"Era España o quedarme en la cárcel'
Los ex presos cubanos acogidos por España, durante su rueda de prensa
Por FABIOLA SANTIAGO
Antes que sus vidas cambiaran tras una llamada telefónica del cardenal Jaime Ortega, estos hombre pasaban sus días luchando por sobrevivir las condiciones, notoriamente duras, de las cárceles cubanas, concentrados en ganar la guerra psicológica con sus carceleros y sólo armados con la esperanza de que algún día pudieran salir.
Ahora que están libres pero exiliados, luchan por otro tipo de supervivencia: ajustarse a una nueva vida en un país extranjero y tomar decisiones difíciles para ellos y sus familiares.
"En la cárcel el día es muy largo, y aquí es muy corto', afirmó Ricardo González Alfonso, un conocido periodista independiente condenado a 20 años tras su arresto en la Primavera Negra del 2003 y liberado la semana pasada bajo un acuerdo entre el gobierno cubano, el español y la Iglesia Católica.
González, de 60 años, y los primeros 10 presos políticos liberados la semana pasada han capturado los titulares de medios en España con la historia de su vida en prisión y la angustia de que los exiliaron en España sin tiempo para reflexionar sobre sus opciones.
Pero ahora ha llegado el momento de decidir si aceptan la reubicación en otras partes de España, como quiere el gobierno, o luchar por quedarse en Madrid, un tema en el que están divididos.
Aunque todos están decidido a seguir la batalla por la democracia en Cuba, algunos están ansiosos por buscar oportunidades de empleo y vivienda en otras partes. Otros quieren permanecer cerca de la comunidad cubana exiliada y de Madrid, el epicentro político del país.
"Estoy listo para empezar una nueva era en mi vida, así sea barriendo calles', le dijo Pablo Pacheco, de 40 años, al Miami Herald durante una emotiva despedida de sus compañeros y familiares en el Hostal Welcome, donde los cubanos viven desde su llegada.
Junto con su esposa, Oleydis García, que es médico, y Jimmy, su hijo de 12 años, Jimmy Pacheco montaba en un furgoneta blanca de la Cruz Roja para ir a la estación de trenes con boletos de ida en la mano.
Fue el primero en aceptar la reubicación el lunes por la tarde y, en el transcurso de la semana, lo siguieron otros: dos más a Málaga, otros al pueblo playero de Cullera, en Valencia, a Gijón en Asturias y a la pequeña aldea medieval de Sigüenza en el centro del país.
Pero otros tres se han negado a irse de Madrid.
"No voy a ir a Alicante', afirmó Julio César Gálvez, de 66 años. "Me quedo en Madrid... Tendrán que usar la Guardia Civil para sacarme de aquí. No pedí venir a España. El gobierno español contrajo compromisos con nosotros [en La Habana] y ahora nos sentimos abandonados'.
Gálvez le mostró al Herald el documento que representantes del gobierno español entregaron a los presos en La Habana prometiéndoles un estipendio, que todavía no han recibido, además de atención médica y vivienda. En ninguna parte se dice que los cubanos tienen que aceptar la reubicación para recibir beneficios.
"Nos dicen que no han terminado los proyectos de vivienda donde nos hubieran podido albergar en Madrid, pero eso no es cierto', declaró Gálvez, cuyas denuncias sobre las condiciones de las cárceles cubanas han llegado a todos los periódicos y cadenas de televisión tanto de España como de otros países. "Quieren dividirnos, mantenernos alejados de los medios. Pero nosotros vamos a seguir hablando hasta que todos los presos políticos sean liberados y hasta que haya democracia en Cuba'.
Lo más preocupante para los cubanos es su situación legal en España. Los permisos de trabajo hay que renovarlos cada seis meses. Es difícil conseguir asesoría legal en la que puedan confiar porque las leyes de inmigración españolas son confusas hasta para los abogados.
Los ex presos dicen que probablemente nunca podrán regresar a Cuba bajo el actual régimen porque sus condenas no fueron anuladas y en sus pasaportes les pusieron un cuño que dice "salida definitiva'.
Pero necesidades tan sencillas como pañales para una anciana incontinente no se han podido solucionar, dijo Natalia Bellusova, una española que ayuda a los cubanos voluntariamente a través de su organización humanitaria, Asociación de Iberoamericanos por la Libertad.
"Tuve que ir y comprar los pañales yo misma', dijo. "El gobierno español le ha encargado a la Cruz Roja de España la atención a los cubanos, pero parecen abrumados'.
Los trabajadores de la Cruz Roja en el hostal declinaron comentar. Representantes del gobierno han declarado a los medios españoles que los cubanos tienen que tener paciencia con la lenta burocracia española.
