Hubo un tiempo en que la homosexualidad era considerada pecado mortal y reconocerse gay era razón suficiente para ser tildado de pervertido, era la habilitación para ser perseguido y torturado. Aunque, lamentablemente, esto sigue ocurriendo en varios países del mundo, por ejemplo, en Africa o en los islámicos.
Para recrear estos tiempos en Iberoamérica, Martín Dutelli comparte un escrito sobre el artista español Miguel de Molina, alguien que desde el arte se enfrentó a una sociedad homofóbica hasta que lo expulsaron de su país. La Argentina fue su lugar de asilo. Eva Duarte, la mujer que le abrió las puertas. Fue un eterno agradecido al peronismo por esto.
Comparto con ustedes el relato de Martín, un recorrido personal por la vida y la obra de este artista rebelde.
Miguel de Molina, un grande
Por Martín Dutelli Hablar de Miguel de Molina, es hablar de un grande de su época, principios del siglo pasado. El fue alguien que tuvo el valor de enfrentarse a una sociedad totalmente homofóbica y quien forjó un compromiso con el arte. Fue cantante cuando se avecinaba la España de Franco.
Miguel nació el 10 de abril de 1908. De joven se dedicó al espectáculo y al turismo, hasta que en un momento le tocó subir a un escenario y cantar. Su éxito fue descomunal y, a partir de allí, nació un artista, un cantaor de la música gitana, del flamenco.
Vestía con sus despampanantes blusas a lunares. Fue perseguido, torturado y se lo tildó de comunista. En aquella época si no eras Franquista, eras comunista o puto. O las dos cosas. Se le adjudicaban relaciones que él no había tenido y, por ende, se lo acusaba de pervertido.
Leyendo su autobiografía, “Botín de guerra”, me di cuenta de que él era un adelantado para la época. Gracias a este tipo de personajes nosotros podemos desnudarnos más. Molina nunca quiso mostrar algo que no era. Y así fue que le prohibieron actuar en la España de Franco. Afortunadamente tuvo una buena recepción en nuestro país. El, desesperado por no poder trabajar en su Nación, se tuvo que exiliar en la Argentina. Mucho tuvo que ver Eva Duarte en esto.
Miguel le mandó una carta a Evita pidiéndole asilo y ella lo aceptó sin prejuicios. El cuenta que, si bien no eran amigos, tanto Eva como Juan D. Perón lo trataron con mucho respeto. Es más, Miguel actuaba en obras benéficas que Evita realizaba. Tenían un trato cordial.
Este artista pasó gran parte de su vida en Buenos Aires actuando y cantando. Se compró una casa en Belgrano, que aún se puede visitar.
Hace alrededor de veinte años se estrenó la película “Las cosas del querer”, que fue una historia algo disfrazada de lo que había sido la vida de Miguel de Molina. Por supuesto que él no recibió ningún tipo de reconocimiento ni se le pagaron derechos por el plagio, si es que se puede decir así.
Trailer “Las cosas del querer”
Más allá de sus amaneramientos, de su forma de ser y de su arte, él fue un precursor, un avanzado. Podemos decir que en la actualidad hay una cierta libertad, pero tomando en cuenta la actitud de Evita, que tuvo el decoro de refugiarlo y darle la chance de trabajar, puedo ver la misma actitud tanto en los tiempos que corren como en algunos hechos y personas del pasado.
En los últimos años, en nuestro país hemos conquistado importantísimos logros, se nos han otorgado derechos igualitarios, y en esto siempre estuvo la mano del peronismo y, más específica y últimamente, del kirchnerismo.
Personalmente, no me considero un tipo político y no soy seguidor de ningún partido, simplemente pienso que hay cosas positivas y negativas en los distintos gobiernos. Aunque en la libertad de ser nosotros mismos con los avances que hemos conseguido, tuvo mucho que ver este gobierno de Cristina.
De hecho, en uno de sus últimos discursos -cuando la Presidenta presentó el billete de 100 pesos con la imagen de Eva-, dijo que estaba segura de que Evita hubiera apoyado el matrimonio igualitario porque ella siempre estuvo del lugar de los desprotegidos.
Volviendo a Miguel, fue conocido por sus canciones como “La bien pagá”, “Te lo juro yo”, “Ojos verdes”:
“La bien pagá”
Fue contemporáneo y gran admirador de Federico García Lorca. En su autobiografía nombra infinidad de artistas de la época con los cuales trabajó tanto en España como en la Argentina. Pero también nombra la difícil relación que tuvo con Jorge Negrete en México.
En el año 1992 fue condecorado por los reyes de España, quienes le imponen la Cruz Oficial, Condecoración de la Orden de Isabel La Católica.
En palabras de Molina:
«España tardó cincuenta y dos años en darse cuenta de que habían tronchado la vida de un hombre que hubiera querido crecer artísticamente y desarrollarse en la tierra donde nació, sin ser ingrato con la Argentina que me cobijó»:
Estoy repleto de agonía
todo lo gris se filtra
en mi presencia cada día
no me apetece ya vivir
me subleva el estar todavía
debiendo imaginar risas, cuentas
que asignan a mis rentas
tanta codicia como conocí
¡Ay! dolor de mis dolores
¡Ay! llanto de mi alegría
nunca más podré alegrarme
todo se me entristecía.
En el año 1993, este gran señor nos dejaba, pero no sin luchar. Me levanto y lo aplaudo. Una vez más.