MARÍA G. PICATOSTE.
El próximo 29 de octubre, un día después del 125 aniversario de su inauguración, la Estatua de la Libertad cerrará sus puertas durante un año, tiempo en el que se va a someter a una puesta a punto completa en su interior. En concreto, a la enorme dama de 204 toneladas de cobre y aluminio, que se conserva estupendamente en el exterior, le van a instalar escaleras que mejoren la seguridad y que garanticen que en caso de emergencia la estatua se pueda evacuar en un máximo de dos horas. Además de estas mejoras en materia de seguridad, el equipo de construcción va a poner al día su sistema eléctrico, el sistema anti-incendios, los ascensores y los aseos.
Pero que no cunda el pánico. Si tienen planeado visitar la Gran Manzana en los próximos meses podrán seguir visitando la isla de la Libertad, en la que se asienta la mastodóntica estatua, así que no faltarán en su álbum las fotos con los 46 metros de estatua de fondo. También podrán acceder al pedestal de la Estatua. Lo que no podrán visitar será el interior ni subir a la corona. «La experiencia de visitar este monumento nacional permanece intacta», afirma Tegan Firth, portavoz de Statue Cruises, compañía de visitas a la estatua que durante cualquier sábado de los meses de verano traslada a la isla a cerca de 18.000 personas.
Lo cierto es que no es nada nuevo que el emblemático monumento cierra de cara al público. La primera vez que necesitó una completa renovación fue en los años previos al aniversario de su centenario. Fue a principios de los 80 cuando se descubrió que la estatua estaba seriamente deteriorada, por lo que se clausuró entre 1984 y 1986 para restaurarla en profundidad. Durante esos años, tanto la antorcha como una gran parte de su interior fueron completamente reemplazados. En 2001, tras los atentados del 11 de septiembre, la estatua fue clausurada por motivos de seguridad. El pedestal reabrió sus puertas en 2004 y el resto, en 2009. Desde entonces, el número de visitantes diarios a la corona está restringido, con listas de espera de meses para poder disfrutar de ese pequeño extra que complete la experiencia.
Referente cultural
Fue en junio de 1885 cuando la Estatua de la Libertad llegó dividida en 241 cajas a la entonces denominada isla de Bedloe, a un kilómetro de distancia de la costa sur de Manhattan. Poco a poco los pedazos fueron recuperando la forma original que le había dado en Francia Frederic-Auguste Bartholdi, artista especializado en obras a gran escala, con la ayuda del ingeniero Gustav Eiffel, a quien se encargó la estructura interna de la estatua. En menos de cuatro meses quedó terminada la instalación y el 28 de octubre de 1886 la estatua fue oficialmente inaugurada.
Desde entonces, este particular regalo de Francia al pueblo americano se ha convertido en monumento nacional, ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y se ha erigido como símbolo de la libertad e icono de la cultura popular, que la ha mimado y maltratado a partes iguales. Mientras artistas pop como Andy Warhol, Keith Haring o Roy Lichtenstein la convertían en su musa, la ciencia ficción cinematográfica la destruía de todas las maneras que la imaginación ha ideado. En «Independence Day» la derriban los aliens y en «Deep impact» un tsunami. En «El día de mañana» primero la golpea un tsunami para luego quedar congelada por los efectos del calentamiento global, y en «Godzilla» y «Monstruoso» son sendas criaturas con muy malas pulgas las encargadas de destruirla.
Lo que es seguro es que la Estatua de la Libertad seguirá intacta cuando reabra sus puertas en octubre de 2012, con los restos de las cadenas que un día la retuvieron aún colgándole de los tobillos para recordarle a sus visitantes que las personas no han nacido siempre libres y que la libertad es un bien preciado que hay que cuidar para que perdure. Como a la propia estatua.