Los gays son la cabeza de turco del siglo XXI del Vaticano
¿Cuáles son las razones que están llevando al Vaticano a iniciar la Santa Cruzada del siglo XXI contra la comunidad gay?. Esta es la pregunta que muchas personas se hacen después de ver como se ha intensificado la campaña de acoso y derribo contra todo lo que tenga que ver con la comunidad homosexual. Una postura tan incomprensible está llevando a sectores moderados y aperturistas a denunciar la doctrina cada vez más férrea y cerrada a los cambios sociales en el seno de la iglesia. Una postura alentada por la jerarquía más conservadora que no es vista con buenos ojos y preocupa a sectores más propensos a que haya aires renovados y menos asfixiantes en la Santa Sede.
Lo último que nos sorprendido es la recomendación a los sacerdotes católicos que sean gays que asistan a terapias reparadoras para “sanarse de su trastorno”, que se sometan a los mandatos de la Santa Sede y que pongan en práctica el tristemente conocido “Dont tell, don´t ask” del ejército norteamericano (No lo cuentes, no preguntes). Así lo cuenta en una entrevista publicada por el periodista Robert Macey en el diario La Brújula, monseñor Dariusz Oko, del Departamento de filosofía en la Pontificia Universidad Juan Pablo II de Cracovia.
Macey le pregunta a monseñor Oko qué soluciones sugiere para ayudar a la Iglesia a salir de esta crisis y qué se puede hacer para ayudar a los sacerdotes con tendencias homosexuales. El prelado le responde: “Los hombres con tendencias homosexuales ya ordenados diáconos, sacerdotes y obispos conservan la validez de las ordenaciones, pero están obligados a observar todos los mandamientos de Dios y de todas las disposiciones de la Iglesia. Así como otros, los sacerdotes deben vivir en castidad y cesar cualquier acción contra el bien de la persona humana y de la Iglesia, cualquier actividades mafiosa y, sobre todo, la actitud de rebelión contra el Papa y la Santa Sede. Los sacerdotes afectados con este tipo de trastornos apuntan fuertemente para llevar a cabo, tan pronto como sea posible, una terapia adecuada”.
Puestos a decir todo tipo de barbaridades monseñor Oko se despacha a gusto y le pide a los clérigos que observen la castidad, la abstinencia de actos impuros y la capacidad de vivir el celibato, sin entrar en su orientación sexual. Para el prelado, la homosexualidad como tipo de tendencia y personalidad ha llegado a ser un obstáculo para la ordenación.
Según monseñor Oko, “En los años setenta y ochenta del siglo XX los sacerdotes con tendencias homosexuales comenzaron a crear muchos problemas en muchas diócesis y abadías del mundo. El escándalo de abuso sexual de menores en los años 80 en los Estados Unidos es, en gran parte, debido a sacerdotes homosexuales y en 2002 esta situación se convirtió en un grave problema”.
El prelado le cuenta a Macey que “En 1989, el padre Andrew Greeley, un escritor católico y sociólogo, escribió en el semanario National Catholic Reporter en Kansas City sobre la "mafia lavanda" (como se denominaba entonces al lobby gay) dentro de la Iglesia Católica en un artículo que escandalizó y causó una gran polémica. Según Greeley el sacerdocio se estaba volviendo cada vez más gay y ya no representaba a la Iglesia universal”.
Con las afirmaciones de monseñor Oko se deduce que la Iglesia Católica quiere deshacerse de la vergonzosa acusación de abusos sexuales buscando una nueva cabeza de turco: los gays.