Por Elena Meléndez
Está considera como una de las personas más influyentes del planeta, un producto del 'show business', pero su pasado revela un talento precoz, grandes inseguridades y mucho esfuerzo. Tras un retiro de varios meses vuelve rodeada de escándalo con ARTPOP, un potente alegato en el que reivindica su nueva forma de vida basada en la ausencia de artificio
Stefani Germanotta no acudió a un 'reality' de talentos musicales ni protagonizó una serie televisiva ni un romance con algún personaje famoso. Con sólo cuatro años, la pequeña y testaruda niña de pelo rizado aprendió a tocar el piano sola. A muy temprana edad, además, comenzó a demostrar su rebeldía rasgándose la ropa y paseándose desnuda por casa para desesperación de su niñera.
Cuando cumplió 13, ya había compuesto sus primeras canciones y se pasaba el día escuchando a Queen, David Bowie o Michael Jackson. Por aquel entonces vestía tejanos y deportivas para pasar desapercibida entre el resto, tratando de ocultar un talento salvaje y una tendencia a la transgresión que años más tarde se convertiría en su seña de identidad.
Hoy, transformada en Lady Gaga, domina la escena artística del momento tras haber encontrado el equilibrio entre escándalo y talento. Un camino que, como ella misma ha confesado, nunca fue sencillo. «Fui a la escuela de arte, estudié la cultura pop, sé todo sobre música e iconografía, pop, cultural y religiosa. Me he fabricado a mí misma para ser una visionaria poderosa y decir algo que realmente le llegue a la gente», afirma.
Un oscuro camino
Tras cursar sus estudios en el tradicional Convent of the Sacred Heart School, un centro privado de Manhattan en el que se codeó con algunas 'niñas bien' como las hermanas Hilton, ingresó de manera prematura en el Tisch School of the Arts de la Universidad de Nueva York, donde investigó sobre arte y diseño. Dos años después decide abandonar el centro e instalarse en un pequeño apartamento buscando su propio camino artístico, un periodo de su vida que recuerda con inquietud, «A veces me asusta cuando pienso en mi apartamento en Nueva York, con chinches y cucarachas en el suelo y los espejos con cocaína en todas partes, y no hay voluntad o interés en hacer otra cosa que hacer música y llegar alto», reconoció años después.
La artista, que transitó por una etapa compleja durante la cual vivió una experiencia traumática que nunca ha querido revelar, consiguió firmar un contrato y comenzó a componer temas para Pussycat Dolls, Britney Spears, New Kids on the Block o Fergie.
Los espectadores del circuito de clubes del Lower East Side no daban crédito cuando veían aparecer en el escenario a una joven semidesnuda con enormes pelucas y estrafalarios maquillajes que poseía una voz prodigiosa. Stefani, todavía desconocida e influenciada por el burlesque, aparece durante una época en escena agarrada a una bola de discoteca y quema botes de laca en un intento de encontrar su lugar en el mundo de la música. Luego llegará su alias artístico —en homenaje al tema 'Radio Ga Ga' de Queen— más contratos y la inminente fama.
Su nombre empezará a sonar en el circuito internacional y la cantante se instalará en Los Ángeles para dar forma a su factoría creativa 'House of Gaga', claramente influenciada por la mítica 'The Factory' de Andy Warhol. Meses más tarde saldrá a la luz su álbum 'The Fame' (que incluye los singles 'Just Dance, 'Poker Face' y 'Paparazzi'), después el EP 'The Fame Monster' (con los singles 'Bad Romance', 'Telephone' y 'Alejandro') y otro álbum, 'Born this way', trabajos que la han consolidado como una de las artistas más relevantes de todos los tiempos.
La vuelta a la luz
Gaga ha decidido desnudarse para ARTPOP, su nuevo disco que saldrá a la venta el 11 de noviembre. Un desnudo físico en la portada del álbum que nos presenta a la artista sin ropa, con las piernas abiertas y sujetándose los pechos con las manos, y un desnudo vital con el que desea mostrar su faceta más personal en una búsqueda de la esencia artística. «Ahora lo que me parece interesante es transformarme tanto como pueda llevando poco maquillaje y poca ropa. Paso mucho tiempo en el espejo pensando cómo voy a convertirme en una persona nueva», confesaba la artista.
Un renacer que marca una nueva etapa en la trayectoria de una cantante que, pese a su deseo de liberarse del artificio, ha construido su carrera marcando un abismo entre su yo original y el personaje de monstruosas dimensiones que ha creado en torno a ella y que desea mostrar al mundo: «Me disgusta que la gente me llame Stefani, porque si no me conocen, siento que es su modo de actuar como si lo hicieran. Están ignorando completamente mi existencia creativa».