Producido por Carlos Alberto Montaner Jr Los jóvenes que tomaron el poder en Cuba hace cinco décadas nunca le han dado oportunidad a las siguientes generaciones para que demuestren sus capacidades.
Esta es la realidad que resalta Carlos Montaner Jr. en su más reciente producción documental titulada The grandchildren of the Cuban Revolution (Los nietos de la revolución cubana), a través de la cual en testimonios y entrevistas recogidos en los barrios habaneros se aprecia el distanciamiento y la falta de motivación política de muchachos nacidos durante los últimos años en Cuba, cuyas vidas han estado influenciadas por importantes cambios ocurridos en el mundo y cuyos efectos el gobierno del Cuba se ha resistido a reconocer.
Las consecuencias de esa distancia inalcanzable que la cúpula gobernante en Cuba, integrada mayoritariamente por personas que superan las siete décadas, le ha impuesto a los más jóvenes, se manifiesta en tres vertientes fundamentales, y así lo observa Carlos Montaner Jr. en su producción.
“Los que se alienan y pierden todo interés por la realidad que les rodea ante la imposibilidad de hacerla cambiar; los que escapan como única forma de salvarse y abandonan el país, y los que disienten, como es el caso de Gorki, el cantante de rock, o de Yoani Sánchez, la bloguera, que sabemos a lo que se exponen.”
Desde el exterior, los hijos de cubanos nacidos en diferentes partes del mundo y sobre todo en los Estados Unidos observan con curiosidad el proceder de sus contemporáneos en la isla y a partir del interés que les despiertan y el sentimiento de arraigo hacia sus raíces, han surgido iniciativas como las de la organización Raíces de Esperanza, gracias a la cual tendrá lugar la premier del documental de Montaner, este sábado 23 de octubre, en el Colony Theater de Miami Beach, a las 7 de la noche.
“El interés de quienes la integran es propiciar que se establezcan vínculos entre la juventud cubana de la isla y los cubano americanos. Entre otras cosas, para romper estereotipos tales como la pregonada hostilidad y desinterés de los exiliados respecto al destino de Cuba. También para facilitarles vías de comunicación como teléfonos celulares y propiciar de alguna manera el intercambio que les mantenga relacionados”.
Montaner no pudo ir a Cuba a realizar por sí mismo las grabaciones, sin embargo encomendó sus propósitos a quienes viajaron a La Habana cuando se dio el concierto por la Paz organizado por Juanes, y les facilitó los medios técnicos.
“La negativa del gobierno de permitir el protagonismo de los jóvenes es la mayor muestra de desconfianza que el régimen tiene de que ese proceso continúe”-aseguró Montaner. La prueba de ello es que el gobierno hoy día no sabe a quién más joven de 70 años le pueden encomendar la llamada revolución cubana”.
Montaner asegura que una las tesis que respalda su documental es que el adoctrinamiento político en la juventud cubana no ha funcionado, “que hay una apatía y una falta de interés total por lo que ocurre en el país. No existe motivación y no se sienten comprometidos emocionalmente con un proceso que los excluye y un hecho histórico que les resulta ajeno, por mucho que intenten hacerles responsables”.
“Además la falta de comida y la imposibilidad de resolver las necesidades más elementales, pesa más en ellos que cualquier tipo de compromiso político con aquel sistema”.
Para Carlos Montaner cualquier contacto que propicie un vínculo con los jóvenes cubanos resulta importante, “porque ante la falta de esperanza en que viven se les ayuda a romper las barreras de la información y se les puede brindar apoyo y aliento”.
Con Los nietos de la Revolución Cubana, Carlos Montaner Jr. pudo corroborar “el fracaso de la llamada batalla de ideas que hace años inició el régimen cubano, donde el enemigo que se presenta a la gente es el imperialismo yanqui, siendo las únicas opciones para sobrevivir allí, según el gobierno, la resignación o atenerse a las consecuencias”.
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