Garibaldi le canta a Chavela Vargas
El acto, el primero de los programados, se ha celebrado en la Plaza Garibaldi del centro histórico de Ciudad de México
La llegada del cuerpo de la artista
DESCANSE EN PAZ
*El cielo, encapotado, amenazaba con dejar caer su lluvia fría y pesada como las lágrimas de los admiradores de Chavela Vargas.
Teresa Plateros / MÉXICO
Ciudad de México despidió anoche en la Plaza Garibaldi entre los acordes de «Amor eterno» a la cantante Chavela Vargas, costarricense de nacimiento pero mexicana de adopción y de corazón, en un acto singular por lo concurrido y por el protagonismo que cobró en él la música de principio a fin.
La plaza lució abarrotada una concurrencia incondicional y una prensa expectante que esperaron horas y aguantaron la rabia de la lluvia de agosto en México para ver pasar a la cantante, fallecida en paz el domingo a los 93 años con lo que se cierra toda una época de oro de la canción mexicana.
En medio de la misma se instaló una carpa para proteger el féretro de Chavela de la lluvia y en la que cupo una minoría entre los asistentes. Flores blancas y grandes fotos de la artista en plenitud y ya entrada en años contagiaban alegría en un acto entendido como una despedida definitiva, tras el cual solo quedará su música imborrable.
Decía el escritor Carlos Monsiváis, el gran cronista del México de hoy que «el mariachi nos devuelve lo arrebatado por la modernidad: la ilusión de la fiesta sin tecnología», y nada más cierto anoche, con la gente tomada de la mano, llorando y lanzando piropos al féretro, tapado con un jorongo, en el que yacía Chavela.
A la celebración asistieron el hijo de José Alfredo Jiménez, el compositor con quien colaboró con temas imborrables Chavela, así como Lila Downs, considerada por muchos como su sucesora. Tania Libertad entonó «La canción de las simples cosas», uno de los temas que más le gustaban a Chavela.
Rodeada de flores blancas, en una tarde encapotada y con la plaza hasta los topes, la artista que amó tanto a México fue saludada por más de un millar de personas unidas en un último adiós musicalizado con temas como «Volver, volver», «Paloma Negra», «Cucurrucucú Paloma» y «Cruz de olvido».
A un lado de la popular plaza, que debe su nombre a un nieto de Giuseppe Garibaldi, el unificador de Italia, que luchó en el México de la Revolución junto al presidente Francisco I. Madero, a alguien se le ocurrió descolgar del Museo del Tequila y el Mezcal un pendón que decía «¡Adiós a la dama del tequila! Chavela Vargas».
Mañana es probable que el hermoso Palacio de Bellas Artes de la capital mexicana a las 13.00 hora local (20.00 hora española) luzca hermoso para la despedida de Vargas, pero el encuentro con el pueblo ya se dio, con desparpajo y con sentimiento, ese que a ella le sobraba cada vez que salía, sonriente, a los escenarios que rasgaba su voz única.