Editorial
Vía libre a la emigración obediente
La disidencia interna, el exilio y la comunidad internacional han de perseverar hasta la consecución de una auténtica libertad de movimiento en la Isla.
Madrid
Trece meses después de anunciarla, el régimen de La Habana ha aprobado una reforma migratoria de limitado alcance, que entrará en vigor en enero próximo. Sus principales novedades son la eliminación del permiso de salida, el cese de las cuotas mensuales por concepto de estancia en el extranjero y la derogación de la ley de confiscación de propiedades.
Los nuevos decretos eximen a un numeroso grupo de cubanos de la llamada "carta blanca", aunque mantienen en pie la discriminación en función de credos políticos e ideológicos. Los cambios abogan por el mismo método de control utilizado en China: los obstáculos no estribarán en un permiso de salida, sino en la obtención del pasaporte. El régimen continuará decidiendo a su arbitrio en un asunto tan relevante como la libertad de movimiento de los ciudadanos.
Otro punto importante de esta reforma es la penalización de profesionales, científicos y deportistas. Sobre estos sectores, fundamentales en el desarrollo de cualquier sociedad, recaen las peores condiciones. Discriminados respecto al trabajo por cuenta propia, también lo serán gracias a unas excepcionales trabas migratorias.
Siguiendo el mal ejemplo de Pekín, La Habana pretende fomentar una emigración obediente y apolítica. Viajar libremente, en uno u otro sentido, seguirá utilizándose como un premio al silencio, la indiferencia o la lealtad al castrismo, según sea el caso.
La nueva ley migratoria cambia el método, pero consagra el principio. Comprendidas sus graves limitaciones, la disidencia interna, el exilio y la comunidad internacional han de perseverar hasta la consecución de una auténtica libertad de movimiento en la Isla. Este nuevo fraude de Raúl Castro tiene que ser condenado.
52 Años ha sido la espera para que Castro deje viajar libremente a los cubanos