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General: ¡EL matrimonio para todos,en el nombre del Evangelio !
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: cubanet20  (Mensaje original) Enviado: 28/08/2012 15:47
 
¡El matrimonio para todos, en el nombre del Evangelio!
 
Ricky Martin, Carlos y sus mellizos
 Stéphane Lavignotte, pastor de la Misión popular evangélica, miembro de Carrefour de chrétiens inclusifs (Encrucijada de cristianos inclusivos), anima La Casa verde en París, casa de barrio pero también parroquia protestante en la que celebra bendiciones para parejas del mismo sexo. El autor de “Jacques Ellul, la esperanza primero” (Olivétan) defiende la apertura del matrimonio a las personas lo mismo sexo.

Los cristianos tienen un solo Dios. No adoran ni realidades naturales – ni la luna, ni el sol, ni los ríos, ni los animales – ni realidades sociales – el estado, el ejército, la patria … No confunden lo sagrado con las realidades temporales y temporarias, momentos de la evolución biológica o social del mundo.

¿ Por qué escaparía a esto el matrimonio? ¿ Por qué habría que sacralizar una forma u otra de matrimonio, viendo incluso que para algunos la misma palabra de “matrimonio“ únicamente designaría lo que designa hoy?

Sacralizar el matrimonio es un paso particularmente asombroso respecto al libro y respecto a la persona a través de los cuales encontramos a Dios: la Biblia y Jesús. Es sorprendente ver en este libro la diversidad de formas con las cuales los personajes forman parejass y familias.

Abraham y Sara permanecen durante mucho tiempo sin hijos, Jacob tiene hijos con sus dos mujeres pero también con sus dos esclavas, David se une con Jonathan, Ruth con Noemí y educan a la hija que esta última tuvo con Booz … La teóloga Virginia Ramey Mollenkott censa así 42 formas diferentes de familias (1) … Entre ellas, únicamente una (en Pablo) se parece al modelo de la familia cristiana heterosexual tradicional: monogamia y monoandría heterosexual, hombre dominante, y con hijos …

Encontraremos también con dificultad una institución religiosa del matrimonio. En todo el Antiguo Testamento, un solo pasaje hace vagamente pensar en una bendición religiosa, cuando Labán deja irse Rebecca para reunirse con Isaac: ¡ Ni siquiera el marido está allí para compartir la bendición dada por el padre!

Jesús mismo no celebra ningún matrimonio, lo que justifica para los protestantes que el matrimonio no sea un sacramento.

¿ La Biblia y Jesús se desinteresan de lo que a menudo es el centro de nuestras vidas? ¿ Los marcos y las instituciones no tienen ningún sentido para Dios? No, por supuesto. Una preocupación común atraviesa todas estas historias diversas, una preocupación más fuerte que el contexto partiarcal y sexista en el cual estos textos han sido escritos: la justicia para las más débiles y, por lo tanto, en primer lugar las mujeres y los niños.

Es esto lo que se impone en el Antiguo Testamento con Hagar e Ismael rechazados por Abraham pero acogidos por Dios, con Tamar, prestándose a las estratagemas más inmorales para hacer reconocer su justicia o la elección sistemática por Dios del más pequeño y del más débil de la hermandad (Jacob, David, etc.) para manifestar su propósito.

Esto sucede también en los evangelios. A los que le presentan a su madre y sus hermanos como su familia, Jesús escoge a sus discípulos: la familia de proyecto y de justicia antes que la familia biológica. Interrogado sobre la separación de una pareja, rechaza la lógica del repudio que hace que el más débil – en el contexto de la época: la mujer – sea rechazado sin derecho y se encuentre en la pobreza.

Así, somos zarandeados por la Biblia que es mucho menos tradicionalista que nosotros. Las parejas y las familias son realidades temporales y toman muchas formas. No, el matrimonio no tiene nada de sagrado, nada de una institución querida por Dios. Pero en cambio, Dios nos invita a ejercer nuestra responsabilidad de humanos en el sentido del derecho, de la justicia, de la protección de los más débiles, en la realidad social tal como ella es: diversa hoy como en el tiempo de la Biblia.

Escoger entre las formas jurídicas del matrimonio, sobre el divorcio como sobre la apertura o no a las parejas del mismo sexo, es hacer elecciones responsables de humanos en el sentido de más justicia y en principio, más protección de los más débiles.

¿Son hoy los Pacs (Pacto Civil de Solidaridad) algo suficiente para las parejas que se comprometen? Más allá del hecho de que no ofrece los mismos derechos y deberes según la orientación sexual – y que dicen, por lo tanto que unos hijos de Dios, unos seres humanos, valdrían menos que otros – es muy fácil romperlas.

No le ofrece ninguna protección ni ninguna compensación al más débil de la pareja en caso de separación. Porque esto se parece a confundirse con una lógica de repudio – que Jesús rechazó en nombre de la protección del más débil – es por lo que un filósofo como el protestante Olivier Abel había militado a favor del matrimonio antes que el PACS en el momento de su instauración.

De manera más general, tenemos la impresión al leer ciertos artículos que acceder al matrimonio para las parejas homosexuales, sería como una manera de ganar al bingo. El matrimonio no es un sobre sorpresa. Para aquellos que se comprometen a eso, es ciertamente un conjunto de derechos pero también de deberes recíprocos. Es en primer lugar un marco que obliga a la relación y protege el más débil. Un marco que – frente al desacuerdo y porque está unido a la posibilidad del divorcio – obliga al diálogo, a la conversación, al compromiso, a la renuncia al egoísmo.

¿Creemos que las parejas homosexuales son tan mágicamente maravillosas que puedan salir de este marco? ¿No se desarrollan en ellas las mismas dificultades que en las otras que justifican que el derecho o el acompañamiento – por ejemplo por las Iglesias – sea útil?

La misma cuestión se plantea para los niños. Muchos tratan como si la apertura del matrimonio fuera a hacer llegar niños en los pares homosexuales. ¡Pero – incluido los PMA (procreaciones médicamente asistidas) efectuadas en Bélgica o por las adopciones de solteros – los niños están allí ya, y son por lo menos varias decenas de millares! El matrimonio o el estatuto del padrastro pondrá allí también del derecho donde hay un vacío, derechos y deberes, el marco y poor lo tanto, la estabilidad para el bienestar del niño.

Sí, toda sociedad necesita indicaciones, normas, referencias. ¿Pero es tal o cual forma de matrimonios o de parejas lo que es una referencia? ¿ O los valores de la justicia, del derecho, de la escucha, del diálogo? La ley que resume todas ellas es: ” Ama a tu prójimo como a tí mismo” y no: “no toques mi matrimonio” …
 
Virginia Ramey Mollenkott, Sensuous Spirituality, Nueva york, Crossroad, 1992
 


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