Por Andrés Ramos
Se llama La Resinera y es el paraíso de Gadafi en España, y más concretamente en Benahavís (Málaga). Hace ya más de 20 años, el líder libio, a través del banco público de inversiones Libyan Forebank, apostó por la promoción residencial en el litoral andaluz y compró por 25 millones de dólares (18 millones de euros) esta finca, que cuenta con una superficie de más de 70 millones de metros cuadrados.
Anteriormente, este terreno, repartido entre los términos municipales de Benahavís, Júzcar y Pujera, era explotado desde comienzos del siglo XX por La Unión Resinera Española (LURE), dedicada a la extracción y procesado de resinas de pinos o trementina para la obtención de colofonia y aguarrás. Poco después, esta empresa fundada en 1898 también se dedicó a la extracción y comercialización de maderas.
Después de alcanzar su máximo productivo a comienzos de los 60, este negocio inició un proceso de declive en España, auspiciado por la diversificación del sector a nivel internacional, hasta su práctica extinción en la actualidad. La caída en las ventas obligó a disminuir la actividad y al cierre de instalaciones, lo que dio paso a invertir en la promoción urbanística.
Así, ya en la década de los 90, Gadafi compró el terreno y planteó un macroproyecto turístico y residencial: La Resinera Village. Un complejo en unos terrenos sin edificar de 6.500 hectáreas, en 500 de las cuales estaba prevista la construcción de 1.915 casas adosadas, un campo de golf de 725.000 metros cuadrados y un palacio de congresos. Además, el proyecto contemplaba la edificación de hoteles y apartamentos turísticos, planes que todavía no habían llegado a iniciarse al chocar con las restricciones municipales de ordenación del territorio.
El pasado miércoles, España bloqueó el uso de estos terrenos del coronel libio, con el objetivo de que su régimen no pueda hacer uso de ellos ni obtener ningún beneficio por su venta o alquiler. El Ejecutivo también prevé congelar aquellos activos financieros que el régimen de Gadafi pueda tener en España, aunque aún no se han detectado.
Un día antes, la Consejería de Obras Públicas y Vivienda de la Junta de Andalucía había indicado que se había recibido el expediente de los proyectos que se quieren desarrollar en la finca La Resinera y que ahora tenían que valorarlos los organismos competentes del Gobierno andaluz.
El nuevo partido político Iniciativa Marbella San Pedro Alcántara (IMA+S) pidió el lunes a la Junta de Andalucía que paralizase los proyectos urbanísticos de Gadafi. Asimismo, reclamó que esa congelación se extienda a otras posesiones, como las viviendas que la familia Gadafi posee en el complejo Milla de Oro de Marbella y que utilizan como residencias cuando hacen acto de presencia en España sus hijos, Aisha y Seif el Islam, así como sus bienes en Sevilla y Granada.
Mientras, el alcalde de Benahavís, José Antonio Mena, ha salido al paso de estas informaciones y ha asegurado que no tiene constancia de que esos terrenos pertenezcan a Gadafi, y recalca que el dueño es el banco público libio. "El dueño es el banco Libyan Forebank y la petición de desarrollo del suelo, tanto la de 1993, como en años posteriores (1997 y 2010), la realizaron ellos, a través de los representantes en España”, aseguró Mena.
La «dolce vita» de los Gadafi en Marbella
Los hijos del líder libio pasaban temporadas en la Costa del Sol alejados del ruido y los focos
La comunidad internacional ha puesto el foco de atención en las inversiones que Muamar Gadafi y su clan tienen fuera de Libia. Un sinfín de lucrativos negocios que contrastan con las penurias que pasa el pueblo libio. La Costa del Sol es una de las zonas de mayor interés inversor del dictador libio. En el litoral malagueño pretende edificar casi 2.000 viviendas de lujo en un vastísimo terreno, una finca llamada «La Resinera» que se extiende por los términos municipales de cuatro municipios cercanos a Marbella. Aquí también poseen dos viviendas de lujo. Sin embargo, y pese a que se encuentran en la «perla» de la Costa del Sol, aún «meca» para un buen número de multimillonarios árabes, los Gadafi huyen de los estereotipos y realizan durante sus estancias una más que discreta «dolce vita».
Fuentes consultadas por este periódico explicaron que quienes pasan más tiempo en la casa que la familia tiene en Marbella son su hija, Aisha, y uno de sus hijos, Saif al Islam, principal candidato a sucederle.
Los dos descendientes realizan una vida retirada del ruido en la Costa del Sol. No son asiduos de las grandes fiestas de la alta sociedad y prefieren permanecer en un segundo plano. Aisha, reputada letrada de derecho internacional, y cuyo nombre ha aparecido en alguna inversión de calado multinacional en la Costa, se siente más cómoda en el municipio de Benahavís y suele pasar bastante desapercibida. Saif es del mismo corte. «No suele acudir a Puerto Banús, como hacen otros, y pasearse en grandes coches. Se le puede ver más en Estepona y por la zona de Cancelada».
Las citadas fuentes señalaron que el clan Gadafi, al contrario que su padre, no suele desplazarse con grandes dispositivos de seguridad. «Son personas de negocio y no quieren llamar la atención». Cuentan con un reducido círculo de guardaespaldas de confianza —tres o cuatro— y, en ocasiones, contratan los servicios de una empresa de seguridad marbellí que les proporciona un segundo anillo de protección.
«Ellos no son como otros hijos de líderes o jeques árabes. No son ricos problemáticos», comenta una fuente, que señala el caso del primogénito de otro líder de Oriente Medio que «ha provocado más de un altercado en Puerto Banús y que lleva un séquito de seguridad formado por ciudadanos chinos, la mayoría irregulares en el país».
Ahora, con las revueltas en Libia y la condena internacional a la brutal represión con que se han contestado, la «dolce vita» de los Gadafi se trunca en la Costa. Algo a lo que tampoco serán ajenos sus intereses inmobiliarios, pendientes de autorizaciones administrativas que no han de llegar. «La Resinera» seguirá siendo territorio salvaje.