¿ES POSIBLE SER GAY Y FELIZ?
La época en la cual científicos y religiosos clamaban que la homosexualidad tenía que ver con una debilidad o una tendencia en contra de la naturaleza, ya es tiempo pasado o está a punto de serlo. Tras siglos de una caza de brujas y experimentos con electrodos, y cuando todo parece haberse quedado en solo una pesadilla, preguntarse si los gays son más felices hoy en día, podría resultar obvio e incluso frívolo. Sin embargo no nos equivoquemos, en muchos casos, homosexualidad y felicidad no van siempre juntos, entonces ¿cómo conseguir esta felicidad que todos buscamos?
Nos puede resultar difícil comprender que en el pasado, amar a alguien del mismo sexo incurría en un castigo y querer hacer lo que uno deseaba significaba arriesgar la vida. Sin embargo el colectivo LGTB en su conjunto está marcado por este pasado doloroso. Por eso no es de extrañar escuchar voces diciendo “¡Nunca serás feliz siendo gay!”. Este tipo de comentarios son sólo el resultado del rechazo social hacia los homosexuales y de las huellas que han dejado siglos de opresión en la memoria colectiva. Siendo hederos de este sufrimiento, ¿somos aptos para ser más felices?
Deberíamos tener todas las oportunidades para ser felices, ni más ni menos que los demás. Pocos saben que el termino gay proviene de la palabra latina “gai” cuya definición se refiere a algo alegre y divertido. Sin embargo con el paso del tiempo estos atributos se han desvanecido para dejar sitio a una definición mucho más científica y relacionada con un comportamiento sexual.
Pero la felicidad de los homosexuales no tiene que ver sólo con la etimología y sería injusto negar que todos los seres humanos tienen derecho a las mismas posibilidades de conseguir la felicidad en su vida. Además, debemos ser conscientes que vivimos un momento histórico, en el cual, los derechos homosexuales tienden a ser reales e incluso universales. Visto desde nuestra perspectiva nos puede parecer que los cambios tardan en hacerse efectivo, que los que se oponen a nosotros consiguen frenar estos avances. Pero sólo hace falta mirar las dos últimas décadas para darnos cuenta de que somos quizás la primera generación de homosexuales que tiene todas las claves para ser felices. Ya se acabó el tiempo de los amores
escondidos, el tiempo que nuestros mayores se vieron obligados a vivir muchas veces con una doble vida y dentro del armario. La historia no puede repetirse.
Si tenes menos de cincuenta años, tenes la suerte de haber vivido todas las corrientes de pensamientos que han revolucionado el concepto de la verdadera felicidad y nos han animado social y espiritualmente a entrever en el caos de la sociedad moderna brotes de felicidad.
Luther King, Milk, Lenon y más recientemente Obama, entre otros, nos han enseñado que la dignidad es una condición sinequanon para ser feliz y que los medios para conseguirlo residen en la búsqueda de la dignidad. Los psicólogos se unen a la ecuación “dignidad=felicidad” y la defienden. El psicólogo Michael Shelton señala que existen numerosas pruebas que demuestran que la dignidad homosexual es el motor de la felicidad. O dicho con otras palabras, un hombre o una mujer homosexual tiene más posibilidades de ser feliz si vive en condiciones dignas. En su libro “Boy crazy: Why monogamy i so hard for gay men and What you can do about it”, Shelton habla de experiencias de gays que han vivido sin llegar a tener relaciones con hombres, y también de homosexuales que, decepcionados por su experiencia, han rechazado su condición. Según el psicólogo, sin dignidad no se llega a ningún sitio, y la dignidad se garantiza a través de los derechos. Shelton concluye que vivimos una crisis de identidad y que el hecho de ser feliz o no, está muy influido por las generaciones anteriores que justamente vivían sin derechos y por consiguiente con menos dignidad.
