Tras 10 años sin sacar un disco al mercado, Manolín, El Médico de la Salsa, vuelve a la carga con Tiene que ser Manolín (Xplosion Entertainment, 2012), una producción grabada entre Madrid, Roma y Miami, que incluye los videos No quiero saber de amores y Mi desastre, el tema que está sonando en varias emisoras del país. “Es el disco más ‘internacional’ de mi carrera”, afirma el cantante a El Nuevo Herald desde su apartamento del d owtown, al referirse a la colaboración que recibió de “los mejores músicos cubanos que andan dispersos por el mundo”.
Según el salsero cubano, su regreso a los estudios de grabación, en calidad de productor y autor, representa la culminación de un largo proceso de crecimiento personal que le permitió meditar sobre su entorno y su responsabilidad como artista.
“No me gusta entrar al estudio por obligación”, precisa. “Pero en este caso, primero tuve que superar la crisis personal que atravesé”.
El cantante cuenta que “los miedos” que provocaron su debacle tienen su origen en sus primeros años en Miami, cuando tuvo que asimilar lo que significaba vivir en una ciudad “donde la gente tenía que disfrazarse para asistir a un concierto de [la orquesta] Los Van Van”.
El cantante llegó a Estados Unidos vía España, en el 2001.
“Me di cuenta que, tal vez por la herencia de la revolución [cubana], aquí uno podía resultar ‘sospechoso’ y [tildado de] ‘comunista’ cuando expresaba su criterio sobre los intercambios culturales” [entre los artistas de la isla y el exilio], recuerda. El intérprete comparó “la campaña difamatoria orquestada por algunos programas radiales y de televisión”, de la que fue víctima, “por hacer uso de la libertad de expresión”, con el veto que sufrió en Cuba por cantar Yo tengo amigos en Miami y Voy a hacer un puente, a finales de la década de 1990.
“Un amigo me aconsejó que no saliera a la calle porque temía que me lincharan. Pero yo me atreví a ser libre”, confiesa. “Por suerte, ya todo pasó”.
Manolín está convencido de que su “granito de arena” contribuyó a que la gente “se liberara y saliera de la confusión”. En lo concerniente a su nuevo disco, no duda que su honestidad y su decisión de marcharse a España, le allanaron el camino para concebir su nuevo disco.
“Yo también he aprendido mucho en Miami. Podría asegurar que soy mejor persona”, revela. “Cuando pude sentirme pleno, me puse a crear. Mi proceso creativo parte de la sinceridad”.
Tiene que ser Manolín contiene baladas, techno pop, salsa y timba. Entre la lista de colaboradores se destacan el pianista Iván “Melón” Lewis, el baterista Ángel “Pututico” Arce, el trombonista William Paredes y el percusionista Yuri.
“El arreglista fue Luis Bu Pascual, a quien considero el mejor productor musical de mi carrera”, añadió el salsero de 46 años, al tiempo que destacó la labor de su colega Guianko Gómez, como entrenador de voz. La grabación de los videos, realizada en Brickell, estuvo a cargo de Raúl Victores.
“Hoy me siento integrado a esta ciudad y hasta me emociono viendo un partido del Miami Heat. ¡Soy otra persona!”, confiesa el músico de 46 años, padre de Melissa, de 15, fruto de su unión con la presentadora de noticias Yossie Galindo.
“Mi hija es el mejor regalo que he recibido en mi vida. Estudia piano, canto y teatro. Además, es linda, carismática y muy inteligente”.
Entre los planes del cantante figuran una gira por España y Perú, a partir del 1 de octubre, y su inminente mudanza a Miami Beach.
¿Quiere decir que hiciste las paces con Miami?
“No hice las paces con Miami porque saqué un disco. ¡Todo lo contrario! Saqué un disco porque hice las paces con Miami”.