Un capitalismo de Estado híbrido
El 'raulismo' se mueve entre el modelo chino, el fascista, y el de la Rusia postsoviética.
La esperanza de los cubanos es que fracase.
ROBERTO ÁLVAREZ QUIÑONES |
El modelo económico que pretende establecer Raúl Castro es una mezcla de elementos del capitalismo de Estado chino y del fascista; junto a otros de la Rusia postsoviética, vendría a conformar un sistema socioeconómico híbrido y nada edificante.
Con respecto a China, el régimen se queda a mitad del camino y adopta una versión muy limitada de las reformas de mercado realizadas por Beijing. Por dos razones: el enfermizo afán castrista de controlarlo todo en la Isla, y por temor a que con más amplias libertades las fuerzas productivas se le vayan de las manos, sobre todo por la cercanía de Estados Unidos y la pujante comunidad cubana de Miami.
Por eso, aunque con un discurso "actualizador" y aun formalmente marxista-leninista, la estrategia del raulismo se asemeja más a la que propugnaban los fascistas en Italia y Alemania: establecer una tercera vía para crear un sistema socioeconómico alternativo que no fuese ni el capitalismo liberal del laissez faire, ni el comunista.
Ante la inviabilidad de la economía centralmente planificada, el régimen flexibiliza la rigidez estalinista, pero mantiene el dominio del Estado en todo el quehacer económico, cada vez más en manos militares (rasgo fascista).
La nomenklatura es consciente de que para sobrevivir y quitarle presión a la caldera social, debe permitir el trabajo por cuenta propia, la creación de cooperativas, la inversión extranjera, mayor competencia sectorial, y la entrega de tierras en usufructo a los agricultores.
Pero no se quiere ir tan lejos como en China, donde se ha desmontado en buena medida el monopolio estatal de la economía, al punto de que el sector privado genera ya más del 60% del Producto Interno Bruto (PIB) del país, el segundo mayor del mundo tras el estadounidense.
'Enriquecerse es glorioso'
O sea, en Cuba no hay espacio para el individuo como productor en grande, a la manera China. Tras la muerte de Mao Tse Tung, al iniciar las reformas de mercado, Deng Xiaoping lanzó la consigna de que "enriquecerse es glorioso", con la cual hizo trizas al marxismo en el país asiático. Hoy los 75 diputados chinos más ricos superan la posesión total de bienes de todos los congresistas de Estados Unidos. Los dos más ricos tienen más de $6.000 millones de dólares en activos.
A los Castro poco les importa que gracias a las reformas capitalistas cientos de millones de chinos han salido de la pobreza y el PIB haya pasado de $60.656 millones en 1978 a $8.2 billones en 2012; tampoco que China se haya convertido en el primer exportador del mundo.
Lo que sí tiene en cuenta la dictadura militar cubana es que el capitalismo de Estado solo es posible en un sistema político totalitario de partido único, con el monopolio de los medios de comunicación, sin derechos ni libertades civiles y con mucha represión policial. En China gobierna hoy el mismo Partido Comunista que, encabezado por Mao, acabó con la propiedad privada, impuso la colectivización forzosa de las tierras, el "Gran Salto Adelante" y la "revolución cultural", eventos que causaron decenas de millones de muertos —de hambre o ejecutados— e impidieron el desarrollo del país durante 30 años.
Los Castro desean compartir con China su faceta totalitaria institucional, pero no su "socialismo de mercado", como le llama Beijing. El pueblo chino sigue sometido a una tiranía política, pero al menos la economía crece rápidamente. En Cuba igualmente hay tiranía y el país se empobrece cada vez más. Esa es la diferencia.
Rasgos fascistas
Del fascismo europeo el raulismo asimila el abrumador protagonismo de las fuerzas armadas en la gestión económica, así como la represión brutal de la oposición política. La "apertura" va convoyada con una masiva intervención de las fuerzas armadas en la conducción de la economía. Algo muy parecido a lo que hicieron Mussolini y Hitler.
En Italia y en Alemania ello fue decisivo para construir una gigantesca maquinaria bélica e industrial con la cual expandir el fascismo por Europa. En el caso de Cuba los militares se están apropiando de empresas y estamentos económicos claves no solo de cara al presente, sino como parte del diseño del postcastrismo, con la anuencia de lo