Página principal  |  Contacto  

Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

Cuba Eterna
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 BANDERA DE CUBA 
 MALECÓN Habanero 
 *BANDERA GAY 
 EL ORIGEN DEL ORGULLO GAY 
 ALAN TURING 
 HARVEY MILK 
 JUSTIN FASHANU FUTBOLISTA GAY 
 MATTHEW SHEPARD MÁRTIR GAY 
 OSCAR WILDE 
 REINALDO ARENAS 
 ORGULLO GAY 
 GAYS EN CUBA 
 LA UMAP EN CUBA 
 CUBA CURIOSIDADES 
 DESI ARNAZ 
 ANA DE ARMAS 
 ROSITA FORNÉS 
 HISTORIA-SALSA 
 CELIA CRUZ 
 GLORIA ESTEFAN 
 WILLY CHIRINO 
 LEONORA REGA 
 MORAIMA SECADA 
 MARTA STRADA 
 ELENA BURKE 
 LA LUPE 
 RECORDANDO LA LUPE 
 OLGA GUILLOT 
 FOTOS LA GUILLOT 
 REINAS DE CUBA 
 GEORGIA GÁLVEZ 
 LUISA MARIA GÜELL 
 RAQUEL OLMEDO 
 MEME SOLÍS 
 MEME EN MIAMI 
 FARAH MARIA 
 ERNESTO LECUONA 
 BOLA DE NIEVE 
 RITA MONTANER 
 BENNY MORÉ 
 MAGGIE CARLÉS 
 Generación sacrificada 
 José Lezama Lima y Virgilio Piñera 
 Caballero de Paris 
 SABIA USTED? 
 NUEVA YORK 
 ROCÍO JURADO 
 ELTON JOHN 
 STEVE GRAND 
 SUSY LEMAN 
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
 
 
  Herramientas
 
General: RETORNA EL FANTASMA DE VENE-CUBA
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: cubanet201  (Mensaje original) Enviado: 11/07/2011 15:31
Retorna el fantasma de Vene-Cuba
 
 

POR  Carlos Alberto Montaner
El peligro es real. Los demócratas venezolanos temen que, ante el cáncer que padece Hugo Chávez, coincidente con la inevitable desaparición de un Fidel Castro muy golpeado por las enfermedades y los años, La Habana y Caracas desempolven precipitadamente los planes de federación que anunciaron a fines del 2005 y luego engavetaron.
 
¿Cómo se llegó a la idea de unir a los dos países? Fue una sonámbula deriva de la Guerra Fría, concebida por Fidel Castro a principios del nuevo milenio, cuando convenció a su arrobado discípulo venezolano de que a La Habana y Caracas –en realidad a Fidel y a Hugo—les correspondía la tarea de continuar con la lucha antiimperialista abandonada por los traidores rusos desde el momento en que Gorbachov, manipulado por la CIA, se vendió al capital, disolvió a la URSS y le puso fin al modelo de gobierno marxista-leninista que desde 1917 militaba a favor de los trabajadores del mundo.
 
Había que volver a las trincheras, aunque por nuevos procedimientos electorales. Una vez en el gobierno, se procedía a desmontar todo el andamiaje burgués republicano en los territorios conquistados, liquidando paulatinamente las libertades formales y la división de poderes que limita la autoridad del caudillo. Para esta nueva etapa histórica, Chávez pondría los petrodólares y Fidel aportaría la visión estratégica, los cuadros y el conocimiento de los métodos de lucha revolucionaria aprendidos durante las varias décadas que ejerció como escudero de Moscú. Pero para ello debían forjar un Estado bicéfalo que actuara coordinadamente.
 
En realidad, Fidel vio los cielos abiertos cuando Hugo Chávez apareció en su camino. El Comandante no encontraba entre su propia gente a nadie con la capacidad de fabulación y el espíritu misionero que requieren las grandes utopías políticas. Raúl, ciertamente, no era un buen reemplazo, porque carecía de la facultad de soñar despierto y, sobre todo, de la urgencia de luchar contra el imperialismo yanqui hasta la victoria siempre. Era un buen administrador, leal y discreto, capaz de mantener rígidamente el control de la sociedad y del gobierno, pero nada más. Su heredero político, el hombre que no dejaría morir su hazaña histórica, era Hugo Chávez. Los dos deliraban en la misma frecuencia y con similar intensidad.
 
Chávez, además, tras el golpe militar de abril del 2002, que le quitó y le devolvió el poder en 72 horas, llegó a una conclusión que reforzaba los planteamientos de Fidel: la revolución bolivariana, como la cubana, sólo podían salvarse y trascender si construían un perímetro internacional de protección nucleado en torno del eje Venezuela-Cuba, circuito al que denominarían ALBA y dotarían de un confuso discurso, el del Socialismo del siglo XXI.
 
Dentro de esa lógica de supervivencia, a fines del 2005, el entonces canciller cubano Felipe Pérez Roque, el ex vicepresidente del Consejo de Estado Carlos Lage, y el propio Hugo Chávez, anunciaron ambiguamente la fusión de ambos Estados en una nueva entidad, y hasta nombraron a una comisión de juristas que comenzó a estudiar el acoplamiento dentro de un marco jurídico e institucional común. Pocos meses más tarde, sin embargo, Fidel se enfermó gravemente y su dolencia lo puso fuera de combate.
 
Raúl, tras recibir precipitadamente las riendas del gobierno, aunque sin desecharlo, orilló el proyecto de federar a los dos países y se dedicó a consolidar el poder y a reformar parcialmente el catastrófico aparato productivo que tenía a los cubanos, según su diagnóstico, “al borde del abismo”. Sin embargo, reconocía, de hecho, que Hugo Chávez, por designio de su hermano y por la vocación del venezolano, era el primus inter pares del binomio y el líder internacional del Socialismo del Siglo XXI. Para Raúl, Chávez significaba más de cien mil barriles diarios de petróleo y otros miles de millones de dólares en subsidios, de manera que carecía de sentido disputarle la jefatura. A cambio, había que mantener la alianza y continuar prestándoles servicios políticos y de inteligencia a Chávez y a sus satélites (Bolivia, por ejemplo), las dos especialidades de su gobierno.
 
Pero ahora, irónicamente, es la vida de Chávez la que peligra, junto a la de Fidel, y acaso el Socialismo del siglo XXI se quedará sin monarca y Cuba sin protector, lo que sería la ruina absoluta para La Habana y el fin de la utopía chavista. ¿Cómo conjurar ese peligro? Sin duda, como temen los demócratas venezolanos, retomando rápidamente el proyecto de federación entre ambos países para que “los cubanos” consigan sujetar el poder en una Venezuela sin Hugo, nominalmente gobernada por un fiel aliado de La Habana (Adán Chávez, por ejemplo), mientras Raúl, acosado por la sensación de que todo el andamiaje se puede desplomar rápidamente, continúa parasitando a Caracas a la ansiosa espera de que las lentas reformas comiencen a dar sus fruto y la Isla algún día logre la autosuficiencia. O sea, otra utopía.
 
FIDEL CASTRO y Hugo Chávez leen el diario "Granma' el 29 de junio, poco después de que el
 dictador venezolano apareciera por primera vez en televisión tras su operación.
   FIDEL CASTRO y Hugo Chávez leen el diario "Granma' el 29 de junio, poco después de que el líder venezolano apareciera por primera vez en televisión tras su operación.


Primer  Anterior  Sin respuesta  Siguiente   Último  

 
©2025 - Gabitos - Todos los derechos reservados