Su pecado fue ser republicano homosexual, explícitamente y públicamente antifascista. Rechazaba la España tradicionalista y católica, la España imperial de Fernando e Isabel y sus sucesores, tan añorada entonces por mucha gente de Derechas. Desde 1933 conoce muchos éxitos.
Pero en el mismo período, nubes plomizas se forman en el cielo de la política internacional. Desde hace 11 años Mussolini gobierna en Italia.
Y en Alemania ha caído la frágil república de Weimar. El nuevo Canciller se llama Adolf Hitler. Y la primera deflagración de violencia ocurrirá en España.
Será detenido en la ciudad de Granada y unos días después, sin juicio y sin ninguna acusación comprobada, sería asesinado junto a dos banderilleros y un maestro.
Desde entonces, sus restos mortales yacen juntos en una misma fosa entre las localidades granadinas de Alfacar y Viznar.
Federico García Lorca, uno de los poetas más insignes de nuestra época, nació en Fuente Vaqueros, un pueblo andaluz de la vega granadina, el 5 de junio de 1898 el año en que España perdió sus colonias. Su madre, Vicenta Lorca Romero, había sido durante un tiempo maestra de escuela, y su padre, Federico García Rodríguez poseía terrenos en la vega, donde se cultivaba remolacha y tabaco.
En 1909, cuando Federico tenía once años, toda la familia—sus padres, su hermano Francisco, él mismo, sus hermanas Conchita e Isabel—se estableció en la ciudad de Granada, aunque seguiría pasando los veranos en el campo, en Asquerosa (hoy, Valderrubio), donde Federico escribió gran parte de su obra.
En sus poemas y en sus dramas se revela como agudo observador del habla, de la música y de las costumbres de la sociedad rural española.