Puede que cumplir los sueños sea morir un poco. Los sueños son la válvula de escape de una realidad que se eterniza en la monotonía de los días sin historia, sin esperanza, sin gloria. De ser así, todos los españoles morimos un poco aquel 11 de julio de 2010 en el mismo instante que Iniesta vencía al fin la pétrea resistencia holandesa. Un sueño se cumplía, nuevos retos nacían.
Toda una vida persiguiendo una estrella y un pecho henchido para lucirla. Es de oro y pesa tanto como la responsabilidad y el orgullo, la emoción y la certeza de que, ahora sí, la apuesta por la estética y el respeto al balón que abandera La Roja toca el cielo con las manos. La copa es nuestra y nadie la va a tocar. El fútbol nos abrazó hace hoy un año. Esperemos que siga la racha.
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