Gobierno venezolano trata de perpetuarse sin Chávez
Antonio Maria Delgado
La arriesgada jugada del chavismo de asumir el poder en representación de Hugo Chávez sin que realmente se sepa si está vivo, refleja la necesidad del vicepresidente Nicolás Maduro de comprar tiempo para consolidar su liderazgo en el marco de un proceso de transición plagado por fisuras internas, consideraron analistas.
Chávez, a quien nadie ha visto desde que partió hace un mes a Cuba para ser sometido a una nueva operación por el cáncer que padece, debía ser juramentado el jueves para un nuevo mandato, pero el gobierno declaró que eso es innecesario dado a que ya ostenta el cargo, en una decisión que fue ratificada el miércoles por el Tribunal Supremo de Justicia.
Pero líderes de la oposición, quienes consideran a las cortes del país como apéndices de la Revolución Bolivariana, afirmaron que las pretensiones del chavismo violan la Constitución, resaltando que la instauración de un gobierno de Chávez sin él al frente equivale a la instauración de un gobierno de facto.
“El fallo es una decisión política”, declaró la diputada opositora Vestalia Sampedro. “La decisión no está apegada a la acción jurídica que todos los venezolanos esperábamos el día de hoy. De hecho fue adelantada por la magistrada Luisa Estella Morales en el mes de diciembre”, aseguró la parlamentaria carabobeña.
El secretario general de la Organización de Estados Americanos, José Miguel Insulza, coincidió. “Hay una serie de cosas propiamente políticas más que jurídicas que están de por medio”, comentó.
Analistas han coincidido en que la medida es de alto riesgo para el chavismo porque erosiona aún más la legitimidad de un régimen que ya es cuestionado por su autoritarismo.
Pero admitir públicamente que Chávez no está en condiciones de asumir el cargo también traía sus problemas, especialmente para Maduro, quien fue ungido por Chávez como su heredero.
Para Diego Moya-Ocampos, analista senior para Las Américas de IHS Global Insight, esto se debe a que Maduro ejerce muy poco control sobre la maquinaria chavista.
“El liderazgo de Maduro no puede forjarse de un día para el otro. Venezuela cuenta con un modelo personalista que durante 14 años se ha fundamentado en el culto a la personalidad del presidente Chávez y que durante ese tiempo no permitió la aparición de ningún otro liderazgo emergente que de alguna manera le hiciera sombra”, comentó Moya-Ocampos.
“Si bien la bendición de Chávez hacia Maduro es un factor bastante fuerte e influyente sobre el electorado chavista, no está claro si dentro del partido las distintas facciones de civiles y militares vayan a aceptarlo con tanta facilidad”, añadió.
De hecho, el chavismo es una corriente plagada de fisuras entre los líderes de sus diferentes facciones. En el pasado, precisamente era Chávez el que sobrellevaba el delicado juego de mantener el equilibrio entre las ambiciones de sus más cercanos aliados. Pero la situación luce más difícil, ahora que el mandatario se encuentra ausente.
Al centro del juego se encuentra el actual presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, hombre que ha amasado una enorme fortuna y poder dentro del chavismo, al tener bajo su influencia a un elevado número de generales y coroneles.
El ex vicepresidente, a quien se le atribuye gran parte de la organización de la maquinaria chavista, le habría correspondido asumir la presidencia el jueves de haberse declarado la ausencia de Chávez como absoluta, pero el dirigente se afilió a la línea oficial tras participar en una serie de conversaciones sostenidas en Cuba, lo que ha ahora es conocido como el Pacto de La Habana.
Bajo los términos de ese acuerdo, que fuentes cercanas a la situación dijeron fue orquestado por el régimen de Raúl Castro, la Revolución Bolivariana pasará a ser gobernada por una especie de politburó, presidido por Maduro y secundado por Cabello, a quién además se le daría una mayor influencia.
Pero Moya-Ocampos declaró que en realidad no existe amor entre las partes.
“El chavismo ha llegado a una especie de matrimonio arreglado entre Maduro y Cabello en un acuerdo que tiene una especial dinámica”, comentó el analista.
“Este matrimonio se funda en la idea de que Maduro va a ser el líder civil, el representante de las facciones civiles del chavismo, mientras que Cabello de alguna manera va a seguir fungiendo, pero ya con un rol un poco más permanente, como una especie de representante sindical de una cantidad de facciones dentro del chavismo”, agregó.
Maduro necesita a Cabello por el momento porque el presidente de la Asamblea Nacional es quien realmente controla por el momento la maquinaria chavista.
Si bien Maduro ha estado dirigiendo la política exterior de Venezuela, en realidad no es un hombre de partido. Cabello, en cambio, sí lo es, aún cuando no es muy popular dentro de las bases chavistas.
“Cabello es el hombre que se ha dedicado a organizar el partido por dentro, que ha colocado a todas sus fichas”, comentó Moya-Ocampos.
“Chávez impuso el liderazgo de Maduro, pero dentro del partido eso no cae muy bien. Lo van a aceptar, pero significa que hay que hacer un listado de cada uno de los factores del poder dentro del chavismo e incluirlos para tratar de conseguir su visto bueno, garantizándoles que van a ser incluidos en la repartición de cuotas de poder”, agregó.
No obstante, precisamente han sido la concentración de poder y la percepción de que la afinidad de Cabello hacia el marxismo es solo fingida los factores que generan incertidumbre entre el ala ortodoxa del chavismo y en el régimen de Raúl Castro, que depende de los miles de millones de dólares al año en subsidios venezolanos para sobrevivir.
Cabello incluso ya había sido apartado hace unos años por Chávez, quien lo humilló públicamente ante la nación al calificarle de corrupto. El dirigente, sin embargo, fue sacado de la desgracia hace unos meses, en momentos en que la enfermedad de Chávez dejaba en evidencia de que era necesario tenerlo al lado para mantener el control sobre los militares.
Para el analista Alberto Franceschi, Cabello es el dirigente chavista que genera mayores esperanzas de que se propicie un cambio dentro del régimen.
“De ellos, el que podría tener un proyecto diferente es el señor Cabello”, comentó Franceschi.
“Pero él es el que parece estar menos interesado en darle un manotazo a la mesa, o una patada a la lámpara, que cambie el juego, porque en este momento, en el que aún no se ha declarado que Chávez ha muerto, simplemente sería aniquilado si se le ocurriera comenzar una batalla de facciones contra Maduro”, comentó.
Pero incluso bajo el anunciado matrimonio a la fuerza, en realidad no hay garantías de que las guerras internas no terminarán desatándose dentro del chavismo.
Esto se debe, explicó Moya-Ocampos, a la falta de cohesión.
“Hay diferentes corrientes dentro de la institución. Algunas son nacionalistas que obedecen a Cabello, pero otras están unidas a otros militares que ya están retirados y alguna vez fueron ministros. Otros cuentan con militares activos que tienen comando de tropa”, aseguró el analista.
Incluso algunos de los elementos que actualmente están cuadrados con Cabello podrían en un momento dado abandonarlo para ingresar a las filas de Maduro.
“Hay egos muy grandes, y hay muchos que pueden estar pensando, bueno, y ¿por qué no negocio directamente con Maduro? Hay una dinámica bastante compleja en todo esto en el marco de una situación que ya desde el inicio es bastante complicada”, comentó Moya-Ocampos.