Victoria de la justicia
La Ley de Defensa del Matrimonio de 1996 (DOMA) tenía el único propósito de excluir a las parejas gays de más de mil leyes y programas federales que estaban disponibles para los matrimonios heterosexuales.
La decisión de ayer de la Suprema Corte de Justicia de dejar de lado esta ley precisamente apunta a este hecho. El juez Anthony Kennedy en la redacción del fallo la describió con claridad al decir que la ley "no tenia un propósito legítimo" y que su fin era "menospreciar y lastimar a quienes el estado, mediante sus leyes de matrimonio, quiere proteger a su persona y su dignidad".
Este es un triunfo para la justicia en nuestra sociedad. Es la invalidación de una ley federal odiosa. Es el reconocimiento que son los estados los que establecen la definición de matrimonio y que el Congreso no puede emitir leyes para castigar esas decisiones.
Sí, hoy más que nunca, el tema del matrimonio homosexual queda en manos de cada estado, tal como también lo declaró ayer el Alto Tribunal en su fallo sobre la Proposición 8 de California.
Allí prevaleció la cautela judicial al apelar a un tecnicismo —la invalidez de una de las partes— para no tener que determinar si existe un derecho al matrimonio gay que, por ejemplo, hubiera declarado inconstitucional la iniciativa electoral que prohíbe estos matrimonios. Esta decisión de la Suprema Corte queda para otro momento.
Desde un primer momento dijimos que la amenaza a un matrimonio es la infidelidad y el abuso doméstico, entre otros; pero nunca la orientación sexual de terceros que no tienen nada que ver con esa pareja. El matrimonio es una decisión personal entre dos individuos donde no deben importar los valores religiosos de otros.
La intención de DOMA era estrictamente punitiva, por eso hoy, correctamente, es ilegal.
A victory for justice
The sole purpose of the 1996 Defense of Marriage Act (DOMA) was to exclude gay and lesbian couples from more than one thousand federal laws and programs that were available to heterosexual married couples.
The decision the U.S. Supreme Court made yesterday to overturn this law points to this fact. Justice Anthony Kennedy, writing the majority opinion, clearly described this when he said that the law had "no legitimate purpose" and its purpose was to "disparage and to injure those whom the state, by its marriage laws, sought to protect in personhood and dignity."
This is a victory for justice in our society. It invalidates a hateful federal law, recognizing that the states are the ones that establish the definition of marriage and that Congress can't write laws to punish those decisions.
Yes, today more than ever, the issue of same-sex marriage is in the hands of each state. The high court also declared this in its decision yesterday about California's Proposition 8.
In that case, judicial caution prevailed. The court used a technicality (the lack of standing of one of the parties) to avoid determining whether the right to gay marriage exists—which, for example, would have declared the ballot initiative banning these marriages unconstitutional. The Supreme Court will have to make that decision at a later time.
From the beginning, we have said that what threatens a marriage are infidelity and domestic abuse, among others; but never the sexual orientation of others who have nothing to do with that particular couple. Marriage is a personal decision between two people, where the religious values of others should not matter.
DOMA's intention was strictly punitive. That is why today, rightly so, this law is illegal.