Visita del Papa a Cuba plantea interrogantes
El Papa Benedicto XVI llamó a proteger a los niños mexicanos de la violencia, el abandono y el hambre.
Por Juan O. Tamayo
Cuando el avión del papa Benedicto XVI aterrice el lunes en Santiago de Cuba, le darán la bienvenida los cubanos a lo largo de la recientemente reparada ruta del aeropuerto a la Plaza Antonio Maceo, donde se celebrará una misa al aire libre.
El Sumo Pontífice empezará además a responder preguntas esenciales: ¿qué impacto tendrá realmente su visita a la isla? ¿Se reunirá o siquiera reconocerá a los disidentes del país? ¿Condenará los abusos de Cuba a los derechos humanos, o el embargo de Estados Unidos?
Otras preguntas tendrán que ser respondidas por el gobierno de Raúl Castro y sus críticos: ¿tratarán los disidentes de aprovechar parte de la atención recibida por el Papa para dar publicidad a sus causas? ¿Y cómo reaccionarán las fuerzas de seguridad de Castro?
Oficialmente, la agenda de la estancia de tres días de Benedicto XVI en Santiago y La Habana solamente contiene eventos típicos de las visitas pastorales del Papa, tales como misas y reuniones con obispos, grupos laicos y Raúl Castro como jefe del gobierno que lo recibe.
Una orquesta y una compañía de ballet juveniles actuarán para él el martes en La Habana; se despertará el miércoles al sonido de las canciones de un coro de niños; y un coro de 230 miembros actuará en su última misa en la Plaza de la Revolución, el lugar icónico por antonomasia de la revolución de Castro.
El gobierno de Castro ha ordenado públicamente a todos sus ministerios y empresas estatales que paguen su sueldo completo a los empleados que se ausenten de sus trabajos para asistir a los eventos papales y, según se dice, está organizando a sus partidarios para asegurar que su presencia predomine en el público.
Benedicto XVI está visitando formalmente a Cuba para ayudar a los católicos a marcar el 400 aniversario del descubrimiento de la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre --la santa patrona de la isla-- y el Vaticano ha estado acallando todo rumor de que ocurra cualquier otra cosa.
Cuando el papa Juan Pablo II visitó a Cuba en 1998, usó repetidas veces la palabra “libertad”, urgió a los cubanos a que perdieran el miedo e hizo su famosa declaración: “Que Cuba se abra al mundo, que el mundo se abra a Cuba”.
Benedicto XVI es considerado mucho menos político, pero es posible que no pueda atenerse a temas estrictamente religiosos en una nación de gobierno comunista que se consideró oficialmente atea durante tres décadas, hasta 1992, y arresta regularmente a los disidentes.
Una larga serie de respetadas personalidades internacionales, incluyendo los premios Nobel de la Paz Desmond Tutu, de Sudáfrica, y Lech Walesa de Polonia, han urgido a Benedicto a que se reúna con disidentes y que haga un llamado a acabar con los abusos de los derechos humanos.
Las Damas de Blanco, fundadas por las esposas de 75 disidentes pacíficos que pasaron ocho años en la cárcel, han pedido sólo “un minuto” de su tiempo para explicarles su caso. El Vaticano ha dicho que un encuentro de este tipo es muy poco probable que suceda.
Pero tanto la Iglesia cubana como el gobierno de Castro están claramente preocupados de que los disidentes lleven a cabo protestas durante los eventos papales, para aprovechar la atención de los medios de prensa de la isla en estos días.
Justo la semana pasada, el cardenal Jaime Ortega pidió a la policía que expulsara a 13 disidentes que habían ocupado una iglesia de La Habana para exigir la liberación de presos políticos. Mandatarios de la Iglesia dijeron que la expulsión había sido pacífica. Los disidentes aseguran que la policía los golpeó.
El periódico Granma, órgano del Partido Comunista, reportó la semana pasada que “acciones provocativas” durante la visita de Benedicto habían sido planeadas por “grupúsculos contrarrevolucionarios del país, financiados y orientados por … la mafia anticubana de Miami”.
Disidentes afirman que la policía ya ha detenido a docenas de activistas de oposición en toda la isla para impedirles asistir a los eventos papales. Algunos disidentes salieron de sus casas hace días, con la esperanza de burlar la vigilancia de la policía y asistir a los eventos.
Solamente el sábado, activistas de oposición reportaron los arrestos de siete Damas de Blanco y 15 miembros de la organización disidente Unión Patriótica Cubana (UNPACU) en la región de Santiago. La policía probablemente los pondrá en libertad luego de que el Sumo Pontífice salga hacia La Habana.
Pero probablemente tendrá que pasar mucho tiempo después de que el Papa se marche de Cuba para que se vea alguna señal del impacto de su visita en la isla, especialmente en las relaciones entre la Iglesia en la isla y el gobierno de Castro, las cuales han mejorado considerablemente desde el 2010.
El cardenal Tarcisio Bertone, el número dos del Vaticano como secretario de Estado, dijo la semana pasada al periódico La Stampa en Italia que la visita de Benedicto XVI “ayudará en la transición hacia la democracia”.
Ortega intercedió a favor de las Damas de Blanco cuando estas eran atacadas por turbas progubernamentales en el 2010, y ayudó a manejar la decisión de Castro de poner en libertad a más de 120 presos políticos. Casi todos fueron directamente de la prisión al exilio en España.
La Iglesia cubana, la organización independiente más grande del país, está respaldando las reformas de Castro para una economía más productiva y ganando espacio para sus propias actividades en la isla, donde el 10 por ciento de sus 11.2 millones de habitantes se consideran católicos practicantes.
Críticos se quejan, sin embargo, de que la Iglesia se ha puesto demasiado en connivencia con el gobierno de Castro, y que la visita de Benedicto XVI sólo legitimizará el sistema comunista a menos que él se ocupe de asuntos tales como los derechos humanos.
El sociólogo cubano Harold Dilla dijo bromeando en una columna reciente que la visita de Benedicto XVI a Cuba, que está en un estado de completo deterioro después de medio siglo de medidas económicas al estilo soviético, ya ha tenido un impacto milagroso en la isla.
“Por el momento lo más visible es la reparación de calles e inmuebles por donde debe pasar el jefe de la Iglesia” --escribió Dilla-- “lo que según los cubanos es una base firme para su futura beatificación”.
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