Página principal  |  Contacto  

Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

Cuba Eterna
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 BANDERA DE CUBA 
 MALECÓN Habanero 
 *BANDERA GAY 
 EL ORIGEN DEL ORGULLO GAY 
 ALAN TURING 
 HARVEY MILK 
 JUSTIN FASHANU FUTBOLISTA GAY 
 MATTHEW SHEPARD MÁRTIR GAY 
 OSCAR WILDE 
 REINALDO ARENAS 
 ORGULLO GAY 
 GAYS EN CUBA 
 LA UMAP EN CUBA 
 CUBA CURIOSIDADES 
 DESI ARNAZ 
 ANA DE ARMAS 
 ROSITA FORNÉS 
 HISTORIA-SALSA 
 CELIA CRUZ 
 GLORIA ESTEFAN 
 WILLY CHIRINO 
 LEONORA REGA 
 MORAIMA SECADA 
 MARTA STRADA 
 ELENA BURKE 
 LA LUPE 
 RECORDANDO LA LUPE 
 OLGA GUILLOT 
 FOTOS LA GUILLOT 
 REINAS DE CUBA 
 GEORGIA GÁLVEZ 
 LUISA MARIA GÜELL 
 RAQUEL OLMEDO 
 MEME SOLÍS 
 MEME EN MIAMI 
 FARAH MARIA 
 ERNESTO LECUONA 
 BOLA DE NIEVE 
 RITA MONTANER 
 BENNY MORÉ 
 MAGGIE CARLÉS 
 Generación sacrificada 
 José Lezama Lima y Virgilio Piñera 
 Caballero de Paris 
 SABIA USTED? 
 NUEVA YORK 
 ROCÍO JURADO 
 ELTON JOHN 
 STEVE GRAND 
 SUSY LEMAN 
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
 
 
  Herramientas
 
General: La hija de Raúl Castro miente en Suiza sobre la UMAP
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: cubanet20  (Mensaje original) Enviado: 14/10/2010 14:55
 
Mariela Castro miente en Suiza sobre la UMAP
De acuerdo a lo que sugiere la hija de Raúl Castro, hasta Cristóbal Colón
hay que llegar para encontrar las causas de la UMAP
  
Mariela Castro participa en una marcha de Orgullo Gay en La Habana
Mariela Castro participa en una marcha de Orgullo Gay en La Habana
 
BUENO,BUENO,BUENO,¿QUE SE PUEDE ESPERAR DE LA HIJA DE UN GRAN MENTIROSO,OTRA MENTIRA Y ADEMAS CASI SIEMPRE LOS HIJOS SALEN A FAVOR DE SUS PADRES,LA SANGRE LLAMA. POSIBLEMENTE ASPIRA A HEREDAR EL TRONO DE SU TIO ,VEREMOS Y ESPEREMOS HABER QUE PASA EN LA ISLA SUFRIDA.
 
Félix Luis Viera, México DF
En estas mismas páginas, en una edición reciente, exponíamos, creo que con datos incontestables, la homofobia que siempre ha marcado a Fidel Castro a la vez que aclarábamos que el dictador de Cuba (no “cubano”, no creo que merezca ese gentilicio) sí estaba al tanto de la creación de la UMAP, contrario a lo que afirmara recientemente el gran marrullero de Birán en una especie de mea culpa en la que se adjudicaba la responsabilidad de aquel engendro pero, a la vez, la esquivaba argumentando su dedicación a otros asuntos más importantes que debía atender por aquella época.
 
