A la hora del trueque
Fidel para los cubanos. Para el exterior, los excarcelados
José Luis García Paneque muestra en Madrid su estado físico al salir de prisión
Por Alberto Méndez Castelló, Las Tunas
¿Cortina de humo? Si no lo es, recuerda el olor, el sabor acre y la textura de las emboscadas: Fidel Castro apareció en público al mediodía del pasado 7 de julio, justo cuando su hermano, el general Raúl Castro, negociaba con el canciller español, Miguel Ángel Moratinos, y el cardenal Jaime Ortega la excarcelación de los presos políticos.
¿Casualidad o combinación para distraer? Castro reapareció en la televisión a las seis y media de la tarde del lunes, poco antes de que los primeros excarcelados partieran rumbo a España junto a un numeroso grupo de familiares, y visitó el Centro de Investigaciones de la Economía Mundial el martes, cuando viajaban a Madrid otros dos disidentes. Sus irrupciones públicas fueron profusamente recogidas por los medios de la Isla.
Una imagen para el exterior, la de los presos liberados: "Observen, estamos cambiando, gestos por gestos". Otra imagen para el interior de Cuba: "Aquí no cambia nada, aquí está Fidel".
¿Hacia dónde apunta el régimen? Aunque los últimos acontecimientos ocurridos en Cuba y en el mundo (muerte de Orlando Zapata Tamayo; marchas de las Damas de Blanco; huelga de hambre de Guillermo Fariñas; presiones internacionales; crisis económica, moral y ética; cabildeos en pro y en contra del embargo; canjes de espías entre Estados Unidos y Rusia) suponen, o hacen suponer un cambio, nada ha variado en Cuba, salvo el paulatino incremento del tejido cívico de la nación, encabezado por las Damas de Blanco. Ya no hay en la Isla donde no se hable de los presos y de ellas.
El gobierno ha decidido excarcelar a un grupo de presos políticos y, de hecho, aunque no de derecho, buena parte de ellos serán desterrados sin que se produzca una ley de amnistía.
La amnistía perdona el castigo, pero, sobre todo, y por ser una fuente más moral que de derecho, perdona la razón que provocó el castigo. En tanto, el indulto, que suprime la ejecución de la pena, deja intactos los efectos de la condena. En otras palabras, quiere decir "ustedes tienen razón, algo estamos haciendo mal nosotros, como gobierno, que los llevó a delinquir. Vamos a restituir el Estado de Derecho, ustedes y nosotros estamos perdonados".
Pero en Cuba no ha habido amnistía, y nada, salvo en las mentes de los señores Moratinos y Zapatero, indica que la habrá. Es más, las autoridades cubanas pueden excarcelar a todos los presos políticos y nada habrá cambiado mientras continúen prisioneras las ideas que pusieron a esos hombres tras las rejas. No existe seguridad de que en lo adelante no ocurran otros encarcelamientos.
Sólo un ejemplo: por paradójico que parezca, el Código Penal cubano contempla el destierro como sanción accesoria. "La sanción de destierro consiste en la prohibición de residir en un lugar determinado o la obligación de permanecer en una localidad determinada", dice el Artículo 42.
Tal aberración jurídica en un país civilizado se encontraba expresamente prohibida por el tercer párrafo del Artículo 30 de la Constitución de1940. "Ningún cubano podrá ser expatriado ni se le prohibirá la entrada en el territorio de la República", garantizaba aquel ordinal de la suprimida Carta Magna.
Un lugar para irse
Archiconocido resulta dentro y fuera de Cuba, y pruebas sobran, como tanto en su país, al desplazarse dentro de él, o al intentar salir o regresar a él, cotidiana y extrajudicialmente los cubanos son objeto de destierro, según lo articulado por la vigente y muy punitiva ley penal cubana.
Cierto, la muerte de Zapata Tamayo, las protestas de las Damas de Blanco y la huelga de Guillermo Fariñas, por primera vez en medio siglo hicieron ver al régimen que en esta aldea global ya no puede actuar impunemente, porque donde menos lo esperas hay un ojo que te ve y un oído que te escucha. Ya los medios y métodos de observación no son instrumentos exclusivos de la Policía.
Luego, asombra la tranquilidad con que no pocos, dentro y fuera de Cuba, han tomado la conmutación de las condenas a prisión por la sanción extrajudicial de destierro o simple indulto a que son sometidos presos políticos y de conciencia y sus familiares, con la complicidad de un gobierno extranjero, porque en la Isla prevalece una categoría socioeconómica, política y ética criminal.
Cuba es un lugar más para irse que para quedarse. Salir de Cuba constituye todo un premio.
Entre 1946 y 1954 salieron de la Isla 35.645 cubanos, pero en sólo cuatro años, entre 2005 y 2008, esa cifra prácticamente se cuadruplicó y llegó a 138.338. Muchos de esos cubanos están desterrados; aunque lo deseen, no pueden regresar ni para visitar a un ser querido enfermo.
Quizás sea esta la parte isleña que Fidel Castro intenta enmascarar para que Moratinos muestre en Europa la cara menos dañada de la moneda. No sería extraño; sin monedas de cambio, los granjeros de la faja del maíz ya lo están haciendo en Estados Unidos.
Aquí no cambia nada,aquí esta Fidel