Los bibliotecarios de Sodoma
Víctor Fowler y Norge Espinosa concluyen en La Habana un taller de literatura LGTB: 'Es necesario que se conozcan estos
estudios, para los que vendrán, para que no sufran acoso y humillación por alejarse del canon de la sociedad en que viven'.
Imagen de la película 'Saló, o los 120 días de Sodoma', de Pier Paolo Pasolini.
POR AZUCENA PLASENCIA | La Habana |
Un vasto, inédito y ambicioso proyecto de investigación histórica sobre la tradición homoerótica en la literatura y las artes cubanas daba un paso inaugural al concluir su primer taller, "Literatura LGTB", en los tradicionales Jueves de la Embajada, en la Embajada de España en La Habana.
Convocado y llevado a cabo durante tres meses por el poeta, ensayista y profesor Víctor Fowler, y por el dramaturgo y también profesor Norge Espinosa, la historia de la literatura "maldita" en realidad trata de poner en pie la verdadera historia de la literatura nacional, al darle vuelta y leerla en sus textos y autores censurados desde el siglo XIX.
Se trata de un empeño cuyo programa académico conlleva una bibliografía que los graduados, calificados por Espinosa como "los bibliotecarios de Sodoma", continuarán enriqueciendo.
Avatares de un curso Propuesto por Fowler hace veinte años a la Universidad de La Habana, el curso no contemplaba aún lo queer (transexualidad), teoría que hace algunos años ha quedado en un callejón sin salida, paradójicamente por su rico potencial, dando paso actualmente a lo creep, referido a las discapacidades, malformaciones, que atañen a la especie, lo esencial humano física y espiritualmente. El proyecto, rechazado de plano ―y en pleno― por las autoridades académicas de entonces, con el argumento de que era "un modo espurio de mirar la literatura, no responde a la ciencia de la teoría literaria y por tanto no vale como estudio académico", se presentaba luego al CENESEX, sin avance alguno.
Finalmente, fue aceptado este año por el Centro Dulce María Loynaz, cuyos especialistas y escritores son divulgadores del Instituto del Libro.
Si atendemos a la concurrencia que reunió la graduación de los futuros bibliotecarios ―solo siete personas se enteraron y matricularon―, observaremos que no fue muy eficiente la convocatoria, pues todos los que allí se reunieron para el cierre de curso son posibles alumnos de futuros talleres. Así, ante la indiferencia de los "humanistas" del Loynaz, Espinosa y Fowler derivaron sus clases a la flamante librería Alma Máter, donde fueron muy bien acogidos en los tres meses lectivos.
¿Por qué estudiamos? Norge Espinosa, en un recorrido de obras y seres, tanto de las letras como de las artes plásticas, el cine, el teatro y el audiovisual, hablaba de Ballagas a Carlos Montenegro, Piñera, Lezama, Sarduy, Calvert Casey, Estorino, Humberto Solás, Magaly Alabau, Reinaldo Arenas, Emilio Bejel, Achy Obejas, Bola de Nieve, los parametrados de los 70 o la onda expansiva del cuento de Senel Paz que dio pie al filme Fresa y chocolate, de los que se mantienen en el exilio y escriben en inglés, o los que comenzaron a escribir en los 80, Ena Lucía Portela, los 90, Abel González Melo, en claro homenaje tanto a autores del patio como a extranjeros: Lorca, Cernuda, ¡Virginia Woolf!, en un inventario sin fin, donde abundaban los escritores de la diáspora, desconocidos casi todos en su país.
Fowler, a su vez, ofrecía seis razones de ser del curso, entre ellas: "podemos hacer dos historias, una en positivo, conocida por todos, la establecida y convencional, y otra a un nivel arqueológico, como determinante de conductas, que ha sido sepultada. El ordenamiento canónico transmite los conocimientos, lo que considera fundamental para la sociedad, amparado en su posición hegemónica de acuerdo con esta historia, se va a leer, siempre de la misma forma a Casal, Guillén, Martí… De igual manera filtran el pasado y nos entregan el canon, lo que debe ser mostrado en artes plásticas, cine, literatura… Así, nos dejan ver a Servando Cabrera y sus desnudos de hombres o los macheteros y muchachas y muchachos de Raúl Martínez, pero el canon no admite los collages gays de este último o toda la pintura homoerótica de Servando. Es la historia del ocultamiento".
Fowler: Siempre ha sido importante para mí reconstruir las líneas genealógicas, los textos que en este curso han dialogado entre sí: en la novela de Bernal, Los invertidos, uno de sus personajes lee la novela El ángel de Sodoma, de Hernández Catá. Así surgen otras lecturas distintas a las que plantea el canon y se entra a reconstruir el proceso de la cultura nacional como un continuum. Desde el punto de vista de la Historia, en un país como el nuestro, que consolidó su proceso de identidad nacional luego de 30 años de guerra, el ideal de la masculinidad heroica es central en este proceso. Ella organizó el país en su modelo central para entender como negativo la masculinidad feminizada. La lesbiana es otra historia: es el enemigo a derrotar, porque si fuera devuelta a su condición femenina, ocuparía el lugar de la masculinidad. Y están los héteros compulsivos.
Otra de las razones para estudiar es que el país que hizo una revolución socialista se encontró con un discurso moral sobre lo correcto y lo incorrecto y como vuelve a ser un país en condiciones de guerra (permanente desde 1959), la investigación social, cultural, debe llegar a entender episodios cubanos como la UMAP, el Mariel y sus célebres "recogidas", o la de los parametrados, entre otros dislates.
El poder y el espacio público Fowler: Aunque el derecho es una construcción social, en última instancia el derecho es una decisión de Poder. Y es otro motivo para estudiar los mecanismos de negación: el olvido, la represión: el derecho lo construimos entre todos, es activismo. Quien olvida, quien reprime, está herido porque se ha definido para hacer daño a otro ser humano. Hay que hablar, mostrar el dolor. Y eso es lo que ha sucedido en la cultura cubana en los últimos años: en literatura, en las artes plásticas, en el cine, en el teatro, en el audiovisual: son textos que reflexionan sobre las causas del machismo, la violencia. Se ha multiplicado la literatura femenina. Y la percepción de lo masculino está siendo erosionada en el país, al punto que es modelo de vida para los jóvenes, la metrosexualidad. No desconocemos la oleada de influencias de la cultura occidental al respecto.
Batalla contra el silencio Fowler: Existe un amplio abanico de posturas que van desde la integración y la aceptación de los aparatos represivos (familiares, barriales, laborales, socio-culturales, religiosos y del Estado) hasta el desafío y la postura oposicional y militante abierta. En este contexto toda batalla, por mínima que sea, no sólo es un acto en contra del olvido, la negación y el silencio, sino un modo de reconocer que cada texto u obra de arte que exprese lo queer constituye una alternativa ante los dictados de la fuerza hegemónica que lo quisiera silenciado, olvidado y negado. Desde ese punto de vista, texto y obra de arte son siempre encarnación, portadores de un potencial filosófico, pues reintrepretan la totalidad del sentido de ser persona bajo nuevas circunstancias, ampliando el límite de lo que es posible ser.
Se puede trazar la historia de una resistencia: estamos hablando de otredad, tenemos conciencia de lo que tenemos y podemos hacer. Hay que estudiar filosofía: Sarduy tenía su teoría filosófica sobre la homosexualidad.
Qué sigue ahora, ¿venideros talleres, u otras modalidades de estudio?
Fowler: Estamos pensando en un encuentro académico internacional sobre sexualidad, donde invitaríamos a estudiosos cubanos y extranjeros, pensadores europeos, norteamericanos y latinoamericanos de mucho prestigio, quienes han profundizado en el tema con provecho. También, extender a las provincias talleres similares al realizado aquí. Si hay voluntad por parte de las instituciones, claro. Y publicar un libro, de corte histórico y antológico, como es debido, obra a la que han de contribuir, de manera notable, las venideras exploraciones bibliográficas de nuestros libreros recién graduados. Ojalá este soñado encuentro incluya más que a estudiosos de la otra orilla, pues hay muchos grandes textos y autores que no son cubanos y que sería extraordinario poder acercar, homenajear, escuchar y tener como compañeros de diálogo. Ojalá también haya esa voluntad por parte ―aunque sea― de las más diminutas instancias institucionales.
Es muy necesario que se conozcan estos estudios, y se investigue mucho y bien, porque el futuro lo estamos construyendo ahora, para los que vendrán, para que tengan una vida menos obligada a demostrar, como en un performance inacabable su masculinidad, el derecho a no ser presionados ni por la sociedad ni por la familia ante su preferencia sexual; para que no sufran el acoso, la humillación por alejarse del canon de la sociedad en que viven. Que tengan derecho a ocupar puestos públicos, incluso a dirigir su país, sin ser discriminados por su sexualidad. Ese mundo lo construimos todos los días.
Sobre todo leímos y analizamos durante el taller no sólo textos de literatura cubana, sino materiales de teoría queer(esa primera clase fue dedicada a los aportes teóricos de José Esteban Muñoz); vimos y discutimos películas (por ejemplo, los clásicos Scorpio rising, de Kenneth Anger y Un chant de amour, de Jean Genet); hicimos un largo recorrido visual por la representación del cuerpo masculino en la fotografía y hasta escuchamos y discutimos piezas musicales. A ello suma la arqueología de artículos de la prensa nacional a lo largo de todo un siglo... Incluso disfrutamos la presentación de dos novelitas de tema lésbico publicadas en los 40 del pasado siglo. En fin, trabajo.
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