Ahora la sobrina del dictador, Mariela Castro, afirma en una entrevista aparecida en el portal de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación, que no está de acuerdo con su tío, un “caballero de su época y con (…) espíritu quijotesco” porque éste haya “asumido la responsabilidad [de la creación de la UMAP] por ser el máximo líder”. Y agrega Mariela Castro que “Fidel no era el genio de la lámpara para descubrir que la homosexualidad no era una patología, como establecían la psiquiatría y otras miradas científicas en el mundo; mientras las autoridades eclesiásticas la satanizaban, y coincidían en que había que cambiar a estas personas con terapias, charlas o como fuera”. “Para colmo —añade la sexóloga—, existía el criterio de que el trabajo ayudaba al hombre a adquirir valores humanos, y dominaban los que apuntaban a tener una actitud dura hacia la homosexualidad, sobre todo con la homosexualidad masculina, para ayudarlos a ‘hacerse hombres’.”
 
Dice además la sobrina de Castro I —que quizás debería mejor, digo yo, en lugar de andar de visita por Suiza y otros países de alto rango, darse una vuelta por las zonas más humildes de Guantánamo, por ejemplo, donde las casuchas de los más pobres se están desplomando— que “La cultura homofóbica y machista, heredada fundamentalmente del dominio colonial español, ha condicionado las relaciones humanas y las decisiones políticas. La creación de las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), es un reflejo del manejo social de esos prejuicios”. Es decir, al paso que sugiere la hija de Raúl Castro, hasta Cristóbal Colón deberíamos llegar para argumentar el porqué de la UMAP. Así que como en Cuba se estaba construyendo “una experiencia inédita en este continente”, y la Isla “estaba amenazada internamente por la lucha de clases, por atentados terroristas organizados y financiados por Estados Unidos, la Invasión de Bahía de Cochinos” y otras desgracias que cita la experta, pues “el máximo líder estaba elaborando soluciones a partir del diálogo con la población” (entre paréntesis: ¿alguna vez hubo, realmente, diálogo?, ¿o fueron monólogos?, y, lo que más me llama la atención desde el punto de vista de la lógica más elemental: ¿alguien, una sola persona quiero decir, puede dialogar con toda una población?). “Fidel ni siquiera estaba al tanto de la UMAP”, aclara la doctora Castro. Esto, claro, nadie lo cree de un dictador que estaba al tanto aun de lo que podría ganar un limpiabotas (no olvidemos que en 1968, cuando el hijo descarriado de Birán lanzó la llamada Ofensiva Revolucionaria, hasta los limpiabotas desaparecieron).
 
Mariela Castro afirma haberse entrevistado con miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y del Ministerio del Interior “en aquel tiempo [de la UMAP]”, los cuales le han comentado “que, tan pronto llegaron a la máxima dirección de la revolución las quejas de la población con relación a la UMAP, se hizo una investigación minuciosa desde la dirección política de las FAR sobre lo que estaba pasando, que llevó a la clausura de la UMAP, en 1968”. Miente. Ninguna población se quejó, para eso no existía —ni existe hoy en día— un mecanismo establecido. Mejor es que dijera la verdad: los aviones espías estadounidenses detectaron los campos de trabajo forzado de la UMAP, luego de lo cual se creó una reacción internacional.
 
Llama la atención que, quien ahora parece una ministra de ultramar representante de las bondades de la dictadura cubana, centre su respuesta sobre el tema UMAP casi únicamente en los homosexuales. A saber, de los aproximadamente 25 mil o 30 mil seres que se hallaban en la UMAP, sólo el 20% eran homosexuales. Allí estuvieron campesinos humildes que profesaban alguna religión, religiosos de distintos credos, artistas y profesionales que disentían del comunismo, borrachines y hombres que no eran partidarios del trabajo “duro”, entre otros. Estos eran los “delitos” que habían cometido esos hombres que, en muchos casos, sobrepasaban ampliamente la edad del Servicio Militar Obligatorio. Los homosexuales, en mi opinión, ni siquiera habían cometido algunos de estos “delitos”.
 
