Dos símbolos de venus pintados en la cabeza de un activista antes de participar en una «flash-mob»
organizada en un centro comercial en Johannesburgo con motivo de la celebración del Día Internacional contra la Homofobia
Por Jaime Velázquez / Johannesburgo /
H.A. salió de Somalia en 2003 con destino a Sudáfrica, como miles de sus compatriotas huyendo de la guerra y el hambre. Él, en cambio, huyó de un matrimonio forzoso con su prima; hoy vive como mujer en Ciudad del Cabo. E.K. tuvo que abandonar Uganda para salvar su vida en 2012. Incendiaron su casa y mataron a su pareja. Su destino debía ser «el mismo que el de Sodoma y Gomorra en la Biblia».
Acosados por la violencia y la intolerancia, cientos de africanos, perseguidos por su condición sexual en sus países de origen, han buscado asilo en el único país del continente que reconoce plenamente los derechos de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales (LGBT).
África celebra el Día Internacional contra la Homofobia sin avances significativos en la protección del colectivo gay a pesar de la creciente presión de los grupos de la sociedad civil. Ciudadanos de Uganda, República Democrática del Congo, Somalia, Burundi, Camerún, Malaui, Angola o Etiopía, continúan llegando a las fronteras sudafricanas en busca de un lugar vivir abiertamente.
El país del África Meridional concede desde 2008 el estatus de refugiado a quienes sean perseguidos debido a su opción sexual, aunque el proceso no es fácil. Tan solo cinco ciudadanos han logrado el permiso, mientras que el resto de solicitantes permanecen indocumentados a la espera de asilo durante tres, cuatro o cinco años.
«Sigue existiendo una actitud homofóbica en muchos estratos de las instituciones sudafricanas, y una falta de formación del personal para identificar estos casos», explica Sergio Calle Noreña, subdirector de la Agencia para los Refugiados de la ONU (ACNUR) en el África Austral, que lleva prestando apoyo al Gobierno de Pretoria desde 2010.
«La homosexualidad sigue siendo un tema tabú. Ni siquiera tenemos una estadística clara, porque en muchos casos los funcionarios solo reflejan que la persona es perseguida en su país, sin especificar el motivo».
La asociación PASSOP contra la opresión y la pobreza atiende a 64 gays, lesbianas, y transexuales en Ciudad del Cabo, pero las cifras, aseguran, son mucho mayores. «El Gobierno no da estadísticas, y muchos refugiados alegan otras causas para evitar las amenazas de los guardias de frontera. Según nuestros cálculos hablamos de centenares de homosexuales que buscan refugio en Sudáfrica», asegura Guillian Koko, responsable de programa de refugiados LGBT de la organización.
Sudáfrica es una isla en el mar africano de la intolerancia. Consagra la igualdad sexual en su Constitución, reconoce la adopción y los matrimonios del mismo sexo desde 2004, y se ha convertido en uno de los principales destinos turísticos para gays y lesbianas. Cerca de 200.000 personas de este colectivo visitaron Ciudad del Cabo durante 2011, según los últimos datos facilitados por el Ayuntamiento de la localidad.
Pero la realidad para los homosexuales en los barrios marginales negros, alejados de los hoteles de lujo y los bares de ambiente, es muy similar a la que los refugiados trataron de dejar atrás al salir de su país.
Diferente realidad
«Existe una gran distancia entre lo que dice la ley y la realidad sudafricana. La muestra son las violaciones y asesinatos de lesbianas y los linchamientos de homosexuales, tanto sudafricanos como extranjeros», lamenta Koko.
Las violaciones correctivas contra lesbianas, en la creencia de que esto curará su homosexualidad, y los asesinatos de gays en Johannesburgo y Ciudad del cabo, han llevado a la prensa sudafricana a calificar de «epidemia» la violencia contra este colectivo.
A falta de cifras oficiales de la Policía, la organización IRANTI en defensa del colectivo LGBT ha contabilizado al menos 39 asesinatos de homosexuales en los últimos diez años. Las palizas y vejaciones –asegura Guillian Koko- son habituales en Sudáfrica. Los refugiados son incapaces de obtener un empleo debido a su aspecto o a la falta de documentación, y son expulsados con frecuencia de las comunidades donde se instalaron. La homofobia en Sudáfrica, según un estudio de la profesora Deevia Bhana, de la Universidad de Kwazulu-Natal (Durban), empieza en las escuelas. «No deberían venir a este colegio –dijo uno de los 620 estudiantes entrevistados por Bhana- Deberían tener su propio colegio. La escuela de los homosexuales».
38 países del continente africano penalizan las relaciones entre el mismo sexo
E. S. MOLANO |NAIROBI
Según datos de la organización ILGA, una de las principales asociaciones internacionales en defensa de la comunidad homosexual, en la actualidad, 38 países del continente africano cuentan con leyes que penalizan las relaciones entre miembros del mismo sexo. Y en cuatro de ellos -los 12 estados musulmanes del norte de Nigeria, Somalia (excluyendo la zona de Somaliland), Mauritania y Sudán-, incluso bajo pena de muerte.
¿El último en subirse al carro? El Parlamento de Uganda, quien en los últimos tiempos debate una una ley contra las relaciones del mismo sexo que, de ser aprobada, podría servir para condenar a cadena perpetua a los homosexuales practicantes.
Recientemente, el diputado David Bahati, artífice del proyecto de Ley, señalaba a ABC que el objetivo era «proteger a los niños de la actual promoción que por parte de los medios de comunicación se hace de la homosexualidad, así como detener la financiación de los lobbies occidentales». Para el parlamentario, era «necesario criminalizar unas prácticas antinaturales que tan solo corrompen a la sociedad».