América está en la boca de Raphael. Le entró por su corazón y, como quien se siente demasiado cómodo, no partió jamás; se estacionó más bien.

Al que llaman El divo de Linares no le pesa la mano para poner sus cartas sobre la mesa: sí, su más reciente lanzamiento, que es una trilogía llamada Te llevo en el corazón, es un tributo de afecto al continente que, según él mismo confiesa, le ha dado el éxito y lo ha colocado en el imaginario popular de no una, sino varias generaciones.

Él, que si algo lo ha marcado es ser inquieto, no parar nunca, regresa a Costa Rica tras casi cinco años desde su última visita y lo hace con el tour de Te llevo en el corazón, con el cual, de paso, festeja sus 50 años de estar en el oficio de cantar.

Rancheras –que ya había enfrentado y grabado–, boleros –que también le son familiares– y tango, su primera vez con ese género, nutren Te llevo en el corazón.

Con algo del lote de las 40 canciones que componen ese trabajo, más muchos de sus éxitos, Raphael cantará aquí el 14 de febrero.

Ayer, él habló con Viva.

¿Qué siente Raphael al saber que pronto volverá a encontrarse con el público de Costa Rica?

A mí me encanta estar en Costa Rica porque siempre me han demostrado que me tienen un cariño enorme. Me siento muy querido en Costa Rica, que me ha tratado siempre de maravilla.

Viene a Costa Rica con el tour Te llevo en el corazón. Por las canciones de esa trilogía de discos, me parece que a quien lleva usted en su corazón es a América.

Claro. Lo has captado bien. En realidad, debió haberse llamado América te llevo en el corazón (ríe), pero había que hacerlo un poco más general. Como has adivinado, llevo a América en mi corazón desde el comienzo de mi carrera; son 50 años de carrera en un continente que me ha dado grandes éxitos: ¡tremendos!, diría yo. Y soy una persona agradecida y no puedo más que llevar a esta tierra en el corazón, por supuesto.

Te llevo en el corazón abarca tres géneros musicales que están entroncados con Latinoamérica: el bolero, la ranchera y el tango. ¿Cómo se conecta Raphael con estas tres formas musicales?

Me conecto muy bien (suelta la risa). Disfruto muchísimo cantando el tango, muchísimo; el bolero también, y las rancheras... ni te cuento. Aparte de esto, yo sigo incluyendo canciones que son de toda mi historia, porque la gente así lo pide y así tiene que ser.

Los tres géneros de Te llevo en mi corazón tienen en común que son bastante dramáticos.

Dramáticos... sí, pero a veces no tanto. Depende un poco de la historia. Siempre he dicho que no soy un cantante, sino que un buen contador de historias.

“Me encantan las historias porque las represento en el escenario; mi estilo más personal es ese: que la gente esté viendo la historia a través de mi voz, pero también la ve por cómo la estoy haciendo. Y el tango tiene mucha historia que contar; y el bolero también; y las rancheras también y mis canciones tienen muchas historias que contar”.

Pero en ese marco de la interpretación, que estamos claros es uno de sus más grandes atributos: ¿le resultó más sabroso interpretar rancheras, boleros y tangos que quizás algunos de sus éxitos, como Mi gran noche o Desde aquel día?

Las rancheras estaba acostumbrado a cantarlas (interpretó varias en el disco Guapango torero). Estoy acostumbrado a que las rancheras en mí resultan muy bien.

“Con el bolero también me ha pasado eso un poquito, porque sé bien lo que estoy haciendo cuando canto un bolero. Con el tango no era así: el tango no lo había cantado nunca, nunca; entonces, ha sido un grandísimo y maravilloso descubrimiento para mí”.

Eso no lo dudo.

Es que cuando me veas cantar tangos, no cuando me escuches, sino cuando me veas vas a decir: ‘¡Ah, ya! Tenía razón Raphael’. Es que parecen que están escritos para mí (los tangos), parece que los he cantado toda mi vida.

¿Es cierto que esa conexión con el tango se la debe a su madre?

Claro. Todas estas canciones, tanto los boleros como las rancheras y los tangos, mi madre se las sabía de memoria. Ella los tarareaba en casa; tarareaba a Pedro Infante, tarareaba los boleros de Lucho (Gatica) y era una fanática de, como ella decía, Carlitos Gardel (se ríe). Y mira que en este disco he tenido el honor de cantar con el propio Carlos Gardel por obra y milagro de la tecnología (Volver).

Eso no es nuevo en usted. Recuerdo que así lo hizo también para lograr dúos con gente que ya no estaba en este mundo en su disco 50 años después (2008).

Claro, canté en ese disco con Rocío Durcal y Rocío Jurado.

Regresando al álbum Te llevo en el corazón: ¿siente algún grado de admiración por el mexicano José Alfredo Jiménez, que está muy presente en este material?

José Alfredo para mí es el –hace hincapié en “el”– compositor de México. El más cercano al pueblo, el que cuenta las cosas más auténticamente. Su hijo me estuvo contando que su padre era un gran fanático mío, que pena que en vida no nos encontramos. Soy muy afortunado de poder cantar sus canciones.

¿Llegar a los 50 años de carrera lo hace sentirse más libre para gozar el escenario? Algo así como un poco despreocupado, ya que lo tiene más que dominado.

En el escenario, siempre me sentido como en casa; siempre me he sentido así, pero últimamente me siento mucho más a gusto.

“Estoy en el escenario tan tranquilo, tan contento de poder estar en comunicación con la gente. Esas casi tres horas que estoy en el escenario, estoy en otro mundo.”

¿Cuál es el secreto para llegar impecable a 50 años de carrera?

No lo sé. Quizás la disciplina, la ilusión. Un artista es artista mientras mantenga la ilusión. El día que uno se aburre o se cansa, entonces se acabó. Lo que yo tengo vigentísima es la ilusión.

¿Y el coraje?

El coraje es parte de la ilusión. Si no tienes ilusión, no tienes coraje ni “descoraje” ni nada (ríe).

Sé que está muy concentrado en este disco, pero ¿piensa ya en hacer un álbum nuevo?

Por supuesto, acaba de salir esta trilogía y ya estoy en otra cosa. Yo soy así de inquieto; entonces, ya estoy encima de la composición del disco que voy a grabar en enero del próximo año.

Entonces, tendremos Raphael para un buen rato.

Me temo, por mucho, que sí. (Le suena una fresca carcajada).