Diva en la calle, machote en casa
Son las cuatro de la mañana y vuelves a casa de tus padres tras una larga noche de fiesta y algún que otro Cosmopolitan. Con los zapatos en la mano, como la reina de la fiesta que ya no puede más, pasas por la entrada en el más absoluto silencio y continúas por el estrecho pasillo a oscuras. De repente, una sombra oscura aparece ante ti y de forma inesperada se te escapa un gritito super agudo que recuerda al de una niña pequeña: “Aaaaahhhhh”. Al darte cuenta de que esa sobra oscura es realmente tu padre, que se ha levantado para ir al baño, tornas rápidamente el tono de tu grito para sacar de ti el alarido más grave que tienes: “¡Ooooohhhhh papá, joder que susto! Y todo para mostrarte como el machote que tu padre cree que eres.
¿Te suena familiar? Es la historia de muchos homosexuales de hoy día. La religión, la mentalidad o el entorno en el que se vive son algunos de los factores que les impiden salir del armario. Cierto es que muchos de ellos están totalmente liberados en su círculo de amistades y que han apostado por disfrutar su sexualidad, pero no han querido herir a su familia o hacerla sufrir innecesariamente.
Respetamos cualquier tipo de decisión y no juzgamos a nadie tome la decisión que tome, siempre y cuando no seas un mariquita reprimido que te engañas hasta a ti mismo, cuando en realidad no paras de mirar el culo a todos los tíos que te pasan por delante.
Con este relato queremos demostrarte que no estás solo y que hay mucha más gente como tú, que pasa por las misma situación. No hay datos reales de la cantidad de homosexuales que aún no son reconocidos, aunque se estima que rondan el 30%. En cualquier caso, estando en pleno siglo XXI son cifras que todavía nos asombran y esperemos que pronto queden a cero.