Roberto Robaina:
'No invierto mucho tiempo en mirar atrás'
CANCILLER A ARTISTA Y DUEÑO DE UN PALADAR
Agencias | La Habana
'¿Para qué voy a vivir lamentándome de que en un momento era algo y dejé de serlo?', dice el excanciller, hoy pintor y empresario, pero no descarta escribir sus memorias.
"La vida continúa. Lo importante no es lo que pasó, sino lo que se hace", dice el excarciller Roberto Robaina, hoy pintor y pequeño empresario, en una entrevista concedida a la agencia AFP.
Defenestrado en 1999, Robaina es ahora dueño del bar de tapas Chaplin's Café, acondicionado para acoger comensales en ambiente discreto y ubicado en la céntrica calle 23, del barrio habanero de El Vedado.
El excarciller fue expulsado en 2002 "deshonrosamente" del Partido Comunista.
"No invierto mucho tiempo en mirar atrás, sino en, como todos los cubanos hoy, hacia lo que tenemos que hacer", dice Robaina, de 55 años. Añade que vive el día a día entre su taller de arte y el ajetreo del bar de tapas, que abrió con ayuda de su único hijo hace dos meses.
En abril de este año, un blog informó sobre la apertura del restaurante La Paila, supuestamente manejado por el excanciller, pero entonces éste dijo que era un "negocio de la familia", que recibía su apoyo.
"Robertico", como le decía Fidel Castro, subió como espuma. Como dirigente de la juventud comunista movilizó multitudes en apoyo al régimen con eslóganes como "Sígueme".
Ascendió a miembro del Consejo de Estado y del Buró Político del PCC en 1991, y en 1993, con solo 37 años, a jefe de la diplomacia cubana en plena crisis económica tras el derrumbe del bloque soviético.
Según la AFP, en pasillos, diplomáticos y funcionarios se referían a él como "el canciller salsero", por sus chaquetas remangadas y su forma de vestir.
Acusado en 1999 de deslealtad y de intentar promocionarse como relevo para la época post Castro, se le aplicó el llamado "plan pijama", fue enviado un año a la Escuela Nacional de Defensa y cuatro al "ostracismo político" como "asesor" del Parque Metropolitano, sin acusaciones en los tribunales.
"Cumplí con lo que se me encomendó y cuando tenía que reorganizar mi vida lo hice, porque aprendí de muchacho a cerrar ciclos. Uno tiene que reinventarse. ¿Para qué voy a vivir lamentándome de que en un momento era algo y dejé de serlo? Ya eso pasó", comenta Robaina, hoy sin bigote, canoso y con unos kilos más.
Se le señaló también por supuestos "vínculos no autorizados" con empresarios extranjeros y políticos como el gobernador del Estado mexicano de Quintana Roo, Mario Villanueva, acusado de narcotráfico, de quien habría recibido dinero para remodelar la cancillería.
En 2002, en una entrevista con CNN, Robaina, exprofesor de matemática oriundo de Pinar del Río, admitió "errores políticos y sobre todo éticos muy graves".
"Somos seres humanos, nos equivocamos, yo soy uno de ellos. Ya los errores los analicé, los comprendí. Hoy quiero dedicar todas mis energías a no cometer nuevos errores y a trabajar", afirmó.
Robaina fue reemplazado por Felipe Pérez Roque, destituido en marzo de 2009 junto al vicepresidente Carlos Lage. Ambos eran también vistos como futuros sustitutos de los hermanos Castro y fueron acusados de "indignos" y de tener "ambiciones de poder".
Pasando página a su sonora caída, Robaina se lanzó a pintar en 2005, tras estudiar un año en el taller de dos amigos pintores. Ha expuesto en Chile, Argentina, Panamá, México y en algunas colectivas colaterales a la Bienal de La Habana.
"Al inicio me asustaban los lienzos vacíos, hoy no les tengo temor", expresa. Su obra refleja su afición por lo abstracto, el blanco y el negro, el formato grande y no tradicional, y el trazo simple.
Su cafetería, conocida como la "paladar de Robertico", está a tono, decorada con manteles blancos y negros, y algunas de sus pinturas, como la de un Chaplin y la única no en venta, inspirada en su electrocardiograma y titulada Normal.
Robaina asegura no haber tenido problemas para abrir a su nombre el negocio, y alaba el plan de reformas de Raúl Castro, que incluye la autorización del trabajo por cuenta propia en 181 oficios.
"Toda la sociedad está inmersa en una etapa que se están haciendo muchas cosas, que son buenas para el país. Hay muchos caminos y frentes abiertos que indican que se avanza", estima.
El excanciller dice que no descarta escribir un libro de memorias y asegura vivir tranquilo, como un cubano más. "La vida es mucho más que primeras planas y primeras figuras".
"Aprendí de mi vida y de la Revolución que nada aporta vivir con resentimiento. No tengo razones para tenerlo", añade.
Y para recalcar su nueva faceta, cuando salta una pregunta política responde sonriendo: "Yo soy pintor".