Adoptar: otro derecho prohibido para cubanos LGBT
BUENO, bueno, BUENO, yo creo que el derecho más importante para los cubanos debe ser vivir en libertad de palabras, pensamientos y obras, despues que les dén ese derecho, entonce trabajen por los derechos de las minorias, en este caso la de los homosexuales, ctc, ctc, ctc.
Por Leannes Imbert
En la actualidad, en muchas regiones del mundo se lleva a cabo un debate sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo, y algunos países han dado ya pasos significativos en ese sentido. Muchos son los beneficios de los que gozarían las personas LGBT, a partir de una ley que nos permita unir formalmente nuestras vidas a la de la persona que amamos. Y una de esas ventajas que se derivan del matrimonio entre homosexuales es el derecho a la adopción de niños, un tema muy polémico en casi todo el mundo.
Múltiples son los argumentos con que las sociedades (y la cubana no es excepción), y los distintos ámbitos del poder, se oponen al derecho de adopción para las parejas homosexuales. Algunos alegan que no cumplimos con las condiciones idóneas para garantizar a los menores las figuras y funciones parentales. Su ignorancia los lleva a pensar que tales funciones dependen del sexo biológico, cuando cada uno de nosotros conoce o creció en una familia donde uno solo de los padres ha cumplido con las funciones materna y paterna, sin que por lo general ello haya constituido un trauma para el menor.
Me resulta cuando menos hipócrita la actitud de los estados, y de gran parte de la sociedad, que ya han reconocido que las personas LGBT somos tan normales como el resto y que somos capaces de desarrollarnos y escalar en cualquier esfera de la vida, pero siguen oponiéndose a nuestro derecho a la adopción, porque, según ellos, ¨no educaríamos a los niños bajo un clima de normalidad¨.
Es mucho más paradójico el hecho de que tantas madres -de esas a las que la sociedad califica como normales- abandonen a sus hijos en los hospitales o en contenedores de basura, para que sean llevados a las casas para niños sin amparo filial, mientras que a gays y lesbianas se nos niega el derecho a adoptar y darles a esos niños verdadero amor, cuidado, respeto y una educación positiva.
Hay algo peor aún dentro de este fenómeno, y es que no sólo les niega a las personas LGBT el derecho a la adopción. También les están negando a esos niños abandonados o huérfanos el derecho de ser queridos y de vivir en el seno de una familia que los cuide.
¿De qué democracia se habla en un país donde el respeto a la igualdad de derechos, sin distinción de raza, religión, sexo, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social, dependerá también de que la elección del objeto sexual esté acorde con los cánones que rijan las instituciones que son instrumentos del poder?
Una de estas instituciones, pilar sobre el que descansan tantos prejuicios y anacronismos, es la iglesia católica. A mi juicio, no cuenta ya con el prestigio de épocas pasadas, entre otras razones por haber amparado a muchos de sus miembros abusadores, violadores o pederastas. Pero aun así, sus postulados siguen siendo determinantes cuando de otorgar derechos se trata, y siempre prestos para actuar en defensa de los sectores más conservadores y reaccionarios.
El Vaticano ya dejó patente su oposición al matrimonio y a la adopción por parte de parejas homosexuales, cuando, en 2003, emitió un documento oficial donde expresaba, entre otras cosas, que “ninguna ideología puede cancelar del espíritu humano la certeza de que el matrimonio en realidad existe únicamente entre dos personas del sexo opuesto…”. Y más adelante agregaba: “reconocer legalmente las uniones homosexuales y equipararlas al matrimonio, significaría no solamente aprobar un comportamiento desviado y convertirlo en un modelo para la sociedad actual, sino también ofuscar valores fundamentales que pertenecen al patrimonio común de la humanidad”.
Otro argumento estúpido, pero no por ello poco generalizado, que usan los que se oponen a la adopción por parte de parejas homosexuales, es el de que ¨de parejas y padres o madres homosexuales, saldrán hijos homosexuales¨. Nada más lejos de la verdad. De la misma forma en que hemos nacido homosexuales de padres heterosexuales, también de parejas homosexuales saldrán, sin duda, hijos heterosexuales.
La psicología ha demostrado categóricamente que los niños criados dentro de hogares homoparentales, pueden ser tan normales y psicológicamente sanos como los que han crecido dentro de familias heterosexuales. Lo que sí atenta contra la salud mental de estos pequeños es el odio, la intolerancia, la discriminación y los prejuicios homofóbicos, de esas personas que se hacen llamar ¨normales¨.
Basta de retórica, necesitamos hechos. Es hora de que cada cubano LGBT que desee formar su propia familia exija ese derecho.