Antonio Maria Delgado
La crisis de legitimidad que acosa al presidente Nicolás Maduro, y la creciente represión orquestada por su régimen para encararla, colocan a Venezuela cada vez más cerca de las casillas reservadas para las dictaduras, advirtieron expertos estadounidenses que ven con preocupación el avance de la violencia del autoritarismo en el país petrolero.
El martes, los esfuerzos del oficialismo por silenciar a la oposición entraron en el campo del salvajismo, luego de que varios líderes de la oposición fueron agredidos físicamente en la Asamblea Nacional por diputados chavistas, quienes cerraron las puertas del hemiciclo para evitar que sus víctimas pudieran escapar de la paliza.
“El barco de la democracia está a punto de partir de Venezuela”, advirtió Mark Jones, profesor de Ciencias Políticas de Rice University, quien ha realizado varios estudios sobre la salud de las instituciones democráticas de América Latina.
“Estamos casi en el punto donde ya no podemos considerar que en Venezuela hay un sistema democrático que funcione”, sostuvo.
Maduro, quien enfrenta persistentes acusaciones de que cometió fraude en las elecciones presidenciales, ha optado por usar la fuerza para tratar de fortalecer su debilitada posición, encarcelando a sus rivales bajo poco creíbles acusaciones de desestabilización, silenciando las voces los diputados de la oposición en el Congreso y despidiendo a empleados públicos bajo sospecha de que no votaron por él.
El régimen de Maduro también ha detenido a militares bajo sospecha de que no están con el proceso y preparaba el camino legal para arrestar al candidato de la oposición Henrique Capriles, quien le acusa de haberse robado los comicios del pasado 14 de abril, con la ayuda de un poder electoral controlado por el chavismo.
Según los resultados oficiales anunciados por el Consejo Nacional Electoral, Maduro habría ganado la elección con el 50.61 por ciento de los votos, superando el 49.12 por ciento que habría obtenido Capriles.
La democracia en el país sudamericano era cuestionada desde hacía ya bastante tiempo, con acusaciones de que el fallecido presidente Hugo Chávez había doblegado bajo su control a los poderes ejecutivo, legislativo y judicial.
Pero a esta receta, que de por sí ya convertía al régimen de Venezuela en una democracia enferma, ahora hay que sumarle el cuestionamiento de la legitimidad de origen de Maduro y el creciente uso de la represión para silenciar a sus críticos.
“Maduro ya no tiene la legitimidad que tenía Chávez”, comentó Gillermo Lousteau, Presidente del Interamerican Institute for Democracy. “Todo lo que hace Maduro ahora está mucho más sospechado de ser ilegítimo, inconstitucional que lo que hacía Chávez, que tenía la mayoría”.
Lousteau expresó preocupación por las acciones del chavismo en la Asamblea Nacional, donde el presidente del cuerpo legislativo, Diosdado Cabello, arbitrariamente destituyó a diputados de la oposición de las comisiones, amenazó con no pagarles y con nunca más darle derecho a la palabra si no reconocen públicamente que Maduro ganó las elecciones.
La hostilidad hacia los diputados de la oposición pasó el martes al plano físico, luego que el diputado oficialista Elvis Amoroso agrediera al opositor Julio Borges, quien recibió lesiones en el rostro.
La parlamentaria María Corina Machado también resultó agredida, reportó el diario El Nacional.
“@MariaCorinaYA fue pateada en el piso por la Dip. Nancy Ascencio”, tuiteó la diputada Nora Bracho, quien también fue atacada, según manifestó en su cuenta de Twitter:
“Esto es una gallapa (encerrona) contra nosotros. Cerraron las puertas para arremeter y no salen en cámaras […] Esto es un fujimorazo! Diosdado se reía y los dips del PSUV hablaban como si nada! Mientras los demás arremetían y nos lanzaban de todo”.
