Injustificado silencio regional frente a Venezuela
Es desalentador que organismos como la OEA o Unasur no hayan tenido la fuerza para levantar
una voz crítica en contra de una serie de atropellos en dicho país.
LA CRISIS política y económica por la que atraviesa Venezuela se ha visto agudizada en los últimos días por la represión por parte del gobierno de Nicolás Maduro hacia fuerzas de oposición, que se ha volcado masivamente a las calles para hacer ver su malestar con el modelo chavista. A pesar de que la semana pasada hubo tres personas fallecidas en circunstancias no aclaradas mientras los estudiantes llevaban a cabo una protesta, y que en las marchas de ayer en Caracas nuevamente fue evidente el tono hostil y amenazante del régimen, además de su indisimulado afán por amedrentar a medios de comunicación no afines, es lamentable el silencio casi generalizado que se observa en la región frente a estos acontecimientos, actitud que no ha hecho sino alentar su ocurrencia, y que resulta incongruente con el propósito de fomentar la democracia y el respeto a las libertades básicas.
La región cuenta hoy con varios organismos multilaterales, los que deberían ser los primeros en reaccionar frente a estos hechos. Su falta de acción, sin embargo, está dejando a la vista su irrelevancia, con lo cual se pierde una valiosa instancia para poner límites pacíficos a gobiernos que intentan pasar a llevar principios básicos de la democracia y el estado de derecho. Es particularmente llamativa la tibieza y ambigüedad con que ha reaccionado la Organización de Estados Americanos (OEA). Su secretario general hizo un llamado al gobierno a “evitar el uso de la fuerza por parte de policías o grupos afines”, y exhortó a las fuerzas de oposición a “manifestarse pacíficamente” evitando provocaciones. También pidió que las autoridades “respeten la libertad de expresión”, y que los medios tomen conciencia del rol que desempeñan en la coyuntura política.
Sorprende que frente a la detención arbitraria de uno de los líderes de la oposición, al cierre de varios medios -el gobierno sacó del aire al canal colombiano NTN 24-, y el allanamiento a un partido opositor, ello no amerite un pronunciamiento de la OEA. Resulta desalentador constatar que el principal organismo regional no tenga la fuerza para denunciar hechos que violentan la carta democrática de este organismo, y que tampoco exista entre los países miembros una voluntad para hacer respetar los principios que sustentan a la OEA.
La Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) se limitó a emitir un comunicado en el cual expresan su “solidaridad” con Venezuela, rechazan cualquier forma de violencia y exhortan a privilegiar el diálogo y que cualquier demanda sea canalizada en forma pacífica, por la vía democrática. Unasur ya se había reunido de emergencia en abril del año pasado luego de las elecciones presidenciales venezolanas, que dieron un estrecho triunfo a Nicolás Maduro, entregando su respaldo incondicional al nuevo gobernante, sin hacerse cargo de los cuestionamientos que formuló la oposición a los resultados electorales.
Los presidentes de la región tampoco han tomando una posición de liderazgo para denunciar los atropellos en Venezuela, y en cambio varios de ellos han cerrado filas con Maduro. Es destacable que el Presidente Sebastián Piñera haya hecho ver la necesidad de respetar la libertad de expresión y los derechos humanos en Venezuela; similar defensa hizo el presidente de Colombia, lo que les valió fuertes críticas de Maduro. Es acertado que en su réplica, el mandatario chileno haya señalado que si bien respeta la autodeterminación de los pueblos, la salvaguarda de los derechos humanos y las libertades prevalecen sobre cualquier otra consideración.