Mariela Castro, sin embargo, muestra su veta noble:
 “Pero estos tres años [que duró la UMAP] fueron suficientes para dejar lastimados a muchos seres humanos, que mientras no elaboren lo vivido, no van a procesar ese sufrimiento”. Creo que 45 años es una buena cantidad de tiempo para “procesar ese sufrimiento”, pero hay sufrimientos difíciles de “procesar”. Se le olvida a la entrevistada que aún es más difícil “procesar” un “sufrimiento” cuando éste, curiosamente, sigue siendo una mancha que se debe arrastrar de por vida: aquellos que estuvieron en la UMAP y aún viven en Cuba, tienen en su expediente la triste condición de “ex soldado” UMAP; es decir, siguen siendo victimarios, no víctimas. Quizás los únicos que pudieron “procesar ese sufrimiento” son los que ya han muerto.
 
Pero pedir perdón por las UMAP “sería una gran hipocresía”, afirma la psicóloga, “es como quitarse la responsabilidad de encima”. Según ella, hasta “los españoles tendrían que pedir perdón por la reconcentración de Weyler”. En realidad, creo yo, el perdón lo piden los caballeros, las personas, instituciones y gobiernos nobles, de clase. No esperamos semejante cosa de una dictadura comunista. Pero ésta no debe esperar tampoco el perdón de los que sufrieron en la UMAP, ni de los cubanos que han sufrido por otras tantas causas.
 
 
Félix Luis Viera es poeta, cuentista y novelista, nació en Santa Clara, Cuba, el 19 de agosto de 1945. Ha publicado, entre otros libros, las novelas Con tu vestido blanco (Premio Nacional de Novela de la UNEAC 1987 y Premio de la Crítica 1988. Ediciones Unión, Cuba), Serás comunista, pero te quiero (1995, Ediciones Unión, Cuba), Un ciervo herido (Editorial Plaza Mayor, Puerto Rico, 2003) y la noveleta Inglaterra Hernández (Ediciones Universidad Veracruzana, 1997. Reediciones 2003 y 2005).
 
 
 
 FUENTE cubaencuentro.com cuba encuentro 


Primer  Anterior  2 a 2 de 2  Siguiente   Último  
Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: cubanet201 Enviado: 07/05/2013 15:30
 
Sin rostro ni obituario: los muertos de las UMAP
De izq. a der.: Ramón Lamadrid, Alex Hernández, Juan Miguel García, Octavio y, agachado, Carlos Bidot.
Jardines del restaurante 1830, La Habana, 25 de diciembre de 1965. (CORTESÍA DE ALEX HERNANDEZ)
 
La dinastía Castro quiere que los nombres de las víctimas queden en familia.
  
Manuel Zayas | Nueva York | 6 Mayo 2013
Al terminar el año 1965, Ramón Lamadrid parecía un muchacho alegre. El día de Navidad se reunió con sus amigos en el restaurante habanero 1830, en cuyos jardines se tomó las que serían sus últimas fotos. Un mes después, aquel joven de 18 años era un rebelde en fuga, escapado de un campo de concentración. Y como tal, recibía unos disparos en el vientre.
 
"Él fue el primer monaguillo de San Juan de Letrán. Yo entré allí en el 59 o 60 y él fue el que me enseñó a ayudar en misa", me escribió su amigo Alex Hernández desde Miami. El muchacho "se ganaba la vida como mensajero de la farmacia Rojas, cuya dueña era Célida Rojas y estaba justo al lado de la bodega La Mascota, en [las calles] G y 17. Su bicicleta era parecida a la que sale en la película Pee Wee".
 
"A Ramoncito le dispararon al salir de la casa de su madre en Marianao, el 24 de enero de 1966. Le tiraron y le agarraron el bajo vientre los jenízaros de la policía militar castrista porque se había fugado del campo de concentración de la UMAP en Camagüey unos días antes". Malherido "lo llevaron al Hospital Naval, donde dos semanas después falleció. Las únicas que lo iban a ver allí fueron Dulce, Regina y Rosalía Álvarez", quienes frecuentaban la iglesia de San Juan y eran vecinas de la farmacia donde el muchacho trabajaba.
 