Por su parte, el diputado César Rincones también denunció lo sucedido a través de la red social: “Las diputadas oficialistas cayeron a golpes en el piso a María Corina. Esto está grave señores”.
Los expertos consultados dijeron que estos actos denotan un alto grado de desesperación por parte del régimen de Maduro, que parece no haber encontrado más camino que la intimidación y la violencia para tratar de enfrentar su crisis de legitimidad.
“La sospecha de ilegitimidad que yace sobre su régimen ha hecho que se radicalice cada día más”, comentó José Antonio Colina, presidente de la Organización de Venezolanos Perseguidos Políticos en el Exilio (Veppex).
Esas acciones de radicalización se expandieron el martes hasta los estratos militares de Venezuela.
Según información obtenida por Veppex, el chavismo mantiene bajo detención a nueve oficiales del Ejército, la Fuerza Aérea y de la Armada que estarían en las instalaciones del Ministerio de la Defensa en Fuerte Tiuna, luego de ser acusados por los servicios de inteligencia del chavismo de “mostrar simpatías contrarevolucionarias”.
Entre las infracciones que habría cometidos los oficiales se encuentra la posesión de un afiche electoral de Capriles, la participación en reuniones con líderes de la oposición, participar en una cadena de mensajes con tintes políticos a través del sistema de mensajería de blackberry, y estar casado con una manifestante que participó en el cacerolazo convocado por Capriles, detalla la denuncia de Veppex.
Maburro copia el libreto de La Habana
El diario The Washington Post destaca en un editorial que mientras el recién electo presidente venezolano, Nicolás Maduro, charlaba con los hermanos Castro en La Habana y renovaba el compromiso de mantener los jugosos subsidios que “sostienen la economía cubana a flote” se anunciaba en Caracas el arresto de un documentalista estadounidense.
“El manoseado manual de los Castro llama a distraer al público en tiempos de crisis mediante un grosero antiamericanismo, y a tomar rehenes que puedan ser utilizados como palanca (en sus relaciones) con Washington”, dice.
Durante más de tres años, recuerda, Cuba ha mantenido encarcelado al contratista de la agencia estadounidense para el desarrollo internacional (USAID) Alan Gross bajo cargos de espionaje “evidentemente falsos”, con la esperanza de poderlo intercambiar por cinco espías de la isla presos en EE.UU.
“Ahora, el señor Maduro tiene a su propio gringo”, apunta, en referencia a Timothy Tracy, un documentalista radicado en Hollywood que pasó varios meses entrevistando a militantes chavistas y a estudiantes opositores antes de ser “abruptamente arrestado en el aeropuerto (de Maiquetía) el pasado miércoles”.
A diferencia de Gross que fue contratado por la USAID para llevar equipos de Internet a la comunidad judía de Cuba, precisa el Post, Tracy “no estaba trabajando para ninguna agencia estadounidense, como dejó en claro rápidamente el Departamento de Estado. Amigos lo describieron –destaca el periódico–como una persona ingenua que apenas habla español”.
No obstante, el aparato de propaganda del régimen de Maduro, agrega, lo ha presentado como un “siniestro agente secreto” que estaba financiando a “grupos violentos” para provocar una “guerra civil” que, según dijo el ministro del Interior venezolano, Miguel Rodríguez, diera lugar a la intervención de una potencia extranjera. “Otro cliché de Castro”, subraya el Post.
A juicio del diario el peligro real en Venezuela es que Maduro pueda proseguir con el encarcelamiento de un estadounidense inocente y la represión a gran escala contra la oposición.
Luego pone como ejemplo la detención el pasado sábado del general retirado Antonio Rivero, quien fue el que denunció la “infiltración cubana” en las fuerzas armadas venezolanas.
“El señor Maburro— pone de relieve el editorial—sigue prometiendo que pronto adoptará ´mano dura´, una frase que ha sido la favorita de dictadores latinoamericanos, desde Anastasio Somoza hasta Augusto Pinochet”.
MABURRO FUE A LA HABANA.