El papamóvil recorre una calle de Santiago de Cuba.
El Papa ha llegado este lunes a Cuba sin intención de reunirse con la disidencia política, pero ha mencionado a los presos nada más pisar el suelo de la isla. Lo ha hecho, además, frente al presidente Raúl Castro, que lo ha recibido en el aeropuerto internacional de Santiago de Cuba.
"Llevo en mi corazón las justas aspiraciones y legítimos deseos de todos los cubanos, dondequiera que se encuentren, sus sufrimientos y alegrías, sus preocupaciones y anhelos más nobles, y de modo especial de los jóvenes y los ancianos, de los adolescentes y los niños, de los enfermos y los trabajadores, de los presos y sus familiares, así como de los pobres y necesitados", ha afirmado Benedicto XVI en su discurso.
Decenas de miles de cubanos se han desplazado después a la plaza Antonio Maceo de Santiago, el lugar elegido para celebrar la misa por el 400 aniversario del hallazgo de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona nacional. El presidente cubano ha asistido en primera fila a la ceremonia religiosa. Allí, Benedicto XVI ha hecho un llamamiento a los cubanos para que luchen "para construir una sociedad abierta y renovada, una sociedad mejor, más digna del hombre, que refleje más la bondad de Dios". En un discurso centrado en el papel de la familia, el líder de la Iglesia católica ha enfatizado que Dios "ha encomendado a la familia fundada en el matrimonio la altísima misión de ser célula fundamental de la sociedad y verdadera Iglesia doméstica". "Cuba tiene necesidad del testimonio de su fidelidad, de su unidad, de su capacidad de acoger la vida humana, especialmente la más indefensa y necesitada", ha agregado, en referencia al aborto.
El aterrizaje del Papa en Cuba, tras su visita a México, ha sido celebrado por miles de cubanos que en la tarde de este lunes aclamaban el papamóvil mientras recorría aproximadamente ocho kilómetros de las calles de Santiago de Cuba, adornadas con banderas cubanas y del Vaticano y carteles que rezaban Bienvenido a Cuba, peregrino de la caridad.
"Es un Jefe de Estado y hay que recibirlo respetuosamente y para cumplir con nuestro deber", explicaba a EFE Maritza, una maestra de 50 años que no se define como católica. "Cualquier país que conozca las normas de conducta está obligado ser amable ante una visita como esta", subrayaba Luisa Limonta, santiaguera de 62 años, a la misma agencia.
A su llegada al aeropuerto internacional Antonio Maceo, donde ha sido recibido por Raúl Castro, Benedicto XVI ha recordado la visita a Cuba de Juan Pablo II, que inauguró una "nueva etapa en las relaciones entre la Iglesia y el Estado cubano, con un espíritu de mayor colaboración y confianza, si bien todavía quedan muchos aspectos en los que se puede y debe avanzar, especialmente por cuanto se refiere a la aportación imprescindible que la religión está llamada a desempeñar en el ámbito público de la sociedad", ha puntualizado antes de destacar las "profundas raíces cristianas que conforman la identidad más honda del alma cubana".
El Papa hace un llamamiento a los cubanos para construir 'una sociedad abierta y renovada'
*'Dios respeta la libertad humana', referencia velada a los derechos en la isla
*Atribuye la crisis económica a una 'una profunda crisis espiritual y moral'
El Papa, durante la misa que celebró en Santiago.
Por Irene Hdez. Velasco
Benedicto XVI ha hecho un llamamiento a los cubanos para que "con las armas de la paz, el perdón y la comprensión, luchen para construir una sociedad abierta y renovada, una sociedad mejor, más digna del hombre".
Eso ha asegurado el Papa en la multitudinaria misa que ha ofrecido en la Plaza Antonio Maceo de Santiago de Cuba, ciudad donde aterrizó a las 14.00 horas del lunes (las 21.00 hora española) para comenzar su visita de algo más de 48 horas a este país, uno de los pocos enclaves comunistas que quedan en el mundo.
"Cuando Dios es arrojado fuera, el mundo se convierte en un lugar inhóspito para el hombre", indicó el Papa durante su homilía, en alusión al ateísmo militante que durante años defendió el castrismo. Y también, muy sutilmente, el Papa ha aprovechado para hacer una defensa de los derechos humanos y las libertades: "Resulta conmovedor ver cómo Dios no sólo respeta la libertad humana, sino que parece necesitarla", aseguró.
La Plaza de la Revolución Antonio Maceo, con capacidad para 200.000 personas, estaba a rebosar de gente. Pero la verdadera noticia está en los que no pudieron acudir a la misa del Papa en Santiago: las asociaciones de disidentes denuncian que muchos de sus miembros han sido arrestados o intimidados de distintos modos para impedir su presencia en el servicio religioso oficiado por Benedicto XVI en la Plaza Antonio Maceo.
Y al revés: las organizaciones de opositores internos denuncian que el Partido Comunista cubano habría alentado a sus miembros para que acudieran a la misa, para de ese modo asegurarse el control de la situación en caso de que se registraran disturbios. "Es indignante", se quejaba a ELMUNDO.es Oswaldo Payá, uno de los más destacados miembros de la disidencia cubana. "El Partido Comunista ha dado órdenes a sus afiliados para que acudan a la misas del Papa, de manera que su presencia actúe como elemento disuasorio ante cualquier mínimo intento de crítica pública".
De lo político a lo religioso
Además, la homilía que el Papa pronunció durante su servicio religioso tuvo un carácter eminentemente pastoral. Sobre todo, si se compara con el discurso que el pontífice ofreció a su llegada al aeropuerto a Santiago de Cuba y que tuvo un matiz mucho más político. Benedicto XVI solicitó, ante el presidente Raúl Castro, que Cuba avance "por los caminos de la justicia, la paz, la libertad y la reconciliación".
Y, recordando que ha viajado a Cuba para conmemorar los 400 años del culto a la Virgen de la Caridad del Cobre, la patrona del país, señaló que la devoción a esa imagen "ha alentado la defensa y promoción de cuanto dignifica la condición humana y sus derechos fundamentales; y continúa haciéndolo aún hoy con más fuerza".
Y en ese sentido ha dejado claro que cuando mañana acuda a su santuario le pedirá a la virgen un futuro lleno de esperanza, solidaridad y concordia para Cuba y que "guíe los destinos de esta amada nación por los caminos de la justicia, la paz, la libertad y la reconciliación".
El discurso que Benedicto XVI pronunció en el aeropuerto de Santiago de Cuba fue un ejemplo magistral de equilibrismo dialéctico: el Papa hizo acrobacias para tocar los asuntos más candentes sin irritar a las autoridades castristas.
Pero se las apañó para referirse al medio centenar de presos políticos que según las organizaciones disidentes existen en Cuba o a los dos millones de exiliados. "Llevo en mi corazón las justas aspiraciones y legítimos deseos de todos los cubanos, dondequiera que se encuentren", señaló el Papa en alusión a los exiliados cubanos, la inmensa mayoría de los cuales se encuentran en Miami.
Y también ha afirmado que lleva en su corazón los sufrimientos y alegrías, las preocupaciones y anhelos de todos los cubanos y en especial de los más desprotegidos, incluidos "los presos y sus familiares".
Relaciones con el estado
El Papa también reveló la intención de la Iglesia en jugar un papel importante en la transición cubana, recordando que ya la visita de Juan Pablo II a la isla "fue como una suave brisa de aire fresco que dio nuevo vigor a la Iglesia en Cuba (...) que alumbró la esperanza e impulsó el deseo de trabajar audazmente por un futuro mejor". Benedicto XVI ha reconocido en ese sentido que la visita de Wojtyla inauguró una "nueva etapa en las relaciones entre la Iglesia y el Estado cubano, con un espíritu de mayor colaboración y confianza".
Pero también dejó claro que queda mucho por hacer, sobre todo en cuanto se refiere "a la aportación imprescindible que la religión está llamada a desempeñar en el ámbito público de la sociedad".
El Papa también aseguró que las dificultades económicas que ahora mismo se viven en muchas partes del mundo es fruto de "una profunda crisis de tipo espiritual y moral, que ha dejado al hombre vacío de valores y desprotegido frente a la ambición y el egoísmo de ciertos poderes". Y recalcó que "no se puede seguir por más tiempo en la misma dirección cultural y moral que ha causado la dolorosa situación que tantos experimentan".
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