Actualmente tenemos mucha más suerte que nuestros antepasados en cuestión de discriminación. Sin embargo, y siempre según Shelton, existe un cierto desfase entre la realidad que vivimos (o mejor dicho la que se nos deja vivir) y la que podríamos vivir. De esta manera, la felicidad tiende a ser un hecho lejano, algo que sólo se puede conseguir en un futuro más o menos cercano, en lugar de ser un objetivo alcanzable ahora. Esta crisis perpetua se podría traducir de esta manera: confundidos por los derechos y los no-derechos, cegados por el ritmo de nuestras vidas, seguimos adelante sin buscar la verdadera felicidad porque el próximo evento social, el lanzamiento de un nuevo club o la nueva versión de nuestro gadget preferido, nos conmueve más que construir las bases de nuestro bienestar.
¿EXISTE LA INDUSTRIA DE LA FELICIDAD ?
La cultura del entretenimiento posee, entre otras ventajas, la de poder simular cambios rápidos de ritmo. La sorpresa, la tensión que se acumula, los riesgos que inducen placer son algunas de las estrategias con las cuales cuenta el mundo del entretenimiento para favorecer la aparición de nuevos estilos de vida, y con eso, la promesa de una felicidad futura. No nos equivocamos, el entretenimiento no es igual al bienestar duradero.
La industria gay nos propone hoy en día muchas versiones de promesas de felicidad. Y eso no es nada despreciable, puesto que se esfuerza para ofrecer una forma u otra de felicidad. Es por eso que se inventan cruceros sólo para homosexuales, que se estrenan nuevos clubes o se lanzan nuevas líneas de productos para gays. Sin embargo el deseo de pertenecer a un colectivo y de abrazar su cultura puede imponernos el uso de productos o frecuentar ciertos lugares rompiendo en cierta manera con nuestra libertad. No hay estadísticas sobre cuánta gente llega a ligar en un club gay o cuánto contribuye la industria al bienestar gay, pero de
forma general ¿nos sentimos más felices al final de recorrido?
SER FELIZ EN EL SIGLO XXI
Hoy en día ser feliz no es una misión imposible. Después de todo, la humanidad entera se esfuerza para conseguir una vida mejor. Pero también debemos analizar qué variantes hacen que uno sea más o menos infeliz.
No existen buenas o malas formas de encontrar la felicidad. La definición del bienestar varía de una persona a otra y también según el momento en el cual nos encontramos. Los sicólogos insisten que no existen comportamientos mejores o peores, pero sí debemos ser conscientes que la intensidad de la felicidad es muy variable lo que nos ayudará a no cometer excesos. También advierten que los comportamientos repetitivos pueden, a largo plazo, perjudicarnos, como lo son las adicciones, por ejemplo.
En este artículo hemos querido tratar la felicidad gay, puesto que al ser una minoría somos más propicios a sufrir ataques y discriminaciones. A pesar de que la felicidad, o el bien estar, sean sentimientos universales, los psicólogos han notado algo especial con la población homosexual. Indican que los hombres gays suelen analizarse demasiado y tienden a preguntarse a sí mismos si son felices o no. Esta excesiva búsqueda interior impide al hombre valorar los verdaderos momentos de felicidad. Puede parecer un estereotipo pero en muchos casos ahí reside la fuente de muchos problemas.
Si deseásemos ser felices, entonces tendríamos que hacer todo lo necesario para lograr el estado de felicidad, temporar o permanente. Y si resulta obvio que podemos serlo, entonces deberíamos disfrutar con lo poco o mucho que tenemos y hacer que por lo menos nuestra vida sea lo más agradable posible. Somos la primera generación para la cual la felicidad total es una meta alcanzable. No nos dejemos influir por los demás en cuanto a ser felices. La única definición de la felicidad que vale es la que hay en nosotros, tampoco dejemos malas experiencias o expectativas no cumplidas romper con nuestro deseo de ser feliz. Y no olvidemos una cosa: gay significa alegría y felicidad.