Cuba y el turismo norteamericano
El posible impacto del turismo norteamericano en Cuba debe analizarse en dos sentidos: no sólo cuántos turistas desearían viajar a un destino hasta ahora vedado, sino también la cifra que el gobierno de la Isla está dispuesto o puede admitir
Por Gerardo González Núñez,
La reciente aprobación por parte del Comité de Agricultura de la Cámara de Representantes de Estados Unidos del Proyecto de Ley HR 4645, destinado a eliminar las restricciones a los viajes de norteamericanos a Cuba y a otorgar mayores facilidades para las exportaciones agropecuarias a dicho país, ha alimentado aún más el interés sobre el tema de los posibles impactos que implicaría el acceso de la mayor de las Antillas al principal mercado emisor de turistas del Hemisferio Occidental.
Cualquier análisis que se haga al respecto resultará una tarea compleja, porque no existen referentes anteriores en el que han estado involucrados un gran mercado emisor de turistas y un destino que ha estado virtualmente prohibido para dicho mercado por cinco décadas. No obstante a ello, en los últimos años han proliferado una serie de estimaciones de la cantidad de turistas norteamericanos que podrían visitar a Cuba, que en su gran mayoría se sustentan en el interés que se despertaría en los ciudadanos de Estados Unidos el viajar a un destino largamente prohibido para ellos.
Pienso que para realizar proyecciones más objetivas no se debe partir solamente de la premisa de cuántos turistas norteamericanos estarían dispuestos a viajar a Cuba, sino también de cuántos turistas provenientes de Estados Unidos sería capaz de recibir la Isla, premisa que implicaría tomar en cuenta factores endógenos al mercado turístico cubano, como su capacidad hotelera.
En las condiciones actuales, Cuba no está preparada para captar una masiva llegada de visitantes provenientes del vecino del Norte. Para enfrentar con éxito el nuevo reto, el país tendría que manejar varias opciones ―ya sea individualmente o combinándolas―, y una de ellas es el incremento de la oferta habitacional hotelera.
Durante el decenio 2000-2009, Cuba continuó agregando habitaciones a su fondo hotelero, pero a un ritmo muy inferior a lo logrado en la década de los 90. Para que la Isla pueda responder a la alta demanda de turistas norteamericanos que se proyecta, tendrá que mantener un nivel de incremento de la oferta habitacional hotelera superior al ritmo logrado en el decenio recién terminado. La fuerte crisis económica que ha afectado al país desde el año 2008 ―unido al deterioro sufrido por la anterior crisis precipitada por la caída del campo socialista europeo y las debilidades estructurales de la economía cubana― ha provocado un fuerte drenaje de sus reservas monetarias internacionales, que incluso obligó al gobierno cubano a realizar una retención forzosa de recursos financieros de empresas extranjeras depositados en el sistema bancario nacional. Todo ello, presumiblemente, ha incrementado el factor de riesgo-país para el acceso a los mercados crediticios y de inversión globales, y ha debilitado la capacidad inversionista de Cuba, por lo que las posibilidades de fuertes expansiones en la infraestructura del sector a los niveles que se necesitan son cuestionables en el corto y mediano plazo.