Pero la realidad es que los ex presos, que no tienen un centavo, viven momentos traumáticos llenos de incertidumbre, dificultades y separación familiar.
Normando Hernández se reunió con su madre, Blanca Rosa González, que vino desde Miami. Pero la alegría duró poco. Blanca tiene que regresar a Estados Unidos y Hernández, su esposa, Yarai Reyes, y su hija Danniela, de 8 años, tienen que permanecer en España. La familia sigue en el hostal en un sector industrial de Madrid.
Daniela, que escribió conmovedores poemas sobre su padre preso en Cuba, está mostrando señales de estrés y tristeza.
"Ha sufrido muchos traumas emocionales que la hemos tenido que llevar a un psicólogo', dijo Hernández. "Primero fue su padre en la cárcel, luego la brusca salida de Cuba y ahora toda esta incertidumbre'.
Hernández, de 40 años, también tiene serios problemas de salud. Está sumamente delgado y sufre de una fuerte desnutrición. Tiene visibles deformaciones en la nariz y la garganta. Sólo puede comer alimentos de bebé y hasta esos le dan terribles calambres. Sin embargo, hasta el momento sólo lo han sometido a un examen médico de rutina.
"Necesita atención médica intensiva', afirmó Bellusova.
Otros, como Léster González, de 33 años, que dejó en Cuba una hija de una relación anterior, y su nueva esposa, Misladis González, de 26 años, que tuvo que dejar a su hija Lorena, de 5 años, cuando el padre se negó a darle el permiso de salida, están tomando consciencia de que es posible que no vea a sus seres queridos en mucho tiempo, si acaso los vuelve a ver.
El fin de semana pasado la pareja asistió a una fiesta en el hostal con una piñata y dulces para alegrar a los niños. Misladis se echó a llorar.
La fiesta le recordó a su hija.
"Las autoridades cubanas presionaron a su padre, que está en la cárcel por robo, para que no firmara la carta de autorización', dijo Léster.
"La dejé al cuidado de mi madre', dijo Misladis, "vine aquí pensando en su futuro porque sé que mi madre va a convencerlo [al padre de la niña] para que la deje salir'.
"Nunca tuvo relación con ella', dijo Léster. "Simplemente fue presionado por el gobierno cubano para castigarnos. Siempre quieren dejar rehenes detrás para que no podamos hablar'.
El miércoles la pareja aceptó reubicación en Sigüenza.
Para los cubanos, vivir en un país como España tiene ventajas porque hablan el idioma o pueden asimilarse culturalmente con rapidez. En algunos casos, aunque tengan familia en Estados Unidos, prefieren quedarse aquí.
José Luis García Paneque, cirujano plástico especializado en quemados, tiene una esposa y cuatro hijos en Texas pero no quiere vivir allí porque quiere practicar la medicina y le resultaría muy difícil conseguir la licencia en Estados Unidos. Su esposa apenas sobrevive sola en Texas como trabajadora doméstica.
Paneque, que también sufre de desnutrición y pesa 101 libras, trajo a sus padres ancianos padres, a su hermana, su esposo y su hija recién nacida.
"Sería muy difícil para mi reiniciar mi carrera en inglés', dijo el médico de 44 años. "Pero aquí hablo el idioma y tengo mi conocimiento, mis manos. Puedo empezar de nuevo'.
Aceptó reubicación en Cullera.
Si lo que le ha sucedido a otros presos políticos es una señal, la vida en España --que está en medio de una crisis económica-- puede ser agridulce.
Tras dos años de exilio en Madrid, Alejandro González Raga todavía no ha encontrado trabajo y vive de un estipendio del gobierno español. El ex preso político vive con su esposa y sus tres hijos adultos en un apartamento en Vallecas, un suburbio de inmigrantes lejos del centro de Madrid, la misma zona donde está el hostal.
González Raga, de 52 años, sobrevive gracias a un modesto estipendio que el gobierno español le da como refugiado político, pero él quiere trabajar y hacerse un futuro. Sin embargo, llegó aquí justo cuando la economía entraba en recesión. En este momento el índice de desempleo supera el 20 por ciento. Raga dedica su tiempo a la causa de la democracia en Cuba y ahora está ayudando a los recién llegados a empezar una nueva vida. También tiene una página de internet de apoyo a los presos políticos, presospoliticoscubanos.com.
"Si pudiera empezar de nuevo, no me hubiera ido de Cuba', dijo González Raga, que fue condenado a 14 años de prisión por trabajar como periodista independiente y, cinco años después, en 2008, lo colocaron en un avión rumbo a España. "Me fui porque no tenía opciones. Era España o quedarme en la cárcel'.
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