Por Rafael Ferro
“En Cuba no puedes hacer planes, y menos para las vacaciones. El dinero no alcanza; todo está muy caro” -dice Roilán Cruz García, ex estudiante de informática devenido zapatero por cuenta propia.
A su lado está Miguelito, un niño que le sirve de ayudante.
“Este es mi hijo, tiene catorce años y está convencido de que no podemos, en verano, ir a la playa, quiero decir, a las que el gobierno tiene reservadas a los turistas y a los que tienen dólares” –enfatiza Roilán.
La oferta principal de las autoridades a la población, cada verano, se limita al llamado campismo popular, una especie de acampada masiva en instalaciones de bajo costo con servicio de pésima.
“La mayoría de los cubanos nos tenemos que contentar con la opción del campismo popular, porque no hay otra salida. Los muchachos terminan las clases y merecen disfrutar de algo. Uno se pasa el año ahorrando para poder llevarlos a un sitio, y siempre se termina en el campismo” –dice, Luis Ros, chofer de ómnibus.
Con la llegada del verano, los niños y jóvenes, sin otras opciones, toman las calles e invaden los terrenos de fútbol y béisbol. Los poquísimos que tienen más recursos reservan en hoteles y playas.
“Ni en broma le digo a mis padres que vayamos a un hotel de los que hay en esta provincia. En esos lugares hay que pagar en dólares, ellos ganan poco, y en pesos cubanos. Ir a un sitio de esos es una quimera, ni en sueños podemos ir”, dice Marlon Crespo, de 15 años, mientras patea un balón de futbol en medio de la calle. “Me tengo que conformar con esto”.
Los mejores sitios para vacacionar sólo están al alcance de los pocos que tienen ingresos muy superiores a la media de la población. Por ejemplo, los músicos, deportistas de alto rendimiento, y los que cumplen misiones en el extranjero y consiguen ahorrar algunos dólares.
“Yo salí de Cuba a cumplir misión en el año 1976. Tenía dos opciones al regreso: volver vivo o en un ataúd. Ahora, con sesenta y seis años estoy jubilado y no me alcanza el dinero para llevar a mis nietos a ningún lado. Los hoteles, las playas y los centros turísticos están sólo al alcance de los tipos con dinero, como los llamados colaboradores que van a Venezuela y otros países a cumplir misiones y regresan con alguna plata que ahorraron privándose de muchas cosas. Por eso ahora la gente se mata por que los manden a una de esas misiones, donde sea. En mis tiempos las misiones eran de otro tipo: en África, con una escopeta en una mano y una granada en la otra” –señaló Eladio Muñoz Mendoza, albañil retirado.
La mayoría de los padres quieren que pase el verano, y no es sólo por el calor, sino para volver a la “normalidad” y tratar de olvidar la frustración de no tener un centavo para poder llevar a sus hijos a algún lugar, por más que ellos trabajen y mucho que los chicos merezcan.