Ramón Lamadrid fue uno de los 30.000 jóvenes cubanos considerados desafectos por el régimen que fueron enviados entre 1965 y 1968 a los campamentos de las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP).
 
"Nunca conocí a la familia de Ramoncito ni fui a su casa ni supe donde vivía exactamente, pero estudiamos en la misma primaria de G entre 15 y 17, en lo que había sido la Escuela Baldor. Yo vivía por allí, en 17 entre F y G, con mis abuelos y padres hasta que en 1973 nos mudamos a México", relata Hernández, quien no puede olvidar la historia del compañero muerto. "Lo enterraron en el panteón de Dulce María González-Lanuza, que en aquel tiempo era directora del catecismo en San Juan de Letrán."
 
Según fuentes oficiosas, el saldo del horror de las UMAP dejó como resultado 72 muertes por torturas y ejecuciones, 180 suicidios y 507 personas enviadas a hospitales siquiátricos. El escritor Norberto Fuentes ha sido portavoz de esas cifras. El régimen cubano ha preferido, en cambio, mantener esos números en el mayor secreto.
 
Archivo Cuba, un proyecto de registro de víctimas de la represión del régimen cubano, tiene documentada la historia de Ramón Lamadrid entre nueve casos de ejecuciones extrajudiciales o deliberadas y de desapariciones relacionadas con las UMAP.
 
A sabiendas de que no han sido las únicas muertes que se sucedieron allí, el registro de los nombres de las víctimas, de sus historias o de alguna memoria gráfica, resulta una tarea difícil por la falta de libertad de prensa y la inexistencia de una justicia independiente en la Isla, a lo que se suma el secretismo del régimen cubano, que no ha permitido una investigación ni la apertura de sus archivos.
 
La historia de Ramón Lamadrid es solo un ejemplo del encubrimiento con que se han asociado las muertes violentas de las UMAP. De entre los escasos nueve casos documentados, el suyo es el único que se acompaña de memoria gráfica: unas fotografías facilitadas por un amigo constituyen la única fe de vida de cómo lucía aquel joven de 18 años en las lejanas navidades de 1965. En su ficha de Archivo Cuba se señala lo que parece ser otra incógnita: la causa de la muerte no aparece reflejada en su certificado de defunción.
 
'Consejos de Guerra'
 
Un discurso pronunciado por Fidel Castro en la escalinata de la Universidad de La Habana el 13 de marzo de 1966 ya había puesto en alerta a la población cubana de la existencia de aquellos campamentos. El Máximo Líder se había explayado, amenazante.
 
Justo un mes después, la opinión pública resultaba tan desfavorable a las UMAP que el Gobierno echó a andar su maquinaria de propaganda, la prensa oficial, la única permitida en Cuba. Es así que en un mismo día, el 14 de abril de 1966, las ediciones de los periódicos El Mundo y Granma publicaron sendos reportajes a página completa sobre los campamentos.
 
Mientras elogiaba las bondades de las UMAP, el reportaje de Granma señalaba que los abusos cometidos allí fueron resueltos mediante Consejos de Guerra.
 
"Cuando comenzaron a llegar los primeros grupos que no eran nada buenos, algunos oficiales no tuvieron la paciencia necesaria ni la experiencia requerida y perdieron los estribos. Por esos motivos fueron sometidos a Consejo de Guerra, en algunos casos se les degradó y en otros se les expulsó de las Fuerzas Armadas", escribió el periodista oficialista Luis Báez.
 
En el reportaje de Granma no se hablaba de la naturaleza de los abusos, ni de cuántos oficiales fueron sancionados con degradación o expulsión del Ejército. Ni se mencionaba siquiera el nombre de Ramón Lamadrid, muerto violentamente poco tiempo atrás. En aquel párrafo se le ponía inicio y fin a la crueldad de las UMAP: eso era lo que el periódico del partido único se permitía hablar de los crímenes cometidos en aquellos campos de concentración cubanos.
 
