Página principal  |  Contacto  

Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

Cuba Eterna
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 BANDERA DE CUBA 
 MALECÓN Habanero 
 *BANDERA GAY 
 EL ORIGEN DEL ORGULLO GAY 
 ALAN TURING 
 HARVEY MILK 
 JUSTIN FASHANU FUTBOLISTA GAY 
 MATTHEW SHEPARD MÁRTIR GAY 
 OSCAR WILDE 
 REINALDO ARENAS 
 ORGULLO GAY 
 GAYS EN CUBA 
 LA UMAP EN CUBA 
 CUBA CURIOSIDADES 
 DESI ARNAZ 
 ANA DE ARMAS 
 ROSITA FORNÉS 
 HISTORIA-SALSA 
 CELIA CRUZ 
 GLORIA ESTEFAN 
 WILLY CHIRINO 
 LEONORA REGA 
 MORAIMA SECADA 
 MARTA STRADA 
 ELENA BURKE 
 LA LUPE 
 RECORDANDO LA LUPE 
 OLGA GUILLOT 
 FOTOS LA GUILLOT 
 REINAS DE CUBA 
 GEORGIA GÁLVEZ 
 LUISA MARIA GÜELL 
 RAQUEL OLMEDO 
 MEME SOLÍS 
 MEME EN MIAMI 
 FARAH MARIA 
 ERNESTO LECUONA 
 BOLA DE NIEVE 
 RITA MONTANER 
 BENNY MORÉ 
 MAGGIE CARLÉS 
 Generación sacrificada 
 José Lezama Lima y Virgilio Piñera 
 Caballero de Paris 
 SABIA USTED? 
 NUEVA YORK 
 ROCÍO JURADO 
 ELTON JOHN 
 STEVE GRAND 
 SUSY LEMAN 
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
 
 
  Herramientas
 
General: Pacto con el diablo: un cuento inédito de Virgilio Piñera
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: cubanet201  (Mensaje original) Enviado: 30/12/2013 18:00
Pacto con el diablo: un cuento inédito de Virgilio Piñera
pinera.jpg (661×402)
Este cuento de Virgilio Piñera me recuerda un poco a la novela 
el retrato de Dorian Grey de Uscar White , pero a la cubana...
  
Por Virgilio Piñera / 
Dejé de verla cosa de un año; en esa ocasión pensé que le quedaba muy poco tiempo de vida, tenía unos setenta que parecían cien, las torturas de amor senil y fracasado habíanla deshecho materialmente.

Una tarde me sentí llamado, llamado desde un auto. Antes de verla reconocí su voz. Era ella, pero transformada. Me invitó a dar una vuelta. A mi lado estaba una mujer de unos treinta años, como se dice, llena de vida.
¿Qué te parezco? —me preguntó. Sé que estás asombrado y más que eso, pero soy la misma, sólo que…
Y se calló.

—Habla, le dije sin disimular mi impaciencia.
Se rió, con esa risa que tenía de joven. Esto me estremeció más que su resurrección (esta es la palabra).
—Bueno, dijo al cabo, es difícil de entender…
—Yo lo entiendo todo y más que todo.
—Si es así, te lo contaré. Y te lo contaré porque sé que me vas a creer. Cuando lo he contado a otras personas, se me ríen en la cara, y, aunque hasta terror les causa mi…
—Dilo, tu resurrección.
—Eso es, mi resurrección. Con todo se ríen, pues su capacidad de creer está en razón inversa de su crasa estupidez. Pues te diré que hice un pacto con el diablo. ¿Me crees?
—Totalmente, le respondí. Dame detalles.
—Pues hijo, viéndome en el albur de arranque, habiéndole pedido a Dios que me restituyera la juventud para que Carlos me correspondiera, cansada, vejada, me decidí a hablar con ese señor que le dicen de las tinieblas…
—¿Dónde fue el encuentro?
—En un bar. Él estaba sentado a mi lado cuando me oyó decir: “Se lo tengo que pedir al diablo… Volvióse hacia mí y con extremada cortesía me dijo: Pues ya me lo está pidiendo”. No era un piropo, pues imagínate, a mis años y desflecada totalmente, nadie perdería su tiempo poniendo sus ojos en mí. Entonces le pregunté: ¿De veras que usted es el diablo? —En persona, me respondió. ¿Qué desea? Pues deseo tener treinta años y que Carlos me ame…

—Vuelva a su casa y mañana cuando despierte tendrá esos treinta años que desea y el amor de su Carlos.
—¿Y cuál es el precio?
—Pasado un año vendrá a este mismo bar, a esta misma hora (son las tres de la madrugada), se sentará en la banqueta en que ahora está sentada y me dirá: Deseo tener setenta años y deseo sin esperanza que Carlos me ame.
—¿Y qué más? ¿Todo se ha cumplido?

—Bueno, falta la cita con el diablo. Ya me ves renovada, rejuvenecida. Carlos me ama con locura, pero tengo que volver a ese maldito bar. Precisamente ahora me dirijo allá.
—¿Hoy se cumple el año?
— Hoy. E iré y voy, porque nadie, que yo sepa, escapa del diablo. ¿Vienes conmigo?
—Vamos allá.

Entramos al bar. Ella se sentó, según dijo, en el mismo sitio. Yo, un tanto más alejado y como si no nos conocieramos. A su lado estaba, efectivamente, el diablo.
Entonces escuché lo que sigue:
—¿Qué desea?
—Tener setenta años.
En ese momento se oyeron gritos de espanto, las luces se apagaron, el techo del bar se desplomó sobre nuestras cabezas y el incendio estalló con inusitada violencia.

Cuando todo volvió a la calma, cuando escombrearon el lugar, cuando a unos muertos y otros vivos (entre ellos me conté) nos sacaron de allí, mi amiga no apareció ni muerta ni viva, ni un pedazo de su magnífico vestido de brocado, ni una de sus joyas fabulosas, ni el tacón de uno de sus zapatos de raso, nada, absolutamente nada; en cambio, el diablo apareció entre los muertos con una horrenda herida en el pecho. Había muerto para siempre jamás. Espero que uno de estos días ella me llame por teléfono.

-------------------------------------------------
 
* Este curioso relato inédito de Piñera (una variante tropical del tema faústico) apareció incluido entre la papelería dispersa que publicó la por entonces revista del ISA Albur (año III, Número especial, V/1990), dirigida por Iván González Cruz. Aunque no tiene fecha, es muy probable que haya sido escrito antes de 1942.
 
 


Primer  Anterior  Sin respuesta  Siguiente   Último  

 
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados