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Obama pronuncia un discurso histórico para los homosexuales
Las palabras de Obama en su discurso.| White House
Como un signo de los nuevos tiempos -y marcando una diferencia sustancial con la toma de posesión de 2009- Barack Obama ha pedido explícitamente defender los derechos de los homosexuales en su discurso de investidura en el Capitolio, ante los jueces de la Corte Suprema de Justicia, que celebrarán dentro de dos meses un debate histórico sobre el matrimonio gay.
"Nuestro viaje no estará completo hasta que nuestros hermanos y hermanas gays no sean tratados como todos los demás por la ley", dijo el presidente número 44 de los Estados Unidos frente a cientos de miles de personas que asistieron a su segunda toma de posesión.
Mientras que el más alto tribunal del país está preparando una decisión sobre el tema del matrimonio gay, Barack Obama instó a los estadounidenses a recordar grandes sitios históricos de la lucha por los derechos civiles y mencionó Stonewall, el bar de Nueva York donde se produjeron disturbios en 1969 y los activistas gays fueron violentamente reprimidos.
Este tema fue completamente ignorado hace cuatro años, durante la primera toma de posesión del primer presidente negro de Estados Unidos. Como también ocurrió en todas las tomas de posesión presidenciales anteriores. Tan sólo Bill Clinton mencionó durante su primer discurso en 1993 la "lucha contra la crisis mundial del sida", que se había extendido más allá del colectivo homosexual.
Barack Obama, que en 2011 abolió la ley que obligaba a los militares ocultar su homosexualidad (no preguntes, no digas), ha elegido este momento para hacer historia, hablando abiertamente del matrimonio homosexual.
Marzo, un mes clave
Lo hizo inmediatamente después de prestar juramento ante el Presidente de la Corte Suprema John Roberts y ante ocho jueces del Tribunal Supremo, que el 26 y 27 de marzo próximo tendrán que debatir el tema del matrimonio gay.
El presidente, elegido por cuatro años, eligió también a un homosexual nacido en Cuba, el poeta Richard Blanco para que recitara un poema en la ceremonia de inauguración.
El presidente eligió asimismo al reverendo Luis León, quien llamó á orar "para los homosexuales y los heterosexuales" en la bendición solemne.
"Esta vez, apoyó los derechos de los gays en términos muy claros", dijo Felipe Muñoz, un activista de los derechos homosexuales de San Francisco. "Ésta es una clara señal para que el tribunal supremo se ponga del lado bueno de la historia mientras se prepara a examinar la Ley de Matrimonio".
Los nueve jueces de la Corte Suprema deberán decidir sobre esta cuestión sensible en un país donde el matrimonio gay no es legal a nivel federal, pero sí en nueve de los 50 estados de EEUU y en Washington DC.
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Obama promete un futuro mejor a Estados Unidos En un emotivo discurso, el presidente destaca la necesidad
de trabajar para conseguir la igualdad de mujeres y homosexuales
Barack Obama marcó este lunes un tono mucho más progresista para su segundo mandato con un discurso en el que anticipó un futuro distinto y mejor, en el que haya verdadera igualdad de oportunidades, sin discriminaciones sociales ni ventajas legales que favorezcan el éxito de algunos a costa de la perenne marginación de otros, un futuro en el que los grandes valores en los que se fundamenta este país estén realmente al servicio del más humilde de sus ciudadanos. “Respondamos a la llamada de la historia e iluminemos el incierto futuro con la preciosa llama de la libertad”, ha dicho el presidente tras prestar juramento para un nuevo mandato de cuatro años.
Decir a estas alturas que un discurso de Obama fue emocionante puede parecer redundante. En realidad, nadie esperaba mucho de este discurso, en un tiempo en el que hacen falta más obras que palabras. Pero Obama sorprendió con un discurso verdaderamente emocionante, en el que les recordó al cerca de un millón de personas presentes en la calle y a los 311 millones de estadounidenses las buenas razones que tienen para estar orgullosos de serlo. Y, sobre todo, la enorme oportunidad de que disponen de mejorar aún mucho más su país, dignificándolo, modernizándolo, asumiendo los retos que presenta esta nueva época y extendiendo lo más posible los sueños que movieron a los padres fundadores.
Más importante aún, este fue un discurso que definió a Obama como pocos que haya pronunciado hasta ahora. Fue un discurso que sitúa al presidente en un rumbo claro, el de la paz y la justicia social, y un discurso que algún día permitirá, quizá, referirse al mandato de Obama como aquel en el que se intentó reducir las diferencias entre los norteamericanos y el país ganó unidad y fe en su destino como una fuerza para el bien, como “una fuente de esperanza para los pobres, los enfermos, los marginados, las víctimas de prejuicios”.
Aunque este no era el momento para eso –lo será el discurso sobre el estado de la Unión, el próximo 12 de febrero-, hubo algunas referencias a objetivos concretos e inmediatos. La más clara fue la promesa de “responder a la amenaza del cambio climático”. “Algunos pueden todavía negar el contundente juicio de la ciencia”, dijo, “pero nadie puede evitar el devastador impacto de los incendios masivos, las monstruosas sequías y las tormentas más poderosas”. Advirtió que “el camino hacia las fuentes de energías sostenibles será largo y a veces difícil”, pero añadió que “EE UU tiene que estar al frente”.
Obama habló también de la necesidad de completar el trabajo para la igualdad de las mujeres, de los homosexuales –“si realmente somos creados iguales, el amor que cada uno le ofrece a otro también debe de ser tratado por igual”- y aludió a la reforma migratoria al declarar que “nuestro viaje no habrá terminado hasta que encontremos una mejor forma de acoger a los esforzados y esperanzados inmigrantes que todavía ven América como la tierra de las oportunidades”.
Por encima de compromisos sobre lo que estará en su mesa de trabajo en estos próximos cuatro años, Obama hizo una defensa de su modelo de país y de su visión de hacia dónde lo quiere conducir. Son, por supuesto, solo palabras. Palabras que hoy mismo chocarán con la realidad de un momento político extremadamente polarizado y de la mediocridad y el egoísmo de quienes defienden sus particulares intereses día a día. Pero, si el mundo vive hoy, entre otras muchas cosas, una crisis de confianza, las palabras pueden ayudar, al menos, a enfocar de forma más precisa la búsqueda de soluciones.
El modelo que Obama mostró, la tarea que ofreció a lo que llamó en término kennedyanos “nuestra generación”, es la de “hacer realidad para cada norteamericano los valores de vida, libertad y búsqueda de la felicidad”. ¿Cómo se hace eso? Con unidad –“preservar nuestra libertad individual requiere en última instancia una acción colectiva… tenemos que actuar como una nación, como un pueblo”-, con fe en el poder transformador de una sociedad –“ustedes y yo, como ciudadanos, tenemos el poder de marcar el rumbo de este país”- y con tolerancia hacia las ideas de los demás –“no podemos confundir los principios con el absolutismo”.
Obama en el ámbito doméstico apostó por un país más igualitario, un país “que no puede triunfar cuando a muy pocos les va muy bien mientras que a una mayoría cada vez mayor les va cada vez peor”, unos EE UU en los que “cada persona encuentre independencia y orgullo en su trabajo, en el que los trabajadores honestos reciban un salario que pueda sacar a sus familias del sufrimiento, en el que una niña nacida en la más sombría pobreza sepa que tiene las mismas oportunidades que cualquiera”.
Y en el ámbito internacional, Obama se situó de forma más decidida a favor de la búsqueda de la paz. “Creemos que la paz y la seguridad verdaderas no requieren una guerra perpetua”, afirmó. “Demostraremos el coraje”, añadió “de tratar de resolver nuestras diferencias con otras naciones pacíficamente, no porque seamos ingenuos sobre los peligros que nos acechan, sino porque creemos que el entendimiento puede eliminar de forma más duradera las sospechas y los miedos”.
Será la última vez que Obama hable desde la escalinatas del Capitolio. En cuatro años, EE UU tendrá otro presidente. Pero el actual aprovechó esta última oportunidad para dejar un mensaje que, con opiniones a favor y en contra, resonará por mucho tiempo.
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De: pura |
Enviado: 23/01/2013 11:34 |
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Obama, los cubanos y el orgullo gay Es la primera vez que un presidente estadounidense se refiere a
los derechos civiles de los gays en una inauguración presidencial
El poeta cubanoamericano Richard Blanco.
Por Blanca Acosta
Yo estaba emocionada por el pedacito de arena que puse por hacer esta inauguración posible. Al salir a votar los jóvenes tocaban a las puertas de los estadounidenses exhortándolos a votar. Con una gran diferencia con otro escenario que me tocó vivir: Si yo decía que no iba a votar, nada me sucedería; y los jóvenes que hicieron tan bonita tarea no fueron obligados; fueron miles de pinos nuevos que se ofrecieron voluntariamente.
El memorable discurso inaugural del presidente Barack Obama más parecía un discurso de la Unión; no hubo palabras formales, solo la enérgica declaración de lo que sería nuestro país en estos próximos años. Reconoció que vivimos en un mundo diferente, pero afirmó que Estados Unidos saldría adelante, como siempre lo ha hecho, a todos los desafíos. Recordó la diversidad inclusiva que hace la grandeza de esta nación; también afirmó que nuestros menos privilegiados no iban a quedar desamparados.
Hasta ahora muchos presidentes han hablado de los derechos civiles… ninguno se refirió a los derechos de los homosexuales como lo hizo Obama en la toma de posesión, al jurar que nunca más sucedería lo que sucedió en un club gay de Nueva York.
Para orgullo de los cubanos y excubanos el poeta inaugural fue cubanoamericano… y gay. Su bellísimo poema no fueron cuatro palabras huecas para cumplir esa parte de la ceremonia. Nos regaló un detallado cuadro de lo que es los Estados Unidos y su pueblo hoy día, rindiendo tributo también a sus padres a los que les debe este país.
No conocía yo mucho a Beyonce; me sorprendió con una bellísima versión del Himno Nacional.
Finalmente, la bendición la dio un reverendo de origen cubano de la Catedral Nacional, Episcopal; la única religión que reconoce los derechos gays.
Hubo dos cosas excepcionales en esa oración, le pidió a Dios que amparara los derechos de los gays y el último párrafo de la bendición fue bilingüe; primero en español y después en inglés.
Ahora con mucho trabajo vuelvo a mis deberes cotidianos, confiada y amparada,cada vez más orgullosa de haber abrazado la ciudadanía de Lincoln y del Presidente Obama.
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