Página principal  |  Contacto  

Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

Cuba Eterna
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 BANDERA DE CUBA 
 MALECÓN Habanero 
 *BANDERA GAY 
 EL ORIGEN DEL ORGULLO GAY 
 ALAN TURING 
 HARVEY MILK 
 JUSTIN FASHANU FUTBOLISTA GAY 
 MATTHEW SHEPARD MÁRTIR GAY 
 OSCAR WILDE 
 REINALDO ARENAS 
 ORGULLO GAY 
 GAYS EN CUBA 
 LA UMAP EN CUBA 
 CUBA CURIOSIDADES 
 DESI ARNAZ 
 ANA DE ARMAS 
 ROSITA FORNÉS 
 HISTORIA-SALSA 
 CELIA CRUZ 
 GLORIA ESTEFAN 
 WILLY CHIRINO 
 LEONORA REGA 
 MORAIMA SECADA 
 MARTA STRADA 
 ELENA BURKE 
 LA LUPE 
 RECORDANDO LA LUPE 
 OLGA GUILLOT 
 FOTOS LA GUILLOT 
 REINAS DE CUBA 
 GEORGIA GÁLVEZ 
 LUISA MARIA GÜELL 
 RAQUEL OLMEDO 
 MEME SOLÍS 
 MEME EN MIAMI 
 FARAH MARIA 
 ERNESTO LECUONA 
 BOLA DE NIEVE 
 RITA MONTANER 
 BENNY MORÉ 
 MAGGIE CARLÉS 
 Generación sacrificada 
 José Lezama Lima y Virgilio Piñera 
 Caballero de Paris 
 SABIA USTED? 
 NUEVA YORK 
 ROCÍO JURADO 
 ELTON JOHN 
 STEVE GRAND 
 SUSY LEMAN 
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
 
 
  Herramientas
 
General: A pesar de la guerra,se vive mejor en Libia que en la Cuba de los Castro
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: cubanet201  (Mensaje original) Enviado: 27/06/2011 06:53
A pesar de la guerra, se vive mejor en Libia que en la Cuba de los Castro.
Fidel Castro y Muamar al Gadafi, amigos para siempre
InicioBertrand de la Grange / Madrid
Esperaba encontrar un país abatido, asustado y sometido a las penurias que suelen acompañar cualquier conflicto bélico. He visto todo lo contrario: una nación en pie, combativa, acogedora. Incluso en Misrata, asediada y bombardeada por las tropas del coronel Muamar el Gadafi desde marzo, la población —medio millón de habitantes— se las arregla para conseguir la comida, el agua o el gas para cocinar y, al mismo tiempo, movilizar a miles de jóvenes para combatir a un enemigo infinitamente superior en términos militares.
 
Nada de eso cuenta Fidel Castro en las varias "Reflexiones" que ha dedicado a Libia. El viejo comandante se ha limitado a denunciar la agresión "nazifascista" de la OTAN y a describir como un héroe a su alter ego de Trípoli: "[Gadafi] pasará a la historia como uno de los grandes personajes de los países árabes".
 
Al líder cubano no le interesan las motivaciones de una parte sustancial de la población libia que pone su vida en peligro para luchar contra un régimen represivo. Y denuncia de antemano cualquier injerencia extranjera en los asuntos internos de la Isla: "Esos groseros ataques [de la Alianza Atlántica] pueden ser utilizados contra cualquier pueblo del Tercer Mundo". La advertencia va dirigida a los cubanos que podrían sentirse tentados de buscar apoyos fuera del país para cambiar el régimen en La Habana.
 
La solidaridad entre los dictadores trasciende las diferencias ideológicas. Fidel Castro se llevaba bien con el caudillo español Francisco Franco y no le disgustaba la fuerte influencia del islam en el discurso de Gadafi. Lo dijo claramente en su primera visita a Trípoli, en marzo de 1977. "Soy revolucionario marxista-leninista, pero siento un profundo respeto por las ideas de ustedes, las convicciones de ustedes y las creencias de ustedes. Somos revolucionarios y eso nos une. Por ello estamos dispuestos a luchar junto a ustedes contra el imperialismo".
 
Es deprimente ver que los autores de esas declaraciones vacías siguen en el poder treinta y cinco años después. Uno, con sus túnicas y turbantes estrafalarios; el otro, con sus uniformes militares y, ahora, con sus horrorosos atuendos deportivos. Ambos aferrados al poder hasta la muerte, para no tener que rendir cuentas por los crímenes cometidos durante sus largas vidas. Comparten la misma megalomanía y las mismas obsesiones, que les han llevado a eliminar físicamente a todos sus adversarios o a neutralizarlos a través del exilio o de la cárcel. Y a confiar únicamente en sus familiares, que ocupan los puestos clave y heredan el poder, como si fueran monarquías: en Cuba, el hermano menor, Raúl Castro; y en Libia, uno de los hijos del coronel, Saif al-Islam, cuya entronización ha sido pospuesta a raíz de la sublevación popular.
 
A diferencia de su amigo cubano, que siempre ha usado el deporte como un arma ideológica, Gadafi no soporta la popularidad de los atletas y ha tomado medidas drásticas para mantenerlos en el anonimato. En la retransmisión de los partidos de fútbol, los locutores de la televisión libia recibieron la orden de designar a los jugadores por el número de la camiseta, nunca por sus nombres. En el Mundial de 1990, en Italia, hablaron sin parar del "famoso y talentoso jugador número 10". Todo el mundo sabía que se llamaba Diego Maradona, pero se trataba de evitar que el astro argentino le hiciera sombra al susceptible líder de la Revolución Verde.
 
Excentricidades aparte, los dos hombres han compartido un gusto por la violencia política que va más allá de la lucha por el poder en sus países respectivos. Ambos alimentaron durante décadas el mito de la revolución mundial y crearon estructuras para ese fin: el Departamento América en La Habana, dirigido por Manuel Piñeiro, alias Barbarroja, y el Mathaba en Trípoli, encabezado por Moussa Koussa, que acaba de irse al exilio. A partir de 1992, cuando se hunde la URSS y termina la Guerra Fría, La Habana y Trípoli reducen su apoyo a las guerrillas y a las organizaciones terroristas, como los vascos de ETA, los irlandeses del IRA o los colombianos de las FARC.
 
Hay, sin embargo, un terreno donde Fidel le gana en maldad a Muamar: el cubano ha destruido la economía de su país y ha derrochado los enormes subsidios de la URSS, mientras el libio ha aprovechado los recursos petroleros para construir una nación más desarrollada y rica que hace 42 años, cuando tomó el poder en un golpe incruento.


Primer  Anterior  Sin respuesta  Siguiente   Último  

 
©2025 - Gabitos - Todos los derechos reservados