discriminados. Se trata de comprender lo sensible es esta cuestión”, asegura Sosa-Dickson. Ella cree que se necesitan muchos más grupos de apoyo, porque los gays latinos están aislados de sus familias.
“La vida aquí es muy difícil y solitaria”, afirma J.D., de 67 años y quien llegó de Cuba en 1962. Su pareja de toda la vida falleció hace tres meses y sus padres hace mucho que murieron.
Banderas de arco iris y desfiles gays son un referente común para los neoyorquinos, pero para muchos gays latinos de edad avanzada ha significado una vida de secreto y desarraigo. La mayoría no tienen familiares cercanos, otros están solteros y muchos no tienen a quien llamar cuando algo pasa.
El único lugar donde pueden ir y reunirse con personas de la tercera edad es en centros donde ser gay es abiertamente aceptado.