Más de tres décadas después, el profesor e investigador cubanoamericano Emilio Bejel escribiría en el libro Gay Cuban Nation: "Aunque no es fácil obtener documentación precisa, es conocido que inicialmente algunos reclutas fueron tratados tan inhumanamente que algunos oficiales responsables fueron luego ejecutados". ["Although precise documentation is not easy to obtain, it is known that initially some recruits were treated so inhumanely that some of the officials responsible were later executed."]
 
En septiembre de 2012, Bejel participó en un panel sobre la situación de los gays bajo Castro, organizado por la Biblioteca Pública de Nueva York. Intrigado por aquellas ejecuciones mencionadas por el profesor y conociendo el reportaje de Granma donde se decía que la única condena que tuvieron aquellos oficiales fue la expulsión o la degradación militar, me acerqué a preguntarle a Bejel cuáles eran sus fuentes. En su libro hacía hincapié en lo difícil de obtener documentación, pero a seguidas señalaba las ejecuciones como hecho "conocido".
 
—¿Cómo supo de esas supuestas ejecuciones a los responsables? —pregunté.
 
—Yo no dije que todos los responsables fueran ejecutados. Solo algunos —me respondió, corrigiéndome de memoria.
 
—De los Consejos de Guerra mencionados en Granma no se dice eso. Se dice que los responsables de los abusos fueron degradados o expulsados del Ejército. ¿Dónde leyó usted que fueran ejecutados?
 
—No sé, figúrate. Es que es muy difícil obtener documentación. Envíame ese documento —y se despidió.
 
Un corresponsal extranjero se cuela en un campamento
 
Hacia agosto de 1966, la existencia de aquellos campos de trabajo forzado era la comidilla entre diplomáticos y corresponsales extranjeros en La Habana. Solo la prensa oficial había informado escuetamente de los abusos, pero ya era vox pópuli que las injusticias no habían terminado con los Consejos de Guerra, ni con la expulsión de algunos militares al mando. El escritor inglés Graham Greene, que entonces visitaba la capital cubana, narraría sobre ello.
 
Pero el más intrépido de los corresponsales fue, sin dudas, Paul Kidd, quien aprovechó su credencial de periodista canadiense para viajar por toda Cuba y entrar a uno de los 200 campamentos de las UMAP "ubicado cerca del batey El Dos de Céspedes", en Camagüey.
 
En un escrito, Kidd definiría esa experiencia como única para un periodista occidental, "la de poder seguir la pista de un campo de trabajo forzado escondido en un exuberante campo de azúcar en el centro de Cuba".
 
Después de 12 días en el país, el corresponsal de Southam News Services era expulsado, supuestamente por haber fotografiado armamento antiaéreo en el malecón habanero y por fingir ser un diplomático canadiense, según el régimen cubano, que se cuidó en extremo de mencionar la visita clandestina de Kidd a un campamento de las UMAP.
 
En contacto con Judy Creighton, viuda de Paul Kidd, supe que él había muerto el 13 de febrero de 2002. "Como corresponsal extranjero para Southam News de Canadá, Paul viajó extensamente por Europa, el Medio Oriente y fue reportero en Washington y Naciones Unidas antes de ser enviado a Latinoamérica. Creo que amó esa designación de seis años como ninguna otra", me escribió Creighton.
 
"Después que fue ordenada su salida de Cuba, viajó a México desde donde transmitió las fotografías a agencias de noticias de todo el mundo. Entiendo que recibieron amplia cobertura", precisó la viuda de Kidd.
 
Y en efecto. El 9 de noviembre de 1966, la agencia de noticias United Press International (UPI) transmitía al mundo la primera noticia sobre los campamentos de las UMAP. El despacho, firmado por Paul Kidd, se hacía acompañar por fotografías de su autoría, "las primeras imágenes sin censurar tomadas dentro de uno de aquellos establecimientos".
 
