Juana Bacallao: una leyenda cubana del espectáculo en Miami
Arturo Arias-Polo
Si usted coincide en la calle con Juana Bacallao no tardará en reírse con sus ocurrencias y con las parodias de temas conocidísimos que seguramente le cantará sin su permiso.
También le sorprenderá su abigarrado atuendo donde coinciden los guantes, las joyas, las boas y, si está de humor, la imprescindible pamela.
Así llegó a Miami la vedette cubana, una leyenda del espectáculo de la isla, conocida también por el sobrenombre de “Juana La Cubana” y “La Diosa de Ebano de Cuba”, para presentarse en varios programas de la televisión local y celebrar el sábado el Día de San Lázaro en The Place of Miami, con el respaldo de la banda Sabor Latino, de Wilber Rodríguez.
“Mi estilo es disfrazar las canciones. Todo sale de mi cabeza. No sé lo que hago en el escenario. Pero la gente goza”, explicó a El Nuevo Herald el lunes, mientras paladeaba un café cubano, a pocas horas de arribar desde La Habana.
Bacallao vino acompañada por el percusionista Armando Guerra, su director musical y manager, invitada por The Place of Miami y el productor cubano Jorge Lorenzo.
“Lloré mucho. ¡Aquello fue un escándalo!”, confesó al recordar el recibimiento que le hicieron el público y los medios en el aeropuerto. “Cuando el artista es conocido el pueblo viene a verlo”.
Entrevistarla no es como coser y cantar. La artista suple las palabras con ademanes, salta de un tema otro sin precisar fechas ni ahondar en detalles y suele sustituir sus respuesta con silencios.
Pero cuando abre la boca puede entonar su versión de Miénteme, que escandalizó a Olga Guillot, y repetir el estribillo de A la batea, uno de sus caballos de batalla. También adoptar una expresión muy tierna al recordar las muñecas que le regaló Nat King Cole, cuando alternó con ella en el Tropicana de los años 50, sus imitaciones de Josephine Baker en La Habana, sus experiencias con Bola de Nieve --al tiempo que canta Mamá Inés-- y “los platos de comida” que le dio la legendaria Rita Montaner.
“El Día de San Lázaro esto se va a desplomar”, vaticinó en alusión a su primer encuentro en vivo en The Place, después de varios lustros sin presentarse en Miami.
Pero al referirse al origen de su devoción a Babalú Ayé, puso la mirada en el vacío, tras revelar que es católica --“educada en el colegio de Las Hermanas Oblatas-- que representa “el bembé” y que desde 1962 amadrina el Leprosorio de San Lázaro, ubicado en El Rincón, un pueblo cercano a La Habana, junto con “la señora Rosita Fornés”.
En otro momento dijo orgullosa que fue “la primera mujer cubana que vio al Papa [Juan Pablo II] en México”. “¡Aquello fue muy grande! Venía jorobaíto y le pregunté por qué estaba así y me dijo: ‘un tiro que me dieron’”, evocó Bacallao.
Como muchas estrellas, la artista sabe que es “un personaje” y lo explota. Y, lejos de lo que muchos piensan, está super cuerda. Por eso no asombra que en su desorden coloquial se las arregle para evadir los temas políticos.
“Yo soy una artista que lo mismo estoy aquí que estoy allá. Cada cual trae ‘su cosa’ y Dios me dio esta simpatía para brindársela al público de cualquier nación”, precisó.
La intérprete tampoco confirmó el sinnúmero de anécdotas atribuidas a ella por sus seguidores, como aquella que protagonizó frente al embajador de China comunista en La Habana de los años 60, cuando en su afán de elogiar a Mao Tse-tung, terminó dándole vivas a Chiang Kai-shek.
Pero sí aseveró divertida que cuando vivía sola ponía a rugir un león de peluche para intimidar a los extraños que tocaban a su puerta o gritaba “Guillermo, ¡coge el cuchillo!” --como si le hablara a un marido imaginario oculto en la habitación--, cada vez que algún visitante intentaba propasarse. En un tono más serio, dijo que sobrevivió “un fibroma” que le impidió tener hijos.
Juana Bacallao, cuyo nombre verdadero es Neris Amelia Martínez Salazar, nació en el barrio habanero de Cayo Hueso hace más de 80 años.
“Yo fui al kindergarten con Placidito, el nieto de [el patriota de las guerras de independencia] Juan Gualberto Gómez, que era mi vecino”, recordó.
Fuentes cercanas a la artista afirman que “una de sus tres certificaciones de nacimiento”, atestigua que nació en 1917.
“Uno tiene la edad que representa. ¡No tengo ninguna arruga!”, respondió tajante. “No es fácil mantenerse en la pista tantas horas”.
“Tiene muy buena salud, come de todo y se lava su ropa, a mano. ¡Hay que verla cuando sale por el barrio!”, afirmó Armando Guerra, de 59 años, quien vive con ella desde hace dos décadas en un apartamento del Municipio Playa, en La Habana.
Guerra la acompañará en la gira por varias ciudades de Estados Unidos y, posiblemente, Puerto Rico.
Tras darse a conocer en la desaparecida emisora Radio Cadena Azul, la artista se convirtió en un personaje de la noche habanera desde principios de la década de 1950.
“Pero antes fui sirvienta”, subrayó la vedette, cuyo despegue se produjo cuando el maestro Obdulio Morales, su descubridor, la presentó en el Teatro Martí junto a las figuras más populares del género vernáculo y en los cabarés más lujosos de la capital.
Me voy pa’l Brasil y Las cuevas de Luis Candelas figuran entre las múltiples producciones que popularizó a partir de 1959.
“¿Quién le tiene miedo al lobo, miedo al lobo, miedo al lobo?”, repitió cantando la vedette al recordar La Caperucita se divierte, un show dirigido por Joaquín Riviera, que la mantuvo en la cartelera del Salón Rojo de Hotel Capri por espacio de dos años. Tras una breve pausa, evocó su reencuentro con Celia Cruz en París en el Teatro Zenith de París, en el 2002.
“La quise mucho. Tuve el honor de compartir el escenario con ella. Era una mujer muy grande!”, afirmó conmovida.
En las últimas décadas, Bacallao se ha presentado en Europa, Estados Unidos y varios países latinoamericanos con el elenco de Tropicana. Cuando no anda por el extranjero, canta en provincias y en El Gato Tuerto, un famoso club ubicado en el barrio habanero de El Vedado, donde la acompaña su banda Tiembla Tierra.
El día 31 The Place la presentará en una gran fiesta esperando el Año Nuevo en La Cueva Azul, ubicado en la Pequeña Habana, con el respaldo de La Década, una agrupación del patio.
“Mientras tenga salud no pienso retirarme. Voy a morirme en el escenario”, afirmó al despedirse.
JUANA BACALLAO LLEGÓ A MIAMI LA CAPITAL DEL EXILIO