Crónica de la malahora:
Un robo en casa de García Márquez en La Habana
Gabriel García Márquez y Fidel Castro en La Habana
Café Fuerte Por Juan Reynaldo Sánchez
La amistad entre Fidel Castro y Gabriel García Márquez viene desde hace mucho tiempo, pero después de que el escritor colombiano recibiera el Premio Nobel de Literatura en 1982, el dictador cubano decidió unilateralmente -valga precisarlo aunque parezca una redundancia- regalarle una residencia para sus largos períodos de estancia en Cuba.
Para materializar su regalo, Castro escogió una residencia construida antes de 1959 en el área de El Laguito, la que con el decursar del tiempo se le denominaría como Casa No. 6 del protocolo del Consejo de Estado, situada en la calle 146 y la avenida 21-A en el municipio habanero de Playa.
Como complemento a la deferencia del gobierno cubano, Castro le ofreció a su amigo un auto Mercedes Benz de color negro y todo el mobiliario y servidumbre requeridos.
El misterio del teléfono perdido
Hace más de 20 años estuve relacionado con acontecimientos ocurridos en esa mansión y de los que circularon versiones inexactas. Intento aclararlas ahora en momentos en que el octogenario narrador parece haber perdido completamente la memoria, según publicó recientemente la revista People en Español, y el ex gobernante parece seguirle tras sus pasos con episodios como el de la moringa.
Ese día Fidel Castro y García Márquez habían llegado al Aeropuerto Internacional “José Martí” de La Habana para despedir en el salón del protocolo de la terminal No. 1 a una delegación latinoamericana. Dentro del área protocolar, junto a los invitados, nos encontrábamos el jefe de la escolta de Castro, el doctor Eugenio Selman-Housein, médico personal del gobernante, y Roberto Meléndez, jefe de protocolo. Castro -como era su costumbre- estaba brindando con whisky Chivas Regal de ocho años a la roca, al igual que García Márquez, mientras que los demás invitados degustaban otro tipo de bebidas.
Meléndez se pasó de la línea y -no sé porque razón- y se sirvió varios tragos de whisky que ingería a escondidas. Eso me llamó la atención y lo comenté en su momento con algunos compañeros de trabajo.
La delegación visitante se marchó y Castro y García Márquez salieron rumbo a la flamante casa del novelista en El Laguito. Llegaron allí y estuvieron conversando con Mercedes Barcha, la señora del escritor, y otras personas hasta que el cabo de unas horas Fidel se retiró del lugar rumbo a Punto Cero, donde llegamos unos minutos más tarde.
Transcurrieron alrededor de 10 minutos y el Teniente Coronel Nivaldo Pérez Guerra, oficial de guardia de la escolta de Castro, nos comunicó que el teléfono principal de la casa de Garcia Márquez había desaparecido. El hecho se le informó de inmediato a Castro, quien decidió que la contrainteligencia de la Seguridad Personal se hiciera cargo de la investigación y le reportara directamente a él de todos los resultados.
De cómo Meléndez fue destituido
Pasó esa noche y la mañana siguiente, bien temprano, entró una llamada del oficial Nivaldo Pérez donde informando que Meléndez estaba con él y le había llevado el teléfono de García Márquez, en tácita alusión a que fue el jefe de protocolo quien lo había “desaparecido”. La noticia se la pasé rápidamente a Castro. Su respuesta fue que interrogaran a Meléndez sobre el motivo que habia tenido para realizar ese hurto.
Meléndez contestó con un relato digno de un libro infantil. Según él, sustrajo el teléfono en represalia contra los sirvientes de la casa, quienes al verlo ya con algunos tragos de más no quisieron servirle más whisky.
No sé si Fidel Castro le creyó o no esa historia a Meléndez, pero le mandó a preguntar qué tipo de castigo él creía que se merecía. Meléndez respondió que desde ese momento renunciaba a su puesto como director del protocolo y se iría a una brigada de la construcción para trabajar como plomero hasta que Castro lo decidiera. Y eso fue lo que sucedió al final. El cargo como director del protocolo del Consejo de Estado lo asumió Angel Reigoza, hasta ese momento vicedirector de protocolo. Meléndez no fue nunca enjuiciado y mucho menos encarcelado por ese hurto.
Era de suponer que Roberto Meléndez era un hombre de confianza tanto de Castro como de todo el aparato del Estado y gobierno cubano, incluso se le había otorgado un carné honorífico de la Seguridad del Estado por la confiabilidad que había en él. Me pregunto que le hubiera pasado al jardinero, al chofer o a cualquiera de los sirvientes de la residencia si a alguno de ellos se le hubiera ocurrido llevarse consigo el teléfono de García Márquez. Pero Meléndez no era interés del Estado, o sea, no era un enemigo del Estado en ese momento y por tanto todo quedó ahí, sin mucha publicidad.
Al menos, el incidente no aparece en las memorias de García Márquez y dudo mucho que Fidel Castro quiera recordarlo ahora.
*Juan Reynaldo Sánchez fue escolta personal de Fidel Castro entre 1968 y 1994, con grados de teniente coronel. Fue destituido y cumplió prisión en Cuba. Logró abandonar la isla en el 2008 y actualmente reside en Miami. Tiene en preparación un libro sobre su experiencia en la seguridad personal del gobernante cubano.
Fuente: Café Fuerte