Una versión más completa de esa noticia circuló años después dentro de un artículo del mismo autor.
 
"Por trabajar un promedio de sesenta horas semanales —escribió— los confinados recibían 7 pesos al mes, apenas el precio de una comida medio decente en Cuba. Excepto cuando se esforzaban trabajando bajo la mirada de un guardia armado en un campo cercano, los confinados usualmente permanecían en el campamento por al menos seis meses. Supuestamente elegibles para una breve licencia después de noventa días, a pocos reclutas de las UMAP se les permitía visitar a sus familias hasta que hubieran estado en el campamento el doble de ese tiempo".
 
Y anadió: "El sistema de disciplina era simple. Los confinados que no trabajaban, no recibían alimentación. Y a menos que su trabajo llegara a la norma asignada, no se les autorizaba salir. En el segundo domingo de cada mes, a los confinados se les permitía recibir visitas de sus familias, que podían traerles cigarrillos y otros pequeños artículos. Si un confinado no obedecía órdenes, esos objetos eran retenidos. Los informes de brutalidad física en los campamentos circulaban ampliamente en Cuba".
 
El corresponsal resumió la existencia de las UMAP como una fuente de mano de obra casi esclava, hecha a la medida.
 
Paul Kidd recibió el Premio Maria Moors Cabot de 1966, que otorga la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia. El PEN de escritores canadienses concede cada año un premio con su nombre, el Paul Kidd Courage Prize.
 
Verde Olivo y otros misterios
 
Después de que el corresponsal canadiense fuera expulsado, la revista Verde Olivo, órgano de propaganda del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, publicaba un reportaje elogiando las bondades de esos campamentos y reseñaba un acto que "desbarataba una vez más la sarta de mentiras echadas a rodar por los enemigos de la Revolución que trataban de presentarla como una institución de sometimiento".
 
El singular acto consistió en la premiación a algunos "macheteros" de las UMAP con la entrega de "motocicletas, refrigeradores, radios y relojes", además de la imposición de medallas a "cuadros de mando". Este sería el tono de los próximos reportajes de la publicación militar cubana. En sus páginas tampoco habría espacio para las víctimas.
 
Escasa documentación oficial ha circulado sobre aquellos campos de trabajo forzado. Pero entre la que he encontrado, una que llama mi atención: una carta enviada desde las Oficinas del Primer Ministro en la que se le notifica a una madre que "se ha dispuesto dar cuenta de su petición al Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias" a su solicitud de investigación por la muerte de su hijo.
 
Esa carta aparece reproducida en el libro La UMAP: el gulag castrista (Universal, Miami, 2004) de Enrique Ros, y documenta lo que parece ser otro caso de muerte misteriosa: la de Cayetano Berto Rafael Ramírez Rodríguez, un joven de "débil complexión", que fue ubicado en el campamento de las UMAP de "entronque de Cunagua", y que fue "castigado reiteradamente por el sargento Biscet". "Bajo fuerte afección nerviosa fue trasladado al Central Pina y de allí al hospital Psiquiátrico de Camagüey, donde murió."
 
"Nunca el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias respondió a la solicitud de la madre de Berto Rafael", dice una nota de Ros al pie del facsímil de la carta oficial fechada el 20 de octubre de 1967 y que lleva la firma de Celia Sánchez, ayudante de Fidel Castro.
 
Esos nombres de muertos son los que ninguno de los hermanos Castro quiere pronunciar. Tampoco Mariela Castro, directora del Centro Nacional de Educación Sexual, quien había prometido una investigación a fondo de aquellos crímenes.
 
Interior de un campamento.
 Una de las pocas imágenes de las UMAP que sobrevivió a la censura. (PAUL KIDD)
 
Facsímil de una carta oficial. Tomado del libro 'La UMAP: el gulag castrista', de Enrique Ros.
 
 
 


 
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados