Sacrifica pastor su vida en protesta a injusticias
Brutal e increíble historia la del pastor Charles Moore
El pastor Charles Moore se prendió fuego en un poblado del Norte de Texaspara protestar la inequidad social.
¿Un nuevo martin de la causa homosexual?
Desde las iglesias segregadas en el este de Texas hasta los deprimentes barrios pobres de la India, el reverendo Charles Moore luchó por los derechos humanos.
Denunció en sus sermones el racismo y el sexismo; hizo vigilias contra la pena de muerte; hizo huelgas de hambre en protesta contra la discriminación de gays y lesbianas.
Pero durante su retiro a los 79 años, el ministro de la Iglesia Metodista Unida se preguntaba si había hecho lo suficiente.
Un lunes de junio por la tarde, salió de su casa en Allen y se dirigió a Grand Saline, el pueblo de su niñez, unas 70 millas al este de Dallas.
En el estacionamiento de un centro comercial, Moore se hincó, se roció de gasolina y se prendió fuego.
Mientras las llamas lo envolvían, gritaba y se puso de pie. Los testigos corrieron a apagar las llamas con camisas, agua embotellada y, por último, un extinguidor.
Moore murió de sus quemaduras.
Su intención era imitar a los monjes budistas que han hecho lo mismo antes que él.
“Hubiera preferido seguir viviendo y disfrutar a mi querida esposa y a mis nietos, pero he llegado a la conclusión que solo mi autoinmolación llamará la atención de alguno y tal vez lo inspire a realizar alguna obra superior”, escribió en una nota de despedida.
Había pensado en hacerlo en la Universidad Metodista del Sur, donde se había graduado de la Escuela Perkins de Teología.
Esperaba que su autoinmolación fuera noticia nacional y que su mensaje de justicia social fuera transmitido junto con su funeral.
Pero el último acto de su vida recibió escasa atención.
Dejó a su familia y amigos abrumados por el dolor y tratando de hallarle sentido a su muerte.
En una misa conmemorativa el sábado en la Iglesia Presbiteriana de la Fe en Austin, Moore será recordado por sus obras, pero no por la forma en que murió.
De activista a pastor
En los 1950s y 1960s Moore trabajó en iglesias de los suburbios de San Antonio y después en Carthage, en el este de Texas.
Eran tiempos tensos en Carthage. Moore y el reverendo Jack Albright, otro ministro de la Iglesia Metodista Unida, apoyaban el movimiento por los derechos civiles.
Pero algunos feligreses los tachaban de “simpatizantes del comunismo” o les lanzaban insultos raciales.
Pero a Moore, entonces joven y seguro de sí mismo, no le afectaba lo que dijera la gente.
“Era muy claro sobre la posición que él pensaba que la iglesia debería asumir, la de abrir sus puertas a los afroamericanos y tratarlos como seres humanos”, dijo Albright.
A mediados de los 1960s se mudó con su primera esposa, Linda, y sus dos hijos a Chicago, donde trabajó para el Instituto Ecuménico, una organización cristiana que promueve las oportunidades económicas y educativas en las poblaciones atribuladas.
Ahí fundaron un jardín de niños, iniciaron un programa de capacitación laboral y reconstruyeron un barrio que se había quemado durante los disturbios que siguieron al asesinato de Martin Luther King Jr.
Más tarde Moore trabajó en un barrio pobre de Bombay, India; viajó por países de Africa y Medio Oriente.
En 1990 se fue a Austin, donde heredó la Iglesia Metodista Unida Grace, de 100 años de antigüedad. Arregló el viejo edificio y contrató a un indigente como cuidador.
En sus sermones adoptó una nueva causa: abrió las puertas de su iglesia a los gays y lesbianas y condenó su exclusión.
En 1995 hizo huelga de hambre durante 15 días para protestar por el trato que la iglesia dio a gays y lesbianas cuando los obispos de la Iglesia Metodista Undida celebraron una asamblea mundial en Austin.
Los obispos no aceptaron un cambio a la política de la iglesia de que la homosexualidad es “incompatible con las enseñanzas de Cristo”.
Moore se retiró en el 2000 y se instaló en el Norte de Texas para estar cerca de su familia.
Se afincó en Allen, donde vivía con su esposa, Barbara, en las proximidades de un parque que solía visitar con sus dos nietos.
En privado escribió sobre lo que lo atormentaba, y lamentaba no haber asumido más riesgos para luchar contra la discriminación.
Empezó a pensar en autoinmolarse como una forma contundente de transmitir su mensaje de justicia social.