puede ser peligroso comer dos veces al día".
Por Iván García | La Habana
Hace unos días, cuando caminaba con un amigo rumbo a la casa de mi hija, una patrulla nos detuvo y pidió nuestras identificaciones. Con cara de perro, la habitual de la policía cubana. Nos cachearon en la vía pública como vulgares rateros. Pretendían que yo abriera un sobre con dos revistas que me había enviado un amigo brasileño.
Acostumbrados a ese trato, ya uno lo ve como algo normal. Si eres joven y andas con una mochila, o eres negro, tienes todas las papeletas para que la “meta” (policía) te pida el carnet de identidad.
Luego de virarnos de espaldas y registrarnos a fondo, en la computadora de la central comprobaron si teníamos antecedentes penales. Estábamos limpios. Pero en mi caso, escuché decir por la planta “el sujeto tiene un alto y preocupante nivel de vida”.
El policía me miró con detenimiento, andaba a pie y vestía ropa barata y sencilla. Quizás pensó que fuese un error. Al devolverme mis documentos pregunté qué significaba ese término.
“Es para señalar a las personas que viven bien y no trabajan”. ¿Y eso es un delito?, pregunté. “Está en contra de las normas de esta sociedad”, señaló el oficial montado en un coche Lada último modelo.
Antes de marcharse quise saber: ¿Y si esa persona recibe dinero del extranjero? ¿Se mantendrán las mismas leyes absurdas a pesar de que el gobierno aboga por el autoempleo y un millón de personas quedarán desempleadas?
Ahora su mirada fue de desprecio. "¿Y tú por qué preguntas tanto, acaso eres abogado o periodista?". Puso en marcha el auto sin escuchar mi respuesta.
En sus controles a los ciudadanos, los agentes de la autoridad violan descaradamente derechos contemplados en las leyes vigentes. Sucede que ni la policía ni la gente de a pie las conoce.
El desconocimiento y el irrespeto a las leyes en Cuba son proverbiales. Me inquieta que a una persona se le abra un expediente policial por desear tener un nivel de vida aceptable, sin robar ni violar las leyes.
Para los patrones de la isla, alguien que no trabaje para el Estado y cada día almuerce y coma o los fines de semana salga a pasear con su familia, llame la atención y debe ser vigilado e investigado.
La rígida burocracia policial saca sus cuentas. Los que trabajan reciben unos 20 euros al mes y con ese salario no pueden darse esos “lujos”. Según las autoridades, quienes trabajan 8 horas no pueden beber cerveza de marca, comer en buenos restaurantes, reparar su casa o comprar un televisor de plasma.
Si recibes dinero del exterior, aunque sea justificado, pero no laboras para el Estado, siempre estarás al filo de la navaja. Esas sospechas de los funcionarios policiales y de algunos informantes de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) hacia esas personas, los hace pensar que son presuntos delincuentes, por supuestamente tener una capacidad adquisitiva superior a la media.
Nadie en la isla puede tener un nivel de vida alto si no ha sido autorizado por el régimen. Esto hace que mucha gente viva rodeado de paranoias y fobias.
Conozco a un amigo, asesor en un ministerio, que me aconseja botar la basura en bolsas de nailon que no sean transparentes, para que los informantes del barrio no sepan si consumes productos adquiridos en divisas. Me ha dado un manual de camuflaje. Participar en actividades del CDR. Regalarle jabones a los 'chivatos' de la cuadra. Y nunca tomar cerveza o comer en sitios cercanos a tu domicilio.
Me niego a vivir con ese complejo de culpa. Soy periodista y gano dinero con mi trabajo. Mi familia reside en Suiza y con sacrificio me envía dinero.
Sólo en una sociedad cerrada y enferma como la cubana puede ser peligroso comer dos veces al día, tomar taxis particulares de diez pesos o intentar que a tu hija no le falte nada.
Así y todo vivo mal. El televisor ruso que tengo en el cuarto, lleva años roto. Si no lo he botado es porque me sirve para poner los libros que estoy leyendo. En la foto lo pueden ver. Al lado, el viejo ventilador.
Aspiro a vivir mejor. Pero sobre todo me considero un hombre libre. Y es ahí donde una persona puede resultar peligrosa en Cuba. De eso precisamente se trata.