De no haber sido por Olga Guillot, el bolero tal vez jamás habría tenido en su época de oro el sentimiento femenino tan especial que ha perdurado por casi siete décadas. A los 87 años, la Reina del Bolero, la primera artista latina que cantó en el Carnegie Hall, seguía siendo admirada y reconocida en todo el continente.
“Antes de ella las mujeres no habían escuchado con su estilo en un escenario los reproches que una mujer le hace a un hombre”, comentó para esta columna su hija Olga María señalando que en su época la gran cantante marcó nuevas tendencias en el mundo de la música.
Pero aparte, desde que se exilió en México en 1961, no dejó de hacer oír sus críticas al régimen castrista que, en respuesta, no permitía escuchar sus temas en la isla. “Es inconcebible que mi música se escuche en todo el continente, menos en Cuba”, comentó la cantante cubana en una entrevista anterior con esta columnista.
Miami la despidió como correspondía a una de las glorias de música cubana, con un sepelio digno de su trayectoria. Miles de seguidores desfilaron por su féretro en la iglesia de Saint Michael en la noche del miércoles y el jueves las multitudes acompañaron su recorrido hasta el cementerio donde se incineraron sus cenizas.
Los últimos años de su vida había escrito su biografía, que aún no se ha publicado. “Tiene un contenido muy político, aparte de su vida artística”, expresó Olga María señalando que hasta el momento no existe fecha para la publicación ni editorial para este libro